En los últimos años, la industria del cannabis legal ha obtenido un crecimiento vertiginoso en el mundo. Tan solo en la división medicinal, la producción mundial subió de 100 toneladas en 2015 a 406,1 toneladas en 2017, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife). Eso quiere decir que se triplicó en menos de tres años.
En 2016, el entonces presidente Juan Manuel Santos firmó la ley con la que el país le abrió las puertas a la industria del cannabis para uso medicinal, impulsada en el Congreso por Juan Manuel Galán. Esto permitió cambiar la visión tradicionalmente negativa que se tenía sobre esa planta y nació una nueva y pujante industria.
Desde ese momento, Colombia fue reconocida como pionera en temas de regulación, y las expectativas sobre las oportunidades para creación de empleo e inversión extranjera eran bastante altas. Incluso, se pensó que esta industria podría equipararse con la exportación de flores en el corto plazo. Pero, cuando las empresas iniciaron sus operaciones en 2016, se notó que algunos aspectos regulatorios se constituyeron en barreras y afectaron la competitividad del naciente negocio.
Además, las compañías se dieron cuenta de que entrar a jugar en este mercado no era nada fácil, sobre todo, por los altos niveles de inversión en ciencia y tecnología necesarios para brindar un producto de altísima calidad.
Según Rodrigo Arcila, presidente de Asocolcanna, gremio que agrupa a las empresas más grandes del sector, en un principio se pronosticaba que en uno o dos años se podría llegar a exportaciones cercanas a los 100 millones de dólares; pero la realidad es que la industria se mantiene bastante lejos de esas estimaciones iniciales.
Sin embargo, y pese a las dificultades, las exportaciones aumentaron. De acuerdo con cifras del sector, las exportaciones totales desde 2019 hasta mayo de 2021 ascendieron a 7.770.810 dólares. Tan solo entre 2019 y 2020 las exportaciones aumentaron 1.568 por ciento, y en lo corrido de 2021 se han exportado 2.284.920 dólares.
El 47 por ciento de las exportaciones colombianas tuvieron como destino Estados Unidos; el 19 por ciento fueron al Reino Unido; 16 por ciento, a Australia; 4 por ciento, a Brasil e Israel; 3 por ciento, a Suiza; 2 por ciento, a República Checa y Alemania; y 1 por ciento, a Uruguay y Perú.
La perspectiva es bastante positiva. Para Arcila, este panorama cambiará de manera notable con la nueva regulación, expedida por el Gobierno Duque el pasado 23 de julio, pues elimina varios palos en la rueda sobre la cadena productiva. El espaldarazo del Gobierno llega después de varios llamados de alerta de la industria. Algunos aspectos regulatorios los estaban dejando por fuera de uno de los mercados de mayor crecimiento en el planeta.
Una de las mejores noticias en este nuevo decreto, probablemente reglamentado en tres meses, es la vía libre a la exportación de flor seca de cannabis con tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD) –el THC contiene efectos psicoactivos, y en el CBD la psicoactividad es baja o nula–.
Estos componentes o cannabinoides son la base de toda la industria medicinal y su santo grial, pues, según estudios recientes, interactúan con el sistema endocannabinoide del cuerpo humano y causan efectos terapéuticos, analgésicos y antiinflamatorios.
Toda la industria celebra este paso tan importante. Le abre todo un abanico de posibilidades en Colombia, dado que la flor seca es el producto más recetado y vendido en el mundo. Esto significa ingresos inmediatos para el sector. En Canadá, por ejemplo, la flor seca representa el 73 por ciento de las ventas medicinales; en Estados Unidos, el 60 por ciento; y en Alemania, el 54 por ciento.
Cabe destacar que la flor seca tiene una particularidad: es un producto terminado con alto valor agregado como también una materia prima. Producirla con calidad de exportación requiere adoptar procesos de cultivo altamente especializados.
Andrés Fajardo, presidente de Clever Leaves, explica que con este decreto automáticamente se duplica el tamaño del mercado. Destaca la nueva reglamentación, ya que agilizará las exportaciones al reducir varias de las barreras y gestiones en el proceso. El decreto permitirá que la adjudicación de cupos se agilice con la creación de una ventanilla única, pues la industria venía padeciendo varias restricciones y demoras por trámites burocráticos.
Se espera que los pequeños productores tengan ahora mayor atención y, adicionalmente, puedan recibir asistencia técnica.
Fajardo está convencido de que Colombia tiene grandes ventajas para posicionarse como uno de los jugadores mundiales más importantes en este producto de exportación. Este “derecho para ganar”, como lo denomina, está sustentado en factores como la ubicación geográfica de Colombia, que, al estar sobre la línea ecuatorial, le permite 12 horas de luz solar. Eso es crucial para el cultivo del cannabis.
En segundo lugar, el país cuenta con una regulación robusta en proceso de actualización, y les brinda seguridad jurídica a la industria y a la operación de las compañías.
También hay ventajas en términos de costos operativos. Según Fajardo, comparado con modelos de otros países, el costo de operación en Colombia resulta sustancialmente favorable. “El conocimiento que tenemos como país en el sector de flores, sumado a la experiencia del equipo en cannabis medicinal, nos da como resultado un gana-gana”, asegura.
Clever Leves empezó sus operaciones en 2016 y fue la primera empresa en Colombia en exportar productos terminados y materias primas derivadas del cannabis. Hoy despacha a más de 15 países en los cinco continentes. Esto ha sido posible gracias a que cuenta con múltiples certificaciones internacionales que le han permitido incrementar su capacidad de exportación y ventas de sus operaciones en Colombia, incluyendo la certificación en las Buenas Prácticas de Manufactura, de la Unión Europea.
Luis Merchán, presidente de Flora Growth, gran jugadora del sector con el cultivo a cielo abierto de cannabis más grande de Colombia, explica que el permiso para exportar flor seca cambiará por completo el panorama de esta industria, que, pese a los millones invertidos en infraestructura, presentaba niveles de ventas y exportaciones muy por debajo de las expectativas.
Para Merchán, lo que hace el Gobierno Duque con el nuevo decreto es desatar las manos de las compañías y ponerlas a competir de igual a igual con los otros países en donde se desarrolla esta actividad. “La situación es que el mercado mundial está en un alto momento de demanda, cada vez se abren más las regulaciones, y los países productores como Canadá, Holanda, Israel y Uruguay no estaban logrando satisfacer la demanda. Por eso, gracias a este espaldarazo del Gobierno, Colombia se perfila como una nueva potencia mundial”, agrega.
El nuevo decreto, además de permitir la exportación de flor seca, incentiva la transformación de derivados por parte de la industria farmacéutica en zonas francas y establece las actividades permitidas de cara a la fabricación de productos alimenticios.
También facilitará la dispensación de las preparaciones magistrales provenientes de cannabis en las farmacias y droguerías, lo que impulsará aún más el negocio en el mercado local. Asimismo, elimina la prohibición de hacerles publicidad a los productos derivados del cannabis y a la planta misma.
Desde Asocolcanna, consideran que este nuevo paso va en la dirección correcta y constituye un punto de inflexión para la industria, pues le permitirá explotar sus ventajas comparativas, como el clima, la humedad y la posición geográfica; además, pone a los productores colombianos a la cabeza de la industria en la región.
Y, a decir verdad, este cambio no puede llegar en un mejor momento. Con este empujón del Gobierno nacional, se apalancará el proceso de reactivación económica.
Para Fedesarrollo, el sector del cannabis medicinal se está configurando como una industria farmacéutica sólida, destacada por su alto grado de sofisticación tecnológica, con un gran potencial de producción de ingresos por exportaciones y de empleo.
“La industria del cannabis medicinal constituye, sin duda, una oportunidad para la transformación productiva de Colombia, la diversificación de las exportaciones y la reducción de la dependencia de las exportaciones de hidrocarburos”, asegura el centro de pensamiento.
Tan solo en términos de creación de empleo, antes de la nueva regulación se estimaba que para 2025 se podrían generar unos 7.800 puestos agrícolas, y para 2030, unos 26.000.Con el nuevo decreto, se espera que en 2025 se ofrezcan 12.000 empleos, y en 2030 esta cifra, incluso, superaría los 40.000.
Según Fedesarrollo, el sector del cannabis en Colombia genera, en promedio, 17,3 empleos agrícolas por hectárea. Destaca, además, que son formales, al tiempo que 90 por ciento de los puestos contratados son permanentes. Así, son 0,55 ocupaciones no agrícolas por cada empleo agrícola.
Desde el gremio señalan que muchos inversionistas esperaban esta decisión del Gobierno, por lo que, seguramente, aumentará de manera considerable la inversión extranjera directa, y las empresas existentes atraerán recursos adicionales.
Es evidente que el mundo transita hacia una flexibilización en producción de cannabis, incluso para uso recreativo. Este nuevo decreto rompe con varias de las barreras existentes que le restaban competitividad a los productores, y mete al país en las grandes ligas de este prometedor mercado.
Una apuesta por la flor
Daniel Baquero fue uno de los primeros en apostarle a la marihuana como negocio en el país. La empresa de la cual es el CEO, Varianz Biolab, comenzó en 2018 y desde ahí ha vivido un proceso de crecimiento que él denomina “aprendizaje”, pues se trata de una industria nueva que se está abriendo paso.
La compañía se especializa en el cultivo, producción y transformación de la flor de cannabis. Ha desarrollado diez variedades genéticas, producidas en invernaderos. El decreto les abrirá muchas puertas, ya que facilita exportar la flor seca a zonas francas y otros países.
Varianz cuenta con 20 hectáreas licenciadas y opera en Flandes, Tolima. Baquero dice que la flor del cannabis es la que concentra mayor cantidad de cannabinoides, y, por eso, de allí salen más extractos para productos derivados o para fumarla con efectos medicinales. Según el empresario, el negocio requiere de grandes inversiones, pero esperan que, a mediano plazo, con la puesta en marcha del nuevo decreto, comiencen a recuperarlas.
Una industria innovadora
Después de muchos años en la industria de fragancias y colorantes, José María Forero entró hace un par de años en un mundo tan interesante como desconocido hasta ese momento. Él es presidente de Blueberries, un productor de cannabis natural, líder en este sector.
El inversionista argentino está ayudando a darle un vuelco a la empresa, pues en este negocio muchas de las ideas iniciales resultaron no ser aplicables al poco tiempo. Llevan cuatro años en operación y poseen cultivos en Guatavita, un lugar tan ancestral como simbólico. Se dedican a transformar la planta en materia prima de medicamentos y cosméticos.
Aunque no producen, cuentan con numerosos aliados, y en fórmulas magistrales trabajan con Labfarve. No solo transforman las flores que cultivan, también las de otras cinco empresas, pues solo la inversión en el equipo les costó más de un millón de dólares.
Para Forero, el decreto del Gobierno “es una señal de apertura muy importante. Vamos a llevar a la realidad modelos de Excel al negocio”. El ejecutivo asegura que es feliz al trabajar en “una industria donde se puede innovar, donde no hay nada escrito”.