En el siglo XX, el Baby Boom transformó la economía global. Millones de nuevos trabajadores ingresaron a la fuerza laboral, impulsando una innovación, prosperidad y crecimiento sin precedentes. Pero las demografías que una vez nos impulsaron hacia adelante ahora nos están frenando. En todo el mundo, las poblaciones están envejeciendo, las tasas de natalidad están cayendo y las fuerzas laborales de naciones enteras están disminuyendo.
Es un problema que no podemos ignorar. Los sistemas que hemos construido—nuestras industrias, nuestras economías e incluso nuestras redes de seguridad social—están diseñados para un mundo que ya no existe. Pero así como la naturaleza aborrece el vacío, también lo hace la innovación. Donde la fuerza laboral humana está disminuyendo, una nueva fuerza está surgiendo.
Los llamamos robots. Y ellos son la próxima generación.
La fuerza laboral humana: una crisis en números
Las cifras son impactantes. En todo el mundo, las tasas de natalidad están cayendo, la esperanza de vida está aumentando y las poblaciones están pasando del crecimiento al declive.
Japón: la sociedad más envejecida del mundo, con más del 30 % de su población con 65 años o más. Su población en edad de trabajar ha disminuido casi un 15 % desde 2000.
Alemania: el corazón industrial de Europa, donde casi un tercio de la población tendrá más de 65 años para 2030.
China: una vez la potencia laboral del mundo, ahora enfrenta un abismo demográfico. Para 2050, su fuerza laboral disminuirá en 31 millones de personas.
Corea del Sur: con la tasa de natalidad más baja del mundo (0.78 hijos por mujer), su población está disminuyendo más rápidamente que cualquier otra nación desarrollada.
Estados Unidos: aunque la inmigración ralentiza el declive, EE. UU. sigue experimentando sus tasas de natalidad más bajas en décadas.
Esto es más que un problema laboral. Es un problema de productividad, de crecimiento y, en última instancia, de supervivencia.
El auge de la generación de robots
Pero donde las demografías humanas están fallando, las demografías robóticas están en auge. En todo el mundo, los países están desplegando robots industriales a un ritmo récord. Hablemos de densidad de robots: el número de robots industriales por cada 10.000 trabajadores manufactureros.
Corea del Sur: Lidera el mundo con 1.012 robots por cada 10.000 trabajadores, dominando en las industrias electrónica y automotriz.
Singapur: 730 robots por cada 10.000 trabajadores, aprovechando la automatización para optimizar su economía de alta tecnología.
China: superó a Alemania y Japón en 2023 con 470 robots por cada 10.000 trabajadores. China está escalando la automatización más rápidamente que cualquier otro país.
Alemania: 429 robots por cada 10.000 trabajadores, asegurando que su manufactura siga siendo competitiva a nivel global.
Japón: 419 robots por cada 10.000 trabajadores, enfocándose en la manufactura de precisión e incluso en robots diseñados para el cuidado de ancianos.
Estados Unidos: con 295 robots por cada 10.000 trabajadores, EE. UU. está alcanzando a medida que adopta la automatización para llenar vacíos laborales.
Estos robots no son solo máquinas. Son un nuevo tipo de fuerza laboral. No envejecen. No necesitan descansos. Y no les importan las tendencias demográficas.
El dividendo de los robots: un nuevo modelo económico
En el siglo XX, el Baby Boom nos dio un dividendo demográfico: un auge en el crecimiento económico impulsado por una fuerza laboral joven y en expansión. Hoy, los robots están creando un nuevo tipo de dividendo. No solo están reemplazando trabajadores, están redefiniendo cómo pensamos sobre el trabajo en sí.
Pero hay un inconveniente: los robots necesitan energía. Cada fábrica automatizada, cada vehículo autónomo, cada cadena de suministro impulsada por IA funciona con electricidad. Y la demanda está disparándose.
Demanda global: la Agencia Internacional de Energía proyecta que la demanda de electricidad crecerá un 80 % para 2040, impulsada principalmente por la automatización y la electrificación.
Estrategia de China: inversiones masivas en energía renovable y energía nuclear para satisfacer las crecientes necesidades energéticas. Para 2030, China planea superar a Francia y Estados Unidos en capacidad nuclear.
El error renovable de Alemania: el empuje agresivo de Alemania hacia la energía renovable, particularmente eólica y solar, ha resultado problemático. La dependencia de fuentes de energía intermitentes ha llevado a mayores costos de electricidad e inestabilidad en la red, perjudicando su competitividad industrial.
La importancia del gas natural
El gas natural surge como una solución intermedia crucial en la transición hacia un futuro de alta energía. Proporciona una fuente de energía confiable y flexible, cerrando la brecha entre el carbón y los sistemas energéticos completamente renovables o nucleares. Estados Unidos tiene una ventaja significativa aquí:
Recursos abundantes: EE. UU. es el mayor productor mundial de gas natural, garantizando un suministro estable y precios competitivos.
Potencial de exportación: las exportaciones de gas natural licuado (GNL) de EE. UU. brindan una línea de vida energética crítica para naciones como Alemania y Japón, que carecen de recursos energéticos propios.
Seguridad energética: la versatilidad del gas natural respalda tanto las necesidades industriales como la integración de energías renovables al estabilizar las redes eléctricas.
El caso de la energía nuclear y la fusión
Satisfacer este aumento en la demanda de energía requiere algo más que energía renovable. Exige soluciones confiables, escalables y sostenibles. Entra la energía nuclear, la columna vertebral de un futuro de alta energía.
La energía nuclear ofrece una confiabilidad incomparable, produciendo energía las 24 horas del día sin los problemas de intermitencia de la eólica y la solar. También es increíblemente eficiente: un solo pellet de uranio produce la misma cantidad de energía que una tonelada de carbón o 149 galones de petróleo, sin emisiones de carbono.
Pero el futuro de la energía nuclear no se trata solo de plantas masivas, se trata de descentralización. Los reactores nucleares modulares pequeños (SMRs) están transformando la industria. Estos reactores compactos y construidos en fábrica son:
Escalables: ideales para abastecer industrias pequeñas y medianas, ubicaciones remotas o incluso ecosistemas robóticos.
Seguros: diseñados con funciones avanzadas de seguridad que minimizan riesgos y eliminan la posibilidad de accidentes graves.
Eficientes: capaces de integrarse sin problemas en redes eléctricas existentes o de operar fuera de la red.
A nivel mundial, el ‘santo grial’ de la energía es la fusión nuclear, que promete energía limpia y casi ilimitada al imitar los procesos que impulsan al sol. Aunque la fusión sigue en desarrollo, los esfuerzos internacionales, incluidas las importantes inversiones de China y las asociaciones con instituciones como la Agencia Internacional de Energía Atómica, subrayan su potencial para revolucionar la producción de energía.
La alianza improbable: Corea del Sur y Japón
Hay una historia no contada aquí. Mientras gran parte del mundo se centra en el ascenso de China, una posible alianza entre Corea del Sur y Japón podría remodelar la economía global.
Corea del Sur: líder mundial en densidad de robots, con una experiencia inigualable en electrónica y automatización automotriz.
Japón: pionero en innovación robótica, construyendo no solo robots industriales, sino también robots de servicio para el cuidado de la salud y de ancianos.
Juntos, estos dos países podrían crear un ecosistema de automatización e innovación que supere incluso las ambiciones de China. Una alianza comercial entre Corea del Sur y Japón no solo redefiniría Asia, podría redefinir el mundo.
Lo que esto significa para nosotros
Aquí está el asunto: los robots no son solo una solución a un problema. Son una llamada de atención.
Durante décadas, hemos dependido de sistemas diseñados para una era diferente. Construimos economías alrededor del trabajo humano, estructuramos políticas en torno al crecimiento humano y asumimos que los humanos siempre serían la fuerza motriz. Pero esa era está terminando.
El auge de la generación de robots es una oportunidad para replantearnos todo, desde cómo producimos energía hasta cómo definimos el trabajo. Es una oportunidad para diseñar sistemas que sean más inteligentes, eficientes y sostenibles.
Pero también es una carrera. Los países que lideren esta transformación darán forma al futuro. Y aquellos que no lo hagan se quedarán atrás.
Reflexiones finales: lo que podemos aprender
Cada revolución comienza con una pregunta. El Baby Boom preguntó: ¿Qué sucede cuando liberamos el potencial humano a una escala sin precedentes? El auge de los robots pregunta: ¿Qué sucede cuando liberamos el potencial tecnológico a una escala sin precedentes?
Las respuestas definirán nuestro futuro. Y las apuestas no podrían ser más altas.
La Generación de Robots está aquí. La cuestión no es si cambiarán el mundo, es si estamos listos para aceptarlo.