Aunque es una modalidad de estafa conocida y usada mucho antes de pandemia, desde 2022 explotaron una serie de denuncias sobre aplicaciones para préstamos de dinero que se promocionaban especialmente a través de redes sociales. La propuesta era tan llamativa en términos de costos y plazos que muchas personas no dudaban en tomar el ofrecimiento sin darse cuenta de los términos y condiciones que venían en la letra pequeña.
Por ejemplo, este tipo de plataformas ofrece la alternativa de acceder al dinero de una manera rápida y sin tanto papeleo a cambio de firmar un contrato sujeto a cambios y que incluye peticiones de acceso a varios datos personales de su teléfono celular, tales como contactos y fotos.
Así, con estos accesos, estos lobos con piel de oveja obtienen la información que necesitan para luego ejercer presiones a quienes nos les paguen en las fechas que súbitamente determinan, yendo en contra de la oferta inicial. Los casos más populares es que en un principio ofrecían plazos de pago de hasta 91 días, pero luego, una vez el cliente accedía a la propuesta, empezaban a generar cobros semanales y/o descontaban por derecha un porcentaje del desembolso con el pretexto de cobrar comisiones u otras tarifas por los servicios prestados.
Al no tener como pagar, empezaba el martirio y la tortura virtual al cliente y a los contactos que este registra en su celular. Considerándole ya como un cliente en mora, el área de cobranzas empieza a utilizar fotos acosando a la persona y adjuntan mensajes intimidantes que les hacen creer a dichos contactos que quedaron como referencias o codeudores de la deuda. Para estas aplicaciones el fin justifica los medios y, aunque están legalmente constituidas, muchos colombianos se cuestionan sobre la falta de regulación para estas aplicaciones.
Pues bien, la modalidad continúa y no parece dar marcha atrás. Su labor de guerrilla marketing es tan ardua y agresiva que se han vuelto expertos en la promoción de sus productos y campañas con una buena dosis de “confunde y reinarás”. Generalmente, las personas no entienden lo que aceptan ni a lo que se enfrentan porque su sentido de urgencia es más grande.
Por ende, se puede hablar de tres falencias o problemáticas que corren en paralelo: el abuso de quienes conforman y sostienen la operación de estas aplicaciones (y hasta con dinero de dudosa procedencia); la falla en la educación financiera que lleva a que las personas se alejen de productos de créditos formales por desconocimiento y/o aversión al sistema financiero, lo que fomenta que se tomen a la ligera la aceptación de esta clase de ofertas y firmen sin comprender o sin leer en absoluto estos contratos; y finalmente la falta de regulación sobre estas aplicaciones que pueden ir presentándose como iniciativas Fintech.
De acuerdo con diario El País, en mayo de 2022 la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) convocó a una mesa de trabajo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, la Superintendencia Financiera, la Super Sociedades, la Unidad de Proyección Normativa y Estudios de Regulación Financiera, la Fiscalía y la Policía, para intervenir las aplicaciones de crédito que estarían cometiendo esta persecución y/o delitos de extorsión. No obstante, también se sabe de irregularidades que merecen investigaciones y sanciones en casos en donde las direcciones que ponen en cámara de comercio terminan siendo lotes desocupados o panaderías de barrio.
A finales de septiembre del año pasado, la SIC tenía más de 250 denuncias relacionadas con esta modalidad, en donde la mayoría eran radicadas para aplicaciones como Profin, PezCredito, Lococash y Suplata. Hoy en día, todas estas aplicaciones son fáciles de encontrar en redes como Facebook e Instagram, en donde es evidente la mala reputación que las antecede dadas las bajas calificaciones y los comentarios u opiniones negativas de otros usuarios. Y aun así, muchas personas caen en sus redes.
Aunque algo que aumenta la gravedad del contexto es la modalidad de compra de seguidores o el uso de bots malignos para aumentar las calificaciones, incrementar el número de descargas y/o mejorar las opiniones, atributos en los que se fijan muchas personas antes de descargar este tipo de aplicaciones. Infortunadamente, estos indicadores ya no son confiables por ser susceptibles al hackeo y publicidad engañosa.
Pero toda aplicación también es susceptible a ser denunciada en Google Play y en Apple Store: en cada aplicación existe la opción de reportar un problema, para el caso de Apple, o de marcarla como inapropiada, en el caso de Play Store. Esto iniciará un proceso de revisión de contenido que podría terminar en su eliminación si llegan suficientes denuncias.
Asimismo, es importante sostener la denuncia en las plataformas de distribución digital de aplicaciones móviles con una denuncia en los canales que ofrecen las entidades de control. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Denuncia Virtual de la Policía Nacional (en donde se puede radicar delitos como delitos informáticos, extorsión y el hurto a personas), denuncias a través de la página web, Twitter o la aplicación “SIC a la mano” de la SIC y en el sitio web “ADenunciar” en la página de la Fiscalía.
Aquí el marketing de la influencia y el voz a voz podría ser la combinación ganadora para combatir este tipo de estafas. No solo basta con dejar un mal comentario en una red social; hay que denunciar estas aplicaciones por todos los canales disponibles para alertar a otros usuarios y también para ejercer presión sobre las investigaciones a estas aplicaciones para que puedan ser o reguladas o eliminadas.