El mundo económico no ha podido salir de la encrucijada de la inflación. Pareciera que llegó para quedarse. Las grandes economías siguen cautelosas manteniendo o subiendo sus tasas de interés, porque a la inflación no se le puede dar ventaja.
La última reunión de la Reserva Federal dejó una muy mala sensación en los mercados financieros. La posibilidad que pudiera haber más incrementos en la tasa de interés durante el año, dado que los riesgos inflacionarios podían continuar y la lucha frente a este flagelo seguiría. Desde ahí los mercados han tenido un gran remezón.
Los bonos del tesoro americano no han parado de subir desde ese momento. El bono de 10 años tocó la tasa del 4,84%, tasa que no se veía hacia más de 10 años. Y el dólar ha venido recuperando el terreno perdido frente a otras monedas. El DXY, que es el índice que mide al dólar frente a las principales monedas mundiales, llegó a estar por dejado del 100%. Hoy se cotiza por los lados del 106%.
Las monedas latinoamericanas que venían en una franca revaluación este año perdieron su impulso y se comportan de la misma manera. Tanto el peso mexicano como el real brasilero y el peso colombiano se han devaluado fuertemente estas últimas dos semanas.
Las implicaciones reales de todo este movimiento son muchas. Por ejemplo, los precios de las materias primas se han subido y se ha aumentado el riesgo de recesión de la economía global, entre otros, pero hay un tema de mucha relevancia que impacta a prácticamente todos los países que se genera por el aumento de la tasa de interés: es la gran caída de la construcción y de la negociación de inmuebles.
El problema de la construcción no es de poca monta. Existen muchas aristas que lo están golpeando. Primero el costo de las materias primas ha venido aumentando y por ende el valor hoy de una vivienda nueva es mayor. Segundo, existe un problema laboral complicado que muchos no se explican y es la falta de mano de obra en algunos lugares, siendo la construcción un gran demandante de mano de obra no calificada; el aumento de subsidios a nivel mundial ha impactado mucho este sector. Y, tercero, el hecho de que la mayoría de los negocios que involucren finca raíz dependan de un crédito, y que las tasas de interés estén tan altas, hace que la demanda de vivienda haya bajado considerablemente.
Existen dos grandes grupos de compradores de finca raíz, los que compran un inmueble para habitarlo, que generalmente se apalancan con crédito - la cuota se ha subido mucho y prefieren seguir en arriendo -, y los inversionistas que compran inmuebles para tener una renta respaldada por ladrillos. Hoy en día las rentabilidades de esa inversión están muy por debajo frente a otras opciones.
Adicionalmente, el sector bancario ha venido también asumiendo menos riesgos y ha tomado cautela en el momento de otorgar préstamos: la cartera vencida ha venido aumentando.
Aunque esto es un fenómeno mundial, en Colombia es bastante relevante por cuanto tiene una gran incidencia en el mercado laboral y en el desempeño general de la economía, pero con las tasas de interés del país es prácticamente imposible asumir el riesgo de apalancarse para comprar una vivienda. La cuota mensual es del doble de lo que era hace 4 años.