La tendencia natural de los humanos es a encontrar excusas o culpables de las cosas que dejamos de hacer. Si procrastinamos nuestras decisiones, puede ocurrir que la responsabilidad no es propia, sino de la falta de tiempo, los horarios inadecuados, la tecnología que falló, el clima, el tráfico o cualquier otra excusa que sea útil para quitarnos la culpa.

He encontrado de manera reiterativa en el último año que a pesar de que muchas veces aún se está trabajando en casa, muchos están trabajando más y no solo por decisión de los demás, sino por un tema de decisión propia que no se admite como tal.

Hoy quiero que hagamos una reflexión sobre nuestras propias decisiones respecto a la adicción al trabajo y la conciencia que podemos tener al respecto. ¿Qué tan seguido te has escuchado diciendo cosas como “no tengo tiempo”, “ya no puedo ni almorzar”, “desde que trabajo virtual trabajo más”, “me acosté supertarde trabajando” o “ya no tengo horario?”.

Cualquiera de estas afirmaciones nos puede llevar a pensar que estamos trabajando en exceso, que tal vez ni estamos encontrando un balance que nos permita cuidar nuestra salud porque todo el peso de nuestro horario despiertos lo estamos poniendo en el trabajo.

Ahora me gustaría que hiciéramos una reflexión que nos permita entender si estamos siendo adictos al trabajo por un tema de control, no soltar y sentirnos indispensables, o realmente si la empresa en la que estamos, el ambiente o el jefe nos están llevando a no parar jamás y nos estamos acomodando a una adicción obligada, que en el fondo tal vez no nos molesta.

Pensemos en cuántas reuniones estamos participando que no es necesario que estemos, en cuántas que no nos invitan nos hacemos invitar, cuántos reportes revisamos porque si no lo hacemos posiblemente no queden bien, cuántas veces no delegamos (vertical u horizontalmente) porque no queremos soltar y finalmente pensemos si realmente decimos que no de vez en cuando o nos llenamos de cosas que no debemos por el mismo placer de saber lo “desbordados” que estamos.

Seguramente a esta altura de la lectura ya empezamos a notar si el tema no está solo en los demás, sino en mi propia decisión inconsciente o tal vez consciente. Un profesional eficiente no hace todo solo, no va a reuniones donde no tiene que estar y no es un controlador obsesivo.