Colombia es un país en el que el fariseísmo tiene plena vigencia. Hoy los mamertos –y algunos de la llamada ‘izquierda light’– se rasgan las vestiduras por la supuesta prevalencia en innumerables contratos de la mal llamada “cláusula Petro’. Dicha cláusula en esencia es una estipulación entre dos partes de un acuerdo privado, que en el remoto caso de que Gustavo Petro llegue a la presidencia, lo acordado en dicho contrato pierde validez.

Una columnista, cuyas credenciales mamertas no pueden ser más sólidas, afirma que la “cláusula Petro” es “…inaceptable económica, política y socialmente porque atenta contra el sistema democrático, contra la libertad de participación ciudadana y contra el derecho a votar por quien dicte el libre albedrío de cada quien… La “cláusula Petro” es perversa, en democracia, porque los sectores dominantes de la sociedad presionan a los más débiles con el mensaje –a Pedro para que entienda Juan– de que se abstengan de elegir al candidato que no gusta a los primeros, so pena de empobrecer más a los segundos y al país pues, ténganlo por seguro, no se trata únicamente de incumplir un contratico: detrás hay acciones mucho más lesivas como fuga de capitales, cierre de sedes empresariales, de inversiones y demás”.

Me aparto de todos y cada unos de los juicios expresados por dicha columnista. Creo que dos personas, indistintamente sean jurídicas o naturales, pueden pactar todo lo que no contravenga expresamente la ley. El que una o las dos partes no quiera seguir adelante con un negocio porque vislumbra un panorama desfavorable en la economía en caso de que uno u otro candidato sea elegido, bajo ningún punto de vista puede interpretarse como un constreñimiento al libre ejercicio del voto, que entre otras es individual y no colectivo.

Pero lo que más sorprende a quien escribe esta nota es el fariseísmo de casi la totalidad de las personas que dan alaridos en relación a la “cláusula Petro”. Más de la mitad de los colombianos, y casi todos ellos obviamente de manera implícita y no explícita, están analizando con mucho detenimiento y/o absteniéndose de tomar decisiones económicas y personales esperando los resultados de las elecciones. El Sr. Gustavo Petro ha propuesto entre otras, el llamar a una ‘Asamblea Constituyente’ con la finalidad de darle la vuelta al sistema democrático de libre empresa que hoy impera; el menoscabar la independencia del Banco de la República al emitir billetes sin respaldo; el utilizar los recursos de los ‘Fondos Privados de Pensiones’ para fines políticos; el quedarse en el poder por un mínimo de 16 años; y el expropiar a diversos sectores de la economía que no son de su agrado. Por lo tanto, el mirar con enorme preocupación y recelo un eventual gobierno de Petro, no sólo es racional, sino legítimo.wsa

Pero dejemos de ser fariseos al señalar ejemplos (muchos de ellos inexistentes) en que se invoca la tal “cláusula Petro”. En realidad somos millones los colombianos, tácita o explícitamente, los que estamos todos los días, antes de que se aclare el panorama político, aplicando la “cláusula Petro” al abstenernos de tomar un sinnúmero de decisiones económicas y personales que puedan afectar nuestro patrimonio o bienestar personal.

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Apostilla: Basta ya del acoso telefónico de algunos bancos a sus clientes ofreciéndoles todo tipo de servicios que generalmente implican jugosas comisiones para estas instituciones. ¡Ojalá la Superintendencia respectiva tome nota!