El 4 de septiembre el Gobierno nacional tiene previsto poner en operación el Túnel de la Línea, de 8,6 kilómetros de longitud, luego de 12 tortuosos años de ejecución. Será un hito, no solo por la magnitud de la obra, sino también porque el proyecto desnudó los pecados de Colombia relacionados con sus trabajos de infraestructura. En las últimas dos décadas el país transformó sus vías y en medio de ese desarrollo están los túneles. No solo ayudan a reducir tiempos de viaje, también bajan la accidentalidad y los inconvenientes asociados a los aludes, en un país de montañas como este. En los últimos 20 años los Gobiernos han contratado cerca de 110 kilómetros de túneles, la distancia entre Bogotá y Girardot. Estas obras suelen costar mucho dinero y generar enormes desafíos para los ingenieros. Pero, ¿están construyendo bien estas obras? ¿Es seguro atravesar los existentes? ¿Qué falta? Solo en el programa vial 4G, que no incluye a La Línea, por ejemplo, están construyendo unos 90 túneles de diversa longitud y complejidad. Para el ingeniero Juan Pablo Acevedo, gerente de Vinci Coatings, una empresa dedicada a impermeabilizar los túneles, la mayoría de los proyectos ejecutados y en proceso de construcción no cumple con los estándares internacionales. Eso podría derivar en un mayor riesgo de accidentalidad, más costos de mantenimiento, e inconformidad y temor entre los usuarios. Acevedo señala sobre todo los túneles bidireccionales de un carril en cada sentido, muy proclives a permitir y causar choques. También habla de que quedan mal iluminados, presentan filtraciones de agua en el interior del ducto y no cuentan con materiales que reduzcan la posibilidad de incendios. “Algunos ingenieros construyen los túneles para ganar premios de ingeniería o trofeos, pero sin pensar en la comodidad y seguridad del usuario”, dijo. La vía Buga - Buenaventura ofrece un buen ejemplo. Ese corto trayecto pasa por túneles donde solo hay un par de lámparas de mala calidad, se filtra el agua y la penumbra impera. En esas mismas especificaciones, pero ninguno con el estándar internacional. “Ni hablar del túnel de la Línea, una colcha de retazos en donde no hubo reglas de juego claras ni continuidad en el proceso de construcción”, dijo el especialista. En contraste, hay ductos que nada tienen que envidiar a las vías de Europa. Por ejemplo, en la vía Bogotá - Villavicencio hay varios con las mejores tecnologías de operación y mantenimiento. El aspecto blanco y brillante que le da un recubrimiento de acrílico especial y las luces de alta tecnología mejoran la seguridad y experiencia del usuario. En la vía al NUS (entre Pradera y Alto de Dolores, Antioquia) ejecutan dos túneles, cada uno con dos carriles, lo que reduce la posibilidad de siniestros. ¿Qué hacer para que todos queden bien? La respuesta reposa hace 6 años en los archivos de Invías. En 2014 el instituto licitó con expertos de Colombia y Europa un manual para el diseño, construcción y operación de túneles en Colombia. El texto estuvo listo en 2015 pero increíblemente nunca se promulgó mediante decreto o resolución. “Se presentó una divergencia entre los ingenieros empíricos y los colegas más nuevos. Los primeros –y no quiero dar nombres– no querían el manual porque los obligaba a actualizarse y modernizarse. El Invías buscaba un consenso que nunca obtuvo entre las dos partes y el manual nunca salió”, cuenta Héctor Salazar, vicepresidente de la CCI y CEO del Grupo Geoandina. Salazar, con un doctorado en diseño y construcción de túneles, es una de las personas que más sabe de este tema en Colombia y la región. El experto participó en ese entonces, junto con algunos de otros países en la redacción de las normas. Lamenta que el documento haya terminado archivado y que el país no cuente con una hoja de ruta con las mejores especificaciones. Probablemente el manual no habría evitado la catástrofe contractual del Túnel de la Línea. Pero sí habría definido mejores condiciones para varios de los túneles que se construyen en el país y para la 5G ad portas de licitar. El manual mejoraría el conocimiento y el know-how de las empresas. Además, al contar con exigencias más rigurosas en cuestión de materiales y acabados, permitiría reducir los costos en la fase de operación. El director de Invías, Juan Esteban Gil, anunció que en septiembre desempolvará este manual y que buscará consensos con la ingeniería nacional con el firme propósito de expedirlo.