Hace algún tiempo, cuando iniciaba la pandemia, en diferentes conversaciones siempre manifesté que si tuviéramos que elegir una variable económica para seguir entre la inflación, el crecimiento y el desempleo, debería ser esta última, por su alcance social y por como refleja el impacto de las otras dos. Es más, en mi columna del 12 mayo –“La pobreza, el verdadero enemigo a vencer”– complementé esa postura hablando de los datos de pobreza calculados por el DANE en medio del contexto de las protestas, marchas y bloqueos.

Esta es la columna del 12 mayo “La pobreza, el verdadero enemigo a vencer” por si quieren revisarla.

Ahora, mientras el descontento social continúa presente en gran parte del país y con todavía una fuerte sensación de inestabilidad, vale la pena revisar el dato de desempleo publicado por el DANE, que marcó una tasa de 15,6 % para mayo, lo que sin lugar dudas representó una importante reducción frente al mismo mes de 2020, cuando fue del 21,4 %. Esto dejó a la población desocupada con alrededor de 3.792.000 personas después de una reducción de 900.000.

Es precisamente en este punto donde vale la pena no dejarnos confundir porque la tasa haya bajado significativamente frente a un escenario de estrés atípico como la pandemia. El centro del problema es que todavía hay más de 3,7 millones de desempleados en Colombia y es justo con eso que se continuarán alimentando las cifras de pobreza y, por ende, el descontento social. Para darnos una idea, si comparamos el número de desocupados frente al de mayo de 2019, nos muestra un panorama muy diferente, en el que este año hay 1.181.000 más que antes de la pandemia. Quiere decir que continuamos viendo un deterioro del mercado laboral frente a los periodos pre pandemia.

Gráfico 1. Elaboración propia. Datos DANE. | Foto: Columna Gregorio Gandini

Para tener algo más de perspectiva histórica, el Grafico 1 muestra las series de tasa de desempleo y desocupados para los últimos 20 años, desde 2001, donde puede notarse que, antes de la pandemia, existe un comportamiento marcadamente estacional que cae en diciembre y aumenta en enero de acuerdo con el movimiento de empleos temporales hacia el fin de año. Pero también vale la pena ver que entre 2001 y 2011 existe una tendencia decreciente, y a partir de 2012 hasta 2018 mantenemos registros en su mayoría por debajo de dos dígitos. Esta tendencia empieza a revertirse en 2019, que ya mostraba un deterioro en el mercado laboral y termina de emporarse por el impacto imprevisto y extremo de la pandemia.

Para ahondar un poco más en las implicaciones de estas cifras, el caso concreto del desempleo femenino muestra cómo tendencias estructurales que tal vez pasaban desapercibidas han tomado un nuevo protagonismo en los escenarios de la pandemia. Por ejemplo, analizando la dinámica de reducción de los desocupados en mayo de este año ha sido más fuerte en hombres que en mujeres, donde comparados con 2020 los primeros cayeron en 568.000 mientras las segundas en 333.000. En términos de tasas de desempleo esto significó un desempleo masculino de 13 % mientras para las mujeres esta cifra equivale a 19,4 %. De primera mano, la implicación de esto es un menor ingreso de hogares, bien sea que caiga el combinado entre diferentes miembros del hogar o que las mujeres sean cabezas de familia, lo que a su vez haría más difícil recuperar una mayor dinámica en el consumo y por tanto en el crecimiento.

Ahora, el ejercicio desde el punto de vista de los desocupados cesantes por rama de actividad presenta un total de 3,3 millones, de los cuales el 18,4 % lo proveyó el sector de comercio y reparación de vehículos que, al igual que 2020, continúa siendo el que más aporta. Por su parte, la construcción muestra la mayor reducción pasando alrededor de 600.000 cesantes en mayo de 2020 a 405.000 aproximadamente este año y representando el 12 % del total, lo que habla de un buen impulso en su reactivación en especial a la luz de los programas de apoyo de compra de vivienda del Gobierno.

Sin lugar a dudas, con 15,6 % de desempleo estamos mejor que en mayo de 2020 cuando la tasa fue la más alta de ese año con 21,4 %, pero todavía estamos lejos del 10,5 % de 2019 y el 9,7 % de 2018. La reactivación económica es un paso importante en esa dirección, pero la meta real y sostenible en el largo plazo debe ser crear un esquema de incentivos para la generación de empleo formal sostenible en el tiempo.

Creo que uno de los puntos importantes es realizar un análisis de cómo funciona todo el esquema laboral en Colombia revisando la forma de modernizarlo y hacerlo más dinámico para aprovechar el impulso de nuevos emprendimientos que están cambiando la configuración de las relaciones laborales. Otro elemento crucial es evaluar el papel del Estado en el mercado laboral, ¿Podría un esquema de Estado como empleador de última instancia ser parte de la solución? El profesor José Gómez González, de la Universidad de La Sabana, tiene análisis muy interesantes al respecto. Como pueden ver, hay mucha tela de donde cortar y es un tema complejo, ya que las políticas o medidas no tienen un resultado inmediato, pero sin lugar a dudas es una discusión que debe tenerse porque el desempleo cae, pero no lo suficiente.