Durante los últimos meses el gobierno del presidente Iván Duque ha venido tomando decisiones que impactan fuertemente cimientos que nunca antes se habían comprometido, estas acciones socavan la economía y las ya pocas buenas costumbres políticas que nos quedan.
Las elecciones que se avecinan sacan en muchas oportunidades lo mejor de sí, en otras lo peor, es por eso que la modificación de la Ley de Garantías en la Ley de presupuesto no fue bien vista por los colombianos, aunque somos conscientes que necesitamos más empujones para lograr la tan añorada reactivación económica, es claro que muchos gobernantes y candidatos aprovecharán esa modificación para elegir a sus amigos o a ellos mismos. Utilizar dineros públicos para lograr dividendos políticos es corrupción y esta debe ser castigada con todo el rigor.
Ahora el turno es el del salario mínimo, el presidente acaba de pedir que se incremente para el año 2022 a un millón de pesos antes de subsidio de transporte, ese porcentaje es un poco mayor al 10 %, miremos que consideraciones debemos tener acerca de esta medida hacia el futuro.
Lo primero es que si bien la inflación al cierre del año estará por los lados del 5.30%, muy por encima de la meta del Banco de la República, subir un 5% adicional el salario puede verse bajo dos consideraciones: la primera que los hogares recibirán más recursos para gastar y vivir y la segunda, el riesgo que la inflación se mantenga alta queda vigente, acordémonos que la inflación es el impuesto que más golpea a las clases menos favorecidas. Cabe a notar que ese aumento del salario no llega solo ya que muchos gastos de los hogares están ligados al salario como los servicios públicos y los peajes entre otros. La informalidad que en Colombia pasa de lejos el 50 % puede aumentar adicionalmente por cuenta de esta medida, cada vez ser legal en Colombia es más complicado.
En términos de productividad y rentabilidad de los negocios también tiene un impacto, las empresas que manejan un costo alto de mano de obra tienen que si o si aumentar los precios de sus productos equitativamente con el aumento de gastos o si no la rentabilidad para los accionistas disminuirá y dejarán de invertir para crecer su negocio. Ese aumento de precios reduce también el exceso de recursos que quieren darle a las personas.
Lo que más bien se debería buscar es racionalizar los parafiscales y descuentos que tienen los empleados de sus nóminas, muchos de ellos inanes, que no les aportan nada, y que hacen que contratar a una persona termine costando 50% más que el salario que se le entrega, revisemos las cajas de compensación, los costos de la seguridad social, etc., la eficiencia se paga con más salario y más empleo. Tampoco es descabellado pensar en salarios diferenciales por regiones o salario por horas, cualquier cosa que mejore las condiciones de vida de los colombianos se debe trabajar.
No sé si los ejemplos anteriormente enumerados pueden considerarse pragmatismo o populismo, lo cierto es que si generan un impacto que puede terminar siendo perjudicial para todos cuando el aumento del salario le llega a pocos y a todos si les llega la inflación.