El precio del gas se ha multiplicado casi cuatro veces este año, el del petróleo Brent llega a niveles cercanos a los US$80 por barril y con ellos la esperanza de un nuevo ciclo alcista en materias primas, que reactive las oportunidades de Colombia y Latinoamérica. Un ciclo que podría ayudar a la región a salir de la difícil situación fiscal que enfrenta.
Los precios son los precios y son el último juez de la verdad en los mercados. Los economistas los modelan como el punto de equilibrio donde la curva de la oferta se cruza con la demanda. Sin embargo, en la realidad, la oferta llega de una cadena de valor. Son esas cadenas de valor las que crean volatilidad en el precio de la energía y otras materias primas.
Nos encontramos en una profunda transición del petróleo hacia la electricidad. El mundo de los bits seguirá siendo el protagonista del crecimiento mundial y ese mundo demanda electricidad. Con el desmantelamiento de la energía nuclear en Europa y Japón, junto con las políticas de cambio climático, la dependencia por el gas natural será brutal. Además, la energía renovable (eólica y solar) no logra suplir esa demanda.
Vivimos una época de cambio. A comienzos del siglo XX la transición del carbón al gas transformó el mapa geopolítico del mundo. El centro energético pasó de Alsacia y Lorena a las colonias británicas del Medio Oriente y Bakú (Azerbaiyán, antigua Rusia zarista). Esa transición permitió a los Rockefeller construir un Imperio en los Estados Unidos con Standard Oil.
Las colonias de Medio Oriente se independizaron en la década de 1970. El gobierno saudí tomó el control del suministro del petróleo por medio de un cartel alineado a sus intereses: La OPEP. Hoy la transición del petróleo al gas creará un mapa geopolítico diferente en la región donde Rusia, Catar, Irán y Turquía serán protagonistas.
Por otro lado, Europa pierde parte de su apalancamiento geopolítico en Ucrania y Bielorrusia cuando depende energéticamente del gobierno de Vladímir Putin para tener gas.
Las mayores reservas de este recurso se encuentran en Irán, Rusia y Catar, lo que incentiva a China a crear corredores que le garanticen el acceso al preciado gas. Estados Unidos, por su parte, tiene reservas por 100 años con la revolución del gas de esquisto.
Existen otras soluciones al problema energético. Una de ellas es el hidrógeno y la otra en la energía nuclear. Por eso, no solo el gas está en precios máximos, también el uranio, que ha tenido un gran desempeño este 2021.
El futuro del uranio está en los reactores modulares y reactores basados en torio, que pueden ser la última solución al problema del cambio climático y también crear un escenario óptimo para la colonización de otros planetas. Sin una fuente de energía modular el ser humano como especie interplanetaria es una quimera.