En meses pasados, una jueza norteamericana hizo pública la mala práctica de un abogado, en la que, en una demanda ante una aerolínea, se utilizaron antecedentes falsos e información jurídica inexistente, producto de una consulta en el ChatGPT y sus subsecuentes resultados.
Esta situación suscitó el cuestionamiento del innegable hecho de que estas herramientas, que tocan las puertas de todas las industrias, son parte del día a día del ejercicio jurídico.
Como pilares fundamentales, los abogados deben por un lado servir como garantes de la democracia y la libertad y, por otro, ser ejemplo del compromiso abnegado a la profesión, que por elección se ejerce, y la responsabilidad que ello conlleva.
En este sentido, el actuar de los abogados debe propender por la eficiencia del proceder legal con el fin de no saturar un sistema que, por demás, ya nada entre litigios. De esta manera, resulta tentador agilizar los procesos en que se producen, interpretan y aplican las leyes. Sin embargo, en aras de reducir tiempos en tareas repetitivas, no se puede sacrificar el ejercicio ético de la profesión.
En este orden de ideas, el uso de la inteligencia artificial (IA) requiere especial atención en aspectos como la privacidad de los datos, el amparo al privilegio abogado-cliente, y la fiabilidad y veracidad de los datos que se presentan en los distintos procesos.
El punto de partida de las tareas dejó de ser una hoja en blanco, pues no iniciamos desde cero, sino con altos volúmenes de información. Ello trae consigo la responsabilidad de asumir una mayor rigurosidad en la verificación de la información, fuentes y contenidos.
No obstante, es importante destacar que, pese a la reticencia de algunos en el uso de herramientas tecnológicas, estas son indispensables en el desarrollo de las actividades del sector jurídico, especialmente en el panorama actual de América Latina. Ello es de especial interés en tanto la región se encuentra en un cambio político constante y es allí donde el ejercicio dinámico del Derecho se hace necesario.
Desde la ANDI se han planteado principios éticos que responden al compromiso de la organización de servir a la sociedad. En efecto, en la Asociación se avanza en implementación de código ético de uso de IA emitido por la Unesco. Sus recomendaciones, permiten lograr una mayor apropiación tecnológica y el desarrollo de una transformación digital consciente. Cada vez es más importante la autorregulación, anticipándonos a nuevos cambios, y nos alegra poder ser pioneros en implementación de estos lineamientos en Latinoamérica.
Es fundamental que en las facultades de Derecho se enseñe el uso ético de dichas herramientas y, a su vez, entender la utilidad de estos sistemas desde los cimientos de la carrera profesional, lo que ayudará a sopesar sus consecuencias. Al ser estos de carácter multimodal, es decir que manejan desde datos numéricos hasta material audiovisual, pueden ser, más que una herramienta, un aliado para los futuros abogados del país; una espuela bajo la cual den rienda suelta a sus recursos personales para pensar y empatizar –características inherentes a la profesión– y generar aquello que le es imposible a la inteligencia artificial.
Ahora bien, si bien el temor a que la tecnología basada en IA reemplace a los profesionales del Derecho es alto, la realidad es que esta tiene limitaciones de carácter intelectual, geográfico y temporal. Por un lado, es incapaz de producir análisis sofisticados y particulares, no puede ubicarse en las lógicas del Derecho propias de un país, su conocimiento es limitado en tiempo, fuentes de información y corre el riesgo de asumir información desactualizada.
De acuerdo con cifras publicadas por Goldman Sachs, el 44 por ciento de las actividades realizadas por abogados pueden automatizarse con IA. Sí, puede llegar a generar miedo. No obstante, la alfabetización de los chatbots y su adaptación al complejo lenguaje de la jurisprudencia requiere la intervención de quienes la ejercen.
Los abogados han demostrado su alta capacidad de adaptación al cambio de contexto y tendencias, habiendo asumido la transición de sistemas de almacenamiento centralizado a globalizados, incorporando cambios generacionales, integrando competidores diversos, cambiando su sistema de honorarios a modelos alternativos y en general modificando el modelo de relacionamiento con su cliente a uno mucho más cercano, compartido y comprometido, entre otros.
Cómo directora de la Cámara de Servicios de la ANDI considero indispensable destacar que la IA es un complemento muy relevante para el ejercicio del Derecho y es necesario reconocer las virtudes de estas herramientas para desempeñar un mejor trabajo, de la mano de la garantía que imprime la capacidad humana.
*Directora ejecutiva de la Cámara de Servicios Legales de la Andi