Según relatan los entendidos, el arma preferida del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, es imponer (o amenazar con imponer) aranceles a países que estima que tienen una ventaja desleal, siendo sus principales –más no únicos objetivos, por ahora– China y México. Al ser los aranceles un arma tanto política como económica, es muy probable que esta arma también se utilice en contra de los países que abiertamente vayan en contra de las políticas del coloso del norte, como pueden ser las políticas laxas con el narcotráfico, aranceles que naturalmente afectarían a Colombia.

¿Pero por qué se afirma que los aranceles son un arma de triple filo? Hay tres razones principales:

  • La primera es que los aranceles normalmente se imponen para proteger a sectores o a empresas concretas que, una vez libradas de incómoda competencia, suelen imponer precios superiores a los que se consiguen por ese producto en el mercado mundial. Un ejemplo claro puede ser el de la industria automotriz, en la cual los aranceles en contra de los autos chinos parecieran tener un solo beneficiario concreto que es la empresa Tesla. Al final del día, más que los fabricantes chinos, quien termina sufriendo es el consumidor estadounidense.
  • Al proteger a los sectores y a las empresas locales por medio de aranceles, en realidad se le está dando oxígeno a sectores y empresas ineficientes que muy seguramente tendrían que salir del mercado sin la protección artificial que brindan los aranceles. A mediano y largo plazo, quien termina asumiendo el costo de estas ineficiencias es el consumidor.
  • Los aranceles, principalmente aquellos de materias primas o de productos intermedios, suelen encarecer el precio de los productos en el país que los impone. También los aranceles, en la mayoría de los casos, no tienen en cuenta que muchos componentes del país que impone los aranceles, como puede ser Estados Unidos, están integrados a las cadenas de producción del producto en el país al que se le imponen los aranceles, como es México. Se estima que cada dólar de exportaciones mexicanas tiene alrededor de 40 centavos de contenido estadounidense. El arancel termina castigando al productor de Estados Unidos y en últimas quien termina pagando el pato es el consumidor.
  • Los países a quienes se les aplican aranceles suelen adoptar represalias e imponer aranceles de similar magnitud. Estas retaliaciones no solo castigan a los exportadores, sino que pueden llegar a conducir a guerras comerciales con serias implicaciones en el campo político. De parte de los chinos, una posible represalia podría ser ponerles aranceles prohibitivos a productos de Apple o de Boeing.

Para el FMI, aunque los aranceles pueden traer cierto alivio a las ramas de producción y a los trabajadores que compiten directamente con las importaciones afectadas, “en términos generales son contractivas y reducen el producto, la inversión y el empleo en el conjunto de la economía”. Es una pena que un arma tan peligrosa y con tantos efectos potenciales negativos, sea el arma preferida de Trump.

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Apostilla: Pocas medidas tan estúpidas como aquella de aumentar los impuestos a los híbridos. El argumento débil y falaz de las autoridades es que dichos vehículos no contribuyen a disminuir el consumo de combustibles fósiles. Según el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, “en la actualidad se ha comprobado que (los híbridos) es muy poco lo que contribuyen hacia la ‘electricidad’ como forma principal de alimentación de la movilidad particular, en lugar de los combustibles fósiles”. Se equivoca el ministro: los vehículos híbridos, sobre todo en las ciudades, ahorran hasta un 60% en el uso de gasolina. El que el motor eléctrico solo les permita ir unos pocos kilómetros en modo totalmente eléctrico es irrelevante. Lo que las autoridades han debido hacer es atar los aranceles al consumo de gasolina por kilómetro: entre más consumo, más alto debería ser el arancel; y entre menos consumo, más bajo. ¡Esa sí sería una política inteligente y no discriminatoria!