Un concierto puede ser una rumba imparable. Puede ser un espacio para que te aplasten en medio de multitudes, puede ser un momento interesante para mostrarte cool en redes. O puede ser una conexión mágica con cosas que no te conectas a diario.
Sí. Estuve en el concierto de Coldplay con una compañía hermosa. Mi hija menor que tiene 17 años. Juanita, la que me enseña algo todos los días.
Hablemos de una mirada diferente de este mega espectáculo. Lleno total. Un estadio absolutamente abarrotado de gente también diversa y con propósitos diferentes. Tremendo negocio llenar un estadio y vender productos por todos lados. Desde florecitas hippies para la cabeza hasta llaveros se podían ver promocionados por todo tipo de vendedores informales.
Llenó dos noches consecutivas en Bogotá. Venían de llenos totales en varios conciertos en Chile y Argentina. Ver salir a Chris Martin abriendo en Bogotá, Music of the Spheres generó una energía irrepetible. A mi lado tenía una chica de unos 25 años que estaba sola y venía de otra ciudad solo a ver a una banda, que si bien musicalmente es impecable, conecta con su mensaje con todas las generaciones.
Ver la emoción de todo un estadio con luces en sus muñecas hacía sentir que el frío de Bogotá no existía. Hizo entender a todos los que fuimos que era el mejor concierto del año y para otros el mejor de sus vidas.
Lo que me parece increíble, además de la energía que generan Viva la Vida, Paradise, My Universe; solo por mencionar algunas, es la manera de conectar de Chris como líder, con 40.000 espectadores.
Su mensaje es increíblemente humanista y ambientalista. De hecho, desde que se entra al estadio es evidente el compromiso con el medio ambiente, la generación de energía cinética a través de acciones de los mismos participantes, el hecho de tener botellones de agua para recargar hace pensar que se puede cambiar la forma de hacer las cosas.
Coldplay, una banda británica de 1996, está innovando con la nueva onda de los conciertos sostenibles. Leí en alguna parte que reciclan los jabones y las cremas de los hoteles y en Colombia lo donaron a un refugio. ¡Increíble! Se puede, realmente se puede.
Observar a todos los integrantes de Coldplay cantando cerca a la tribuna más sur del estadio con un grupo de niños sordomudos que con lenguaje de señas interpretaron la canción junto a ellos fue único. Vi a muchos con los ojos aguados.
No fue solo la pirotecnia, las luces, la energía, la música. La camiseta de Chris que decía Human, me lleno el corazón de esperanza. Ahí estábamos 40.000 personas unidas por la música, la chica de mi lado lloraba de emoción y me decía que los amaba. Ella no fue sola al concierto, fue con otros 39.999 humanos.
Me conecté cuando Chris Martin nos mandó a todos a dejar el celular guardado un rato, a cantar con él, a mirarnos los unos a los otros. Su mensaje de inclusión es con toda la humanidad, con todos como personas. Hablo en un español británico que todos aplaudimos por su buena intención, por su empatía.
Vi a cuatro personajes que podrían ser unas divas. Con una carrera musical y global envidiable. Pero los vi como humanos empáticos, invitando a que seamos más humanos. Su mensaje no es solo musical, es de respeto, de amor y de mucha empatía.
Gracias Coldplay por un concierto único. Por llevar un mensaje de tanta inclusión y sostenibilidad, por tener claro en su gira que Everyone Is An Alien Somewhere (todo el mundo es un extraterrestre en algún lugar) porque eso nos lleva a que todos somos diferentes, diversos, únicos.
Gracias Chris, Guy, Jon y Will.