En estos tiempos turbulentos, pocas preguntas pueden resultar tan apasionantes como aquella sobre el futuro de la educación superior. La pandemia aceleró el proceso de transformación digital y social al que eventualmente llegaríamos y acortó los tiempos de años a meses y de meses, a semanas.
Los futuros de la universidad se vislumbran desde muchos ángulos; varios de ellos, repletos de desafíos y oportunidades. El sector de la educación superior ha estado sujeto a vertiginosos cambios desde comienzos de siglo, que han repercutido sobre las instituciones, los docentes, los estudiantes y sus familias. En ese proceso son tan grandes tanto las oportunidades como los retos por delante. Por ello, es fundamental una visión prospectiva.
En Academia next: the futures of higher education (2020), el prolífico autor Bryan Alexander analiza el desarrollo del sector en Estados Unidos y nos da pistas de lo que pueda pasar en Colombia. Alexander plantea escenarios a 2035 fuertemente impactados por cambios tecnológicos, demográficos y socioeconómicos de gran alcance. Resulta fascinante prever el impacto que tendrán megatendencias como el denominado campus aumentado (una mezcla entre ladrillo y realidad mixta), el internet de las cosas, la computación cuántica, el blockchain, la impresión 3D y la robótica, entre muchas otras.
La demografía del sector también resulta clave para intentar esbozar un panorama respecto a los futuros de la universidad.
El estudio Una proyección de la demanda de enseñanza superior en España (2030-2035), encargado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) al Grupo de Estudios Población y Sociedad (GEPS), editado por Rafael Puyol (presidente de UNIR y exrector de la Universidad Complutense) estima un aumento en el número de estudiantes en instituciones de educación superior en ese país, que estará impulsado principalmente por los posgrados. Se espera que en 15 años la educación superior en España sea un 40% más grande que en la actualidad.
De todas formas, la demografía es apenas una de las macrotendencias que, según Alexander, van a impactar con fuerza la educación superior. Solo por mencionar algunas otras: (1) el surgimiento de China como el país con el sector más grande del mundo (con cerca de 40 millones de estudiantes); (2) la internacionalización va a llevar al sector a las regiones con mayores requerimientos de desarrollo (es probable que el futuro de la educación superior esté en África); (3) la tendencia del sector a tener una mayor demanda en carreras STEM (science, technology, engineering, and mathematics) y negocios; (4) el desarrollo de la Educación Abierta como los MOOC (Massive Online Open Courses); (5) la llegada de la IA (inteligencia artificial) a las universidades; y, por supuesto, (6) el crecimiento de modelos de educación virtual e híbrida.
Realmente, la pandemia ha ayudado a acelerar varias transformaciones simultáneas. Lamentablemente, no todas las instituciones han sabido contrarrestar estas tendencias. En lo que Bryan Alexander llama the queen sacrifice (el sacrificio de la reina), una alegoría de la conocida jugada del ajedrez, comenta que muchas instituciones han decidido sacrificar lo más preciado para la calidad y la investigación: la figura del docente de carrera que ha venido disminuyendo en Estados Unidos.
Algo similar ha sucedido en Colombia. El docente es quien más ha sufrido en la transformación del sector, que debe pugnar por estrategias para reducir o cerrar la brecha digital.
Daniel Burgos, Vicerrector de Proyectos Internacionales de UNIR, se ha referido recientemente a esta cuestión, en un artículo publicado por el medio El Colombiano: “Aunque la transformación digital hace referencia a la sociedad digital, (muy ligado a la tecnología) no depende únicamente de la tecnología, también se sustenta en procesos como actitudes y estrategias. Nuestra sociedad es digital porque la interacción primaria y cotidiana ha evolucionado hacia medios y dispositivos digitales, por eso la transformación debe estar asociada a esa evolución. Ya ocurrió con otras revoluciones anteriores como la industrial, que transforma mucho más allá que los productos, por lo que, o existe adaptación o resultará inevitable quedarse fuera de dicha revolución”, señala.
Por otra parte, frente a tantos cambios y desafíos, Bryan Alexander también observa otros indicios positivos sobre el futuro de la educación superior. Las instituciones del sector, incluso las que tienen un mayor nivel de desarrollo, deben aprender a ajustar sus estrategias y sus proyecciones con base en la construcción de escenarios posibles y este es el aporte de su libro. El autor confía en el futuro del sector y funda su confianza en la resiliencia y en la capacidad de reinvención del talento humano que lo compone.
Finalmente, aquí permanecen algunas de las mentes más inquietas y creativas de la humanidad. Ronald Barnett, autor del libro The Ecological University: a Feasible Utopia, es considerado el padre de una filosofía para la universidad. Él suele plantear que las universidades son muy buenas para copiarse entre ellas mismas, pero realmente muy pocas tienen la capacidad de innovar para reinventarse a sí mismas.
Este es el desafío que tenemos entre manos. El gran escritor William Gibson solía decir “el futuro ya está aquí, solo que no está distribuido equitativamente”. Esto es lo que tenemos que lograr entre todos. Con esfuerzo, innovación y creatividad, juntos podemos traer, trabajando en equipo, el futuro de la universidad al presente.