Los demandantes están acusando a las cadenas de comida rápida de proporcionar información incompleta sobre los riesgos de sus productos para la salud aunque, a diferencia del cigarrillo, la comida rápida no es adictiva. Algunas empresas ya empezaron a ocuparse del asunto. McDonald's, por ejemplo, se comprometió a reducir a casi la mitad los ácidos transgrasos en sus papas fritas para comienzos de 2003. PepsiCo, propietaria de Frito-Lay, acaba de lanzar sus Doritos con bajo contenido calórico y comenzará a vender Cheetos menos grasosos para el año entrante.