Nos encontramos en uno de los mercados alcistas más notables de la historia, un verdadero Bull Market. No obstante, también es el Bull Market más polarizado y criticado hasta la fecha. La insatisfacción comenzó a gestarse en 2013 con el taper tantrum, cuando surgieron preocupaciones sobre el retiro del estímulo monetario adoptado por la Reserva Federal. Las tensiones se agudizaron en 2018 con las guerras comerciales, que amenazaban al mercado alcista en tecnología.

El año 2020 trajo consigo un panorama aún más desafiante con la llegada de la pandemia y la subsiguiente parálisis económica mundial, así como el inicio de una reconfiguración en las cadenas de valor. Los pesimistas parecían haber encontrado la confirmación definitiva de sus temores. Sin embargo, este período de adversidad también ofreció oportunidades sin precedentes, como lo demuestran los nuevos máximos alcanzados por el S&P 500 y el Nasdaq un año más tarde. El resentimiento hacia este mercado alcista resurge con la invasión de Ucrania por parte de Putin.

La situación se complica aún más en 2022 con la profundización de las consecuencias de la invasión a Ucrania, lo que genera una inflación creciente. La aparición del concepto de ‘estanflacionario’ se convierte en la nueva justificación de los pesimistas. No obstante, en el presente, el S&P 500 continúa mostrando un sendero hacia nuevos máximos. Ante este escenario, surge la pregunta: ¿cómo podemos invertir en este mercado? ¿Cómo podemos utilizar un marco histórico como guía para nuestras inversiones? Y, por último, ¿por qué nosotros pensamos que este mercado alcista es mucho más fuerte que los demás del siglo XX?

Explorando los Bull Markets del siglo XX: un recorrido histórico

Ahora, exploremos qué es un Bull Market. El concepto va más allá de una simple tendencia alcista en los índices financieros. Es un indicio de un cambio estructural profundo en el modelo de producción económica, a nivel nacional o mundial. Un Bull Market señala transformaciones significativas en sectores clave como energía, transporte, materiales, alimentación o procesamiento de la información. Estos cambios, aunque a veces pueden pasar desapercibidos, representan oportunidades masivas de creación de valor. La intensidad del Bull Market está determinada por la convergencia de estas disrupciones tecnológicas. Sin embargo, estos cambios no solo afectan el ámbito económico, sino que también tienen un impacto social considerable. Provocan un cambio de mentalidad en la sociedad, generando nuevos conjuntos de creencias y valores. Esto, a su vez, moldea un nuevo sistema operativo social que refleja las nuevas realidades y necesidades del mundo en evolución.

Así como la estrella polar era el faro que siempre habaía guiado a los navegantes, las estrellas del jazz, rock and roll, pop, grunge y el indie folk son las guías que nos indican que un cambio estructural está aconteciendo en nuestra sociedad.

El Bull Market del charleston: Louis Armstrong

El primer Bull Market al que deseo hacer referencia es comúnmente conocido como los Rugientes años veinte. Sin embargo, prefiero renombrarlo como el Bull Market de Louis Armstrong, del jazz y del charleston. Este fue un momento de gran creatividad y serendipia, en que una multitud de innovaciones en el modelo de producción mundial estaba ocurriendo. Los automóviles de Ford comenzaron a proliferar como el principal medio de transporte. Las disrupciones en el sistema eléctrico se convirtieron en una fuente de energía que electrificó e iluminó toda la sociedad del siglo XX. La industria química introdujo nuevos materiales, marcando el inicio de la era del petróleo. Este Bull Market surgió en el contexto posterior a la Primera Guerra Mundial, en medio de la Revolución bolchevique y un clima de pesimismo global. Sin embargo, fue en este período de incertidumbre que se sembraron las verdaderas semillas del cambio. Empresas como Standard Oil, Ford, General Electric y Westinghouse fueron protagonistas destacados en este período de expansión económica.

El Bull Market de rock and roll: Elvis Presley

Otro mercado alcista que merece nuestra atención son los años cincuenta. Me gusta llamar a este Bull Market el del rock and roll. Este período marca el fin de la Segunda Guerra Mundial y la redefinición geopolítica del mundo. Se desarrolló una intensa rivalidad entre dos gigantes, Estados Unidos y la Unión Soviética, compitiendo por tecnología, recursos naturales estratégicos y proyección geopolítica. Fue un tiempo marcado por el pesimismo, con la sociedad temiendo una posible aniquilación nuclear. Sin embargo, también fue una época de gran creatividad, en que se encontraron soluciones a diversos problemas. La industria del petróleo alcanzó su apogeo y la electricidad encontró nuevas sinergias con los avances en la industria química. En el ámbito automotriz, Ford ya no estaba solo, ya que Toyota y otros nichos emergieron como una alternativa más eficiente y económica en la producción de automóviles. Además, se descubrió la energía nuclear, que se convirtió en una nueva fuente de energía. En los años cincuenta nacen nuevos movimientos sociales como el hipismo. Es la era del rock and roll con Elvis Presley como su rey.

Una vez la creatividad superó los desafíos geopolíticos y el pesimismo, fue una época en la que Estados Unidos reconfiguró su modelo de producción, transformando la economía y la sociedad a nivel global.

El Bull Market del pop: Michael Jackson y Madonna

Otro mercado alcista crucial, aunque con desafíos significativos, son los años ochenta. Esta década se desarrolló en un contexto de pesimismo, con estanflación y precios del petróleo disparados debido al conflicto entre Irán e Irak, que tuvo repercusiones globales en la economía. Hubo una urgente necesidad de un nuevo modelo de producción. Durante los ochenta, la revolución tecnológica en la industria de la computación alcanzó su madurez, marcando el surgimiento de la era de los computadores personales. Nuevos gigantes como Microsoft, Apple y Sun Microsystems emergieron como líderes en esta industria, transformando por completo la economía mundial. Este período no solo definió la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética, sino que también impulsó un cambio de modelo económico. Japón se destacó como un nuevo milagro económico, liderando el camino en eficiencia de producción. Los ochenta fueron una era de gran creatividad, dando lugar a un nuevo género musical, el pop. Un nuevo rey surgió en la escena musical, Michael Jackson, redefiniendo el panorama musical y cultural de la época, sucediendo así a Elvis Presley como el ícono máximo de la escena musical.

El Bull Market del grunge y el pop: Kurt Cobain y Britney Spears

Los años noventa representaron otro Bull Market importante del siglo XX, coincidiendo con un momento en el que el mundo experimentaba cambios políticos drásticos. La caída del Muro de Berlín simbolizó el triunfo del capitalismo sobre el comunismo, con Estados Unidos liderando el camino hacia los mercados libres en lugar del modelo totalitario que prevalecía en la Unión Soviética. Sin embargo, esta era de optimismo económico también estuvo marcada por desafíos significativos. El desempleo y la recesión afectaron a muchas partes del mundo y la mano de obra migró hacia países emergentes como México, que ofrecían costos de producción más bajos. En Asia, especialmente en China, comenzaron a germinar las semillas de un impresionante crecimiento económico. El sentimiento de pesimismo se reflejó en la música de la década, con bandas como Nirvana y su ícono Kurt Cobain, que encapsularon la sensación de descontento en el género grunge, que perduró en el tiempo. No obstante, la creatividad siempre triunfa sobre el pesimismo. Mientras el Muro de Berlín caía en 1989, el primer protocolo de internet, HTTP, se creaba en el CERN de Suiza, marcando el inicio de la era de internet. Nuevos protagonistas nacen: Amazon, Yahoo, Google. Esta nueva era tecnológica dio lugar a la democratización de la información y continuó alimentando la creatividad. El pop encontró una nueva reina: Britney Spears.

El Bull Market de la metamorfosis: Taylor Swift y Shakira

Finalmente, hemos alcanzado el actual Bull Market, un punto de inflexión que, desde mi perspectiva, se gestó en 2010. Surgió en medio del pesimismo tras la crisis de Lehman Brothers, una de las mayores crisis financieras de la historia. Este clima sombrío se vio agravado por el surgimiento de un nuevo gigante económico: el ascenso de China con su sistema económico alternativo. Este cambio se reflejó en una feroz competencia por tecnología, recursos naturales estratégicos y en la lucha por la supremacía en la moneda geopolítica, evocando en muchos aspectos la tensión de la Guerra Fría de los años cincuenta y su desafío tecnológico. Ahora, el panorama tecnológico ha evolucionado exponencialmente. Ya no estamos simplemente hablando de IBM, sino de titanes como Google y su subsidiaria DeepMind, que han logrado avances revolucionarios en campos como la programación de proteínas, la creación de nuevos materiales y la estabilización del proceso de fusión nuclear.

Nos encontramos ante un cambio de magnitudes más profundas que en décadas anteriores. En los bull markets anteriores, vimos transformaciones en el modelo de transporte, la energía, los materiales y el sistema de información, similar a lo experimentado en los años ochenta. Pero esta vez, nos enfrentamos a algo aún más monumental: un cambio radical en nuestra forma de alimentarnos, comparable únicamente con el descubrimiento de la agricultura en el desarrollo de nuestra civilización. Estamos en medio de una gran metamorfosis civilizatoria.

Dos artistas que han sido pioneras en esta metamorfosis son Taylor Swift y Shakira. En términos de éxito comercial, Taylor Swift lleva una leve ventaja sobre Shakira. Sin embargo, Shakira tiene un alcance global mucho más amplio, con una música que es especialmente popular en América Latina y Europa. Ambas han sido elogiadas por sus habilidades compositivas y han incursionado exitosamente en diversos géneros musicales. Taylor Swift ha transitado desde el country hasta el pop y el indie folk, mientras que Shakira ha explorado un viaje musical desde el rock hasta el pop y el latin pop, incursionando incluso en géneros como el tango, la bachata y el reguetón.

¿Qué compañías encarnan este espíritu de transformación? NVIDIA, Microsoft y, tal vez, una sorpresa que se ha reinventado como General Electric. O la tecnología criptográfica que puede ser el cimiento de una economía descentralizada. No sabemos cuál será la criptomoneda que domine, pero sí sabemos que con FTX fuera del mercado y Binance bajo investigación, Coinbase tiene una fuerte ventaja competitiva.