El Reino Unido se encuentra en la tercera cuarentena y la economía está fuertemente afectada. El PIB, después de haber caído en el primer semestre de 2020 a niveles del 18 %, se había recuperado en un 16 %, aunque posteriormente presentó una nueva debacle del 2, 6 % en el mes de noviembre. Esto cambió las perspectivas económicas sobre los resultados del primer trimestre de 2021.
En diciembre, Bloomberg estimaba que en 2021 la economía del Reino Unido crecería aproximadamente un 5 %, pero recientemente, PWC estimó que este porcentaje será del 3,5 % dado que el Brexit tendrá un mayor impacto que el estimado.
Sin embargo, todo esto puede ser diferente con capacidad de financiación e innovación en política pública. De esta manera, el Reino Unido ha podido mantener su tasa de desempleo en el 4 %.
Más allá de acelerar el proceso de vacunación de todo el país esperando cubrir la población de mayor riesgo para finales de febrero y reabrir la economía, el ministro Sunak está estudiando nuevas políticas de expansión económica, como un aumento del 10 % en el valor de los subsidios a desempleados e independientes, que le costaría al país 6 billones de libras en 2021 (equivalente a 35 billones de pesos).
Adicionalmente, ha mencionado de manera explícita su enfoque en reducir la tasa de desempleo (“jobs, jobs, jobs”), para lo cual estaría trabajando en volver a un programa de auxilio económico que ya rindió buenos frutos en el pasado y consistiría en el pago de 1.000 libras por cada empleado que las empresas volvieran a contratar.
Si bien las expectativas de crecimiento fueron más optimistas durante el último trimestre de 2020, la más reciente cuarentena demuestra que existe una desconexión entre las economías desarrolladas que solo tienen el covid-19 como preocupación y las que enfrentan choques externos importantes o fracturas estructurales para adquirir financiación e implementar política pública expansionista.
Para ilustrar mi posición, JP Morgan presentaba en el verano de 2020 expectativas de crecimiento global para 2021 en torno al 3 %. En diciembre, reflejaban un mayor optimismo y se ubicaron en el 6 %. Sin embargo, tan solo 15 días después reconoció que existe una discrepancia entre el potencial de las economías que pueden implementar rápidamente un plan de de vacunación para sus ciudadanos, cuentan con espacio para tomar recursos adicionales y pueden financiar nuevos planes de expansión económica, frente a las que no.
Planes de expansión como el de la Unión Europea, destinando el 0,5 % del PIB de la Zona Euro a acelerar la conversión hacia una economía más verde, o el plan a cinco años No. 14 de China con un particular foco en la eficiencia energética generan estimaciones de emisiones de bonos verdes cercanas a los 600 billones de dólares en 2021, casi dos veces la emisión total en 2019.
Así mismo, los recientes $ 1,9 billones de dólares del presidente Biden soportan la perspectiva de Goldman Sachs que posiciona los commodities en un lugar de privilegio en esta recuperación.
Por el contrario, países como México, que han contado con una reciente desafortunada experiencia en la administración pública y poca seriedad con la gravedad de la pandemia, podrían estar cerrando las puertas a todos esos componentes que construyen una reactivación económica y que incluyen medidas para incrementar la inversión extranjera, el emprendimiento, el eficiente desarrollo y el fomento de empleo calificado.
En Colombia, muchos empresarios comentan sus preocupaciones sobre el crecimiento económico del país por el deficiente apoyo del gobierno al desarrollo y la innovación en política pública, así como por la falta de entendimiento sobre temas cruciales como la construcción de una economía digital.
Los comentarios de inversionistas, alegando no solamente flaqueza en las perspectivas de largo plazo del entorno económico, también evidenciando que existen otros países más atractivos en la región, son una muestra más de las debilidades que debe afrontar hoy el país.
Si bien a inicios de 2020 parecía que todos los países debían preocuparse únicamente por los estragos y las consecuencias en la salud de sus habitantes de la propagación del virus, el 2021 evidencia que es posible una segunda caída económica tan profunda como la vivida en el segundo trimestre de 2020.
Los países que pueden salir más golpeados por sus consecuencias serán aquellos que no tengan recursos suficientes para financiar la recuperación, carezcan de medios para dar cobertura en vacunación a toda su población durante este año y aquellos que se conformen con los mayores ingresos generados por el incremento en el valor de los commodities pero decidan no invertir en el desarrollo de una economía digital.
Colombia, de acuerdo con la opinión generalizada de los inversionistas, tiene un equipo de gobierno que resalta positivamente en la región. Sin embargo, no debe escatimar esfuerzos en adquirir un mayor número de vacunas que cubra a la totalidad de la población, ni considerar que el aumento del endeudamiento público haya terminado, pues serán necesarios más recursos económicos y tal vez una reforma tributaria más ambiciosa.
No obstante a lo anterior, Colombia deberá trabajar en construir una economía digital que pueda competir con las de sus pares de la Ocde y no caer en el error de confiar su crecimiento económico a las buenas perspectivas en el precio de los commodities, que sin duda alguna traerán mayores ingresos al país.