El cambio en los hábitos de los comercios y de consumidores ha generado un cambio irreversible que avanza cada vez más hacia la digitalización. Por supuesto, los pagos digitales son una parte sumamente importante en este proceso, para poder darle continuidad a las actividades laborales, educativas, personales, recreativas, de consumo y demás relacionadas.
Hace unos años, en la región latinoamericana, el efectivo no sólo era el principal medio de pago, sino también los cheques físicos que representaban cerca de un 18% de las transacciones totales. Aunque aún hay una resistencia al cambio en ciertos segmentos de la población, dado que el efectivo aún predomina dentro de las preferencias de los consumidores (especialmente), la tecnología ha logrado canalizar un ecosistema para digitalizar cada vez más y más transacciones, potenciado esto por la virtualidad impuesta por los aislamientos generados producto de la pandemia del coronavirus.
Ahora bien, examinando que el uso del internet ha cambiado de un 50% en 2015 a un 66% en 2020, podría anticiparse que los cambios han sido impulsados especialmente por las generaciones más jóvenes.
Al respecto, Euromonitor International consolidó un estudio que refleja el aumento de los pagos digitales en América Latina. Allí se determinó que, aunque la región latinoamericana se muestra como una región lo suficientemente conectada, no está lo suficientemente bancarizada. Por supuesto, el talón de Aquiles de la educación financiera sigue teniendo serias repercusiones, pero en medio de esto, el avance en los pagos digitales ha sido notorio.
En su consolidación de cifras demográficas, se pudo observar que el aumento de la población mayor de 18 años y menores a 44 años es mucho más alto en comparación a regiones como Europa y Norteamérica. Así, la enorme ola en el crecimiento de la población joven en América Latina ha acelerado la adopción y el uso de varios dispositivos tecnológicos, en donde un 71% de esta población cuenta con un smartphone a 2020.
No obstante, si bien podría decirse que América Latina cada vez cierra más su brecha en materia de tecnología y conectividad, esto no implica un incremento en paralelo y equivalente en el uso de los pagos digitales. Por ahora, la adquisición de los teléfonos aún viene siendo para mensajería y llamadas telefónicas, especialmente. Sólo el 20% de estas personas usan estos dispositivos para servicios financieros y el 16% lo usa para la venta de bienes o servicios.
En contraste, en Norteamérica el 82 % de esa parte de la población usa el internet para algún servicio bancario, mientras que un 51 % lo usa para la venta o la compra de algún producto. La diferencia es enorme y es un punto clave a considerar puesto que es la muestra de que existe un mercado de gran potencial para poder explotar mucho más los beneficios de la digitalización en los medios de pago.
Pero claramente otorgarle estos accesos a la población no basta. Según Euromonitor, para estimular la inclusión financiera digital, se deben hacer esfuerzos para incentivar un ecosistema completo y adecuado, logrando expandir toda la infraestructura no sólo desde la demanda, sino también desde la oferta. Asimismo, es crucial ponerle más atención al déficit de educación financiera en toda la región y a la generación de incentivos para que las empresas se metan en esta rentable innovación.
Ahora, la disminución en el uso de efectivo tiene otro tipo de contribuciones. No sólo trae diversos costos gubernamentales, directos e indirectos, sino que también reduce problemas asociados a la evasión de impuestos, delincuencia y reducción en los mecanismos para préstamos crediticios.
Por supuesto, no hay que malinterpretar las cifras. Son varios los estudios que han mostrado el avance en la disminución del uso de efectivo; no obstante, América Latina es la región que ha mostrado el avance más lento y averso a este cambio, a pesar del avance en el uso de dispositivos digitales y un mayor uso del internet.
Para ello, muchos consumidores y empresas buscan plataformas y herramientas que les ofrezcan no sólo una mayor facilidad en la ejecución de las transacciones, sino también seguridad, simplicidad y disponibilidad.
Así, se espera una maduración del mercado con sistemas financieros más disruptivos a lo largo de la región. El punto es que los clientes pueden disfrutar de mejores experiencias a bajos costos. Por eso también se espera que bancos y Fintech’s, al tener acceso a un mayor número de clientes, puedan ajustar su cartera de productos, diversificarla más y satisfacer más necesidades específicas de este potencial mercado.
Los desafíos se mantienen. Y la competencia se espera que se ponga más reñida. Hoy día aún se deben superar obstáculos como las barreras culturales, la desconfianza en la tecnología y los ecosistemas financieros subdesarrollados en una era en que el dominio de los cobros y pagos sin contacto ha de tomarse una mayor participación siendo, en lo posible, masiva entre distintas generaciones y segmentos de la población a través de una robusta educación financiera.
En la región, cabe destacar el liderazgo de Colombia en temas de bancarización, uso de canalis digitales y generación de servicios financieros; por un lado, con cifras de Finnovista y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se destaca que Colombia es uno de los mercados más importantes en América Latina para Fintech, junto a Brasil y México. Esto se debe a que el número de este tipo de emprendimientos colombianos ha subido en un 26% entre 2019 y 2020, con más de 200 Fintech generadas. Por otra parte, según estadísticas de la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC), internet dominó con un mayor monto las operaciones del sistema financiero colombiano durante el 2020.
Finalmente, con cifras de inicios de 2021, Banca de Oportunidades menciona que el 87,1% de los adultos están bancarizados, donde 31,6 millones de personas en el país tienen algún producto de ahorro o crédito y 26,5 millones de adultos, tienen por lo menos, un producto financiero activo, lo cual es sobresaliente en la región latinoamericana.