Aunque Colombia ha sido exitosa en los últimos años en crecimiento económico y en recuperación de la economía después de la pandemia, siempre ha existido un lunar que es el empleo. Ningún gobierno ha logrado verdaderamente romperle el espinazo al desempleo y llevarlo a los niveles de pleno empleo, siempre ha rondado más bien entre el 10 % y el 14 %, que es muy alto.
Adicionalmente, los niveles de informalidad siguen siendo complejos. Somos un país donde el autoempleo sigue estando en niveles del 50 %. Esto explica los niveles tan bajos de ahorro y cotización pensional. Vivir del día a día es una constante.
Una de las razones de esto son los costos y la rigidez de nuestro sistema laboral. Entre cotizaciones de pensión, primas, cesantías y seguridad social se debe pagar más o menos un 55 % adicional al salario que devenga el trabajador, lo que implica que muchas empresas y negocios mantengan la nómina a raya y sean muy precavidos en el momento de su aumento. No obstante, el sector privado genera más del 90 % del empleo, donde las microempresas son parte fundamental.
Hasta ahora algunos de los ministros en sus pocos días de gestión han mandado mensajes bastante preocupantes que pueden hacernos retroceder años en lograr un mejor desempeño, mejores índices de empleo formal y de cotizaciones a pensión.
Acabar con los contratos de prestación de servicios, que es una fórmula alternativa de empleo para no aumentar la nómina formal y así se puedan contratar servicios que se necesitan, exigiéndole al prestador su cotización a parafiscales para el pago, ha venido funcionando. Esta medida generaría una explosión en el índice de desempleo, ya que muchas entidades no tendrían cómo contratar directamente a estas personas.
Además, la ministra de trabajo ha hablado de aumentar el costo de las horas extras y los dominicales, un craso error, ya que esto generaría un bajonazo grande a la economía. Las empresas dejarían de operar en esas horas por sus costos y las que tienen que hacerlo disminuirían los empleados. No vale la pena dar este paso en momentos en que la competencia y la globalización buscan ser eficientes y atraer inversión extranjera. Se debería mirar más bien el contrato laboral por horas que funciona muy bien en muchos países.
Por otro lado, mirando la reforma tributaria, donde se disminuyen incentivos y aumentan impuestos a la creación y funcionamiento de determinadas industrias que hoy en día generan gran cantidad de empleos, puede ser el fin de estas. Todo lo que tiene que ver con el turismo y el tema audiovisual y de cine pierde competitividad y puede llevar a que muchas de las inversiones que se han hecho en esos sectores se acaben.
Con el empleo no se juega. Tenemos que fomentar el empleo formal en el país. Para esto debemos dar alicientes para que el sector privado, gran motor de la economía, los genere. Cualquier traba que se ponga, por pequeña que sea, puede generar caos. Debemos ser competitivos, movernos hacia los estándares internacionales en términos de costos laborales y fiscales, para que empresas multinacionales se establezcan en el país y nos ayuden a remar hacia el futuro.