Los impuestos en Colombia están en un mundo al revés. Esa realidad, que ha sido mostrada en diversos escenarios, entre ellos, uno reciente que se vio luego del informe presentado por la Comisión de Expertos Tributarios, volvió a salir al ruedo durante el tercer foro que se realiza en el Congreso de la República, con el fin de escuchar las voces de todos los sectores económicos y sociales, de cara a la construcción de una nueva propuesta de reforma tributaria.

Una intervención en el evento, del profesor Jairo Orlando Villabona, del Grupo de Estudios Fiscales y de Equidad, de la Universidad Nacional de Colombia, refrescó –con ejemplos concretos– las estadísticas que evidencian la inequidad que existe en el país a la hora de pagar impuestos, lo que a su vez contribuye a la alta concentración de la riqueza, fenómeno que genera un menor desarrollo. Es decir, los impuestos son parte clave de los problemas sociales y económicos que hoy tenemos: pobreza, delincuencia, desempleo, inconformidad...

Si bien todo el mundo se declara como un contribuyente con una pesada carga tributaria, los números muestran otra situación muy distinta en la cual, siempre salen favorecidos los más ricos. Según Villabona, una enfermera que tiene un contrato de prestación de servicios por el cual recibe un salario mínimo mensual, termina pagando un 30 % de ingreso por la seguridad social, lo que compara con el pago que hace un rico por la utilidad devengada: solo 1,5 %.

La razón del bajo recaudo

Las diferencias abismales entre el pago de impuestos en los extremos de los niveles socioeconómicos son parte del problema por el cual Colombia tiene un bajo recaudo tributario, que lleva cada año -o dos máximo-, a necesitar una nueva reforma tributaria. Solo recaudamos 15,2 % del PIB (producto interno bruto), cifra similar a la de Zambia (África), mientras que nos ganan países como Chile (17,4 %); El Salvador (17,8 %), y Uruguay (19,7 %), por mencionar solo los del vecindario.

Y ese escaso 15 % de recaudo, además, lo pagan unos cuantos y de manera muy desigual. Por ejemplo: supongamos que una persona percibe un alto ingreso por su trabajo, de unos $600 millones al año. Su impuesto de renta laboral es del 30,6%, mientras que por la misma plata, cuando se obtiene como dividendos (el que espera que le lleguen las utilidades de un negocio), solo aporta 9,5%. Y eso, si paga, pues la misma ley tiene múltiples formas para que ese contribuyente no pague por dividendos: “si no se decretan no pagan impuestos; si se decretan en acciones tampoco aportan; si se pagan a una empresa no generan impuestos; si se reciben en el exterior, a través de una holding que se crea en un país como Panamá, también quedan eximidos”, señala Villabona.

El bajo recaudo lleva a un tema que debería ser claro para los que están en las calles, en las protestas sociales, de manera que puedan así tener certeza de lo que deben reclamar en términos tributarios y no terminen defendiendo los intereses de los que a través de redes sociales se proclaman defensores de los pobres, cuando en realidad, terminan defendiendo los intereses de los más pudientes.

La consecuencia de que los demás países estén entre un 60 % y un 120 % por encima de Colombia en términos de recaudo con relación al PIB, es lo que lleva a que en nuestro país se aborde con tanta precariedad el tema social. “El bajo recaudo es el que hace que la salud, la educación, la infraestructura, las vías... sean tan malos”.

No es hora de una reforma estructural, pero...

Aunque este seguramente no será el momento propicio para que se haga una reforma tributaria profunda, que enderece el camino del sistema de impuestos, Villabona volvió a insistir en algo que también habían mencionado los expertos de la comisión internacional que fue contactada para revisar y proponer la mejor manera de transformar el sistema tributario colombiano, principalmente, los beneficios tributarios.

Para el vocero de la academia, el esquema impositivo en Colombia “es una colcha de retazos muy compleja”, precisamente “por la cantidad de reformas tributarias que cada año se adelantan para cubrir déficits fiscales coyunturales”.

Hasta el momento, en el país no se ha logrado hacer “una reforma tributaria que refleje una política progresiva en la que los que tienen mayores ingresos y riqueza paguen los impuestos más altos”. Eso es lo que genera la equidad que han logrado -en mayor medida- los países desarrollados después del pago de impuestos por parte de los contribuyentes.

¿Quién hizo ese ‘monstruo’?

Una fuerte crítica a los que han manejado los temas tributarios en Colombia hizo el académico, quien señaló que “no se entiende cómo personas supuestamente expertas en aspectos tributarios han creado ese ‘monstruo’ que se refleja en un código muy extenso, lleno de beneficios tributarios”, los cuales están puestos en el lugar equivocado, lo que evidencia la enorme desigualdad que hay en el país y que sigue en aumento.

La realidad es que todo tema tributario debe pasar por el Congreso de la República. De lo contrario, los tribunales de las altas cortes lo tumban.

Inequidad entre los mismos ricos

Lo justo en un país que se precie de alcanzar el desarrollo, es que todo mundo pague impuestos según su ingreso. Esto, porque los impuestos son la bolsa pública con la cual se realiza el gasto público que es el que debe generar bienestar ciudadano. Sin embargo, en Colombia, los niveles de pobreza no permitirían una generalidad, y los niveles de inequidad en la tributación son tales, que hasta entre los mismos ricos hay desigualdad (unos pocos pagan y otros no, o no tanto como deberían), lo que se evidencia en datos presentados en el foro del Congreso, según los cuales, fincas famosas, con predios de grandes dimensiones, están avaluadas por el 5 % de su valor comercial, pero no se dejan cambiar el panorama para que aporten adecuadamente.

A la cárcel los evasores

Una de las propuestas que puso sobre el tapete el profesor Villabona es que Colombia tiene que castigar de verdad la evasión tributaria y no como se hace ahora, desde $5.000 millones en adelante, sino desde $500 millones. Principalmente, porque evasión es evasión, al igual que robo es robo aunque solo se sustraiga una moneda. En ese sentido, la propuesta de Villabona es que se lleve a la cárcel al evasor aunque admita que cometió la evasión.

Una gran conclusión de la presentación del vocero académico es que, en el país, “no solo hay que hacer plata, sino hacer patria pagando los impuestos correspondientes”. ¿Estarán el Gobierno y el Congreso dispuestos?