Las vacaciones forzadas, suspensión de contratos, despidos y planes de retiro voluntario que activaron las empresas en 2020 para paliar la crisis económica se ven ahora con mayor claridad en el bajonazo que tuvieron las horas totales laboradas a la semana y aportadas por los trabajadores a la economía.
El Dane realizó el cálculo definitivo de lo que se llama productividad de todos los factores, es decir, la manera de combinar el capital que pone un sector con el trabajo del empleado, para producir con más eficiencia un resultado (que se conoce como el valor agregado).
Las horas laboradas corresponden con el deterioro del mercado laboral y están en línea con las expresiones emitidas por los analistas, en el sentido de que en muchos frentes las naciones volvieron a los indicadores de hace una década.
En el caso de las horas trabajadas, mientras en 2019 el número semanal total aportado por toda la fuerza laboral era de 928.729.807, en 2020 tuvo una drástica caída, a 782.422.302. Una contracción de 15,7 por ciento, similar a la de 2008, año de la peor crisis financiera global.
El número de horas laboradas por persona en el país es de 48 a la semana en condiciones normales. Pero en 2020 el promedio fue de 37,8 horas, con notorias diferencias entre los sectores que quedaron activos durante la pandemia.
Por ejemplo, los servicios financieros, inmobiliarios y de alquiler se ubicaron por encima del promedio de horas trabajadas, con 42,6, en parte por la necesidad de reaccionar rápido para activar canales digitales de atención bancaria o buscar acuerdos de devolución de locales.
De los datos del Dane sorprende el tiempo semanal laborado en ramos como el minero (41,6 horas), pese a las cuarentenas y los confinamientos.
En definitiva, esas jornadas de trabajo semanal que muchos empleados sienten recargadas más allá del promedio no sirvieron para aumentar la productividad de todos los factores, que fue establecida por el Dane en 0,73. Un valor muy distinto al preliminar que se aportó para el acuerdo sobre el salario mínimo: -0,60. “En el instante de la negociación se hizo el cálculo con la caída de la economía hasta ese momento (enero a septiembre), de -8,3 por ciento, que al final fue menos fuerte”, dice el director del Dane, Juan Daniel Oviedo.
De la reducción en las horas trabajadas por semana surge también una alerta, que ya ha sido evidenciada en las estadísticas de desempleo de 2020. De la cifra total (782.422.302 horas), las mujeres aportaron 282 millones de horas, y los hombres, las 500 millones restantes. “Muchas mujeres dejaron de ofrecer horas de trabajo a la economía, para dedicarlas al cuidado de las personas”, señaló Oviedo.
Esa es una de las razones por las cuales, tras la pandemia, los ciudadanos se sienten fundidos, pero la productividad no enciende. En Colombia, las horas laboradas se miden mediante las actividades remuneradas, pese a que la cuenta satélite sobre la economía del cuidado del Dane estima que si esas labores se pagaran, implicarían 185 billones de pesos; es decir, 20 por ciento del PIB de 2017.
Otros elementos relacionados con la baja productividad vienen de tiempo atrás. Estimativos del Consejo Privado de Competitividad, liderado por Rosario Córdoba, indican que, en una hora, un trabajador en Colombia solo produce el 31 por ciento de uno igual en otras naciones de la Ocde. “Se necesitarían más de tres empleados para hacer un trabajo que en esos países hace uno solo”, sustentó Córdoba.
Y no se trata de que la gente no trabaje. En la persistente debilidad de la productividad juegan temas como la tecnología y el conocimiento para usarla mejor. Por eso, más colombianos sienten que en 2020 trabajaron el doble; la productividad siguió siendo el tema pendiente.