El panorama del mercado laboral a nivel global y local en sectores tradicionales es preocupante, especialmente para las mujeres. La confluencia de la creciente digitalización de servicios con la crisis generada por la pandemia trajo consigo un aumento tanto del desempleo como de las brechas de género en materia laboral.
La Organización Mundial del Trabajo (OIT) proyecta que, en 2022, el total de horas trabajadas seguirá un 2 % por debajo de su nivel del 2019 (antes de la pandemia), lo que podría equivaler a 52 millones de puestos de trabajo menos si se toma como referencia la semana laboral de 48 horas. Por su parte, el DANE señaló que en Colombia la tasa de desempleo en las mujeres aumentó 7,7 % en 2020 mientras que la de los hombres lo hizo en un 5,4 % en ese mismo año.
En ese contexto, el informe El futuro de la tecnología: inclusión femenina elaborado por el BID y Laboratoria señala una salida clara para el acceso a empleo y el cierre de brechas a nivel mundial: la readaptación de las cualificaciones de las trabajadoras al avance de la Cuarta Revolución Industrial. En palabras más concretas: la pérdida de puestos de trabajo, principalmente del nivel operativo, puede ser compensada por nuevas oportunidades en el mundo de la programación que ofrecen una mayor estabilidad y un mejor sueldo.
En su informe el BID señala que en Latinoamérica se podrían necesitar más de un (1) millón de desarrolladores y desarrolladoras de aquí a 2025. En el caso de Colombia, MinTIC y Fedesoft estiman que la necesidad de contratación podría llegar a 200 mil puestos para ese mismo año.
Ahora bien, la demanda de talento humano es condición necesaria para mejorar las tasas de empleo, pero no suficiente superar brechas de género. El acceso a la educación es clave. Según la UNESCO, solo el 3 % de las estudiantes universitarias del mundo escogen realizar estudios en el ámbito TIC. Al respecto, MinTIC señala que en Colombia “los graduados de estos programas son principalmente hombres, mientras que el acceso y la promoción de mujeres es reducida”.
Al margen de las limitaciones que en general tienen los jóvenes en Colombia para acceder a la educación superior, existen condiciones para la inequidad que son culturales pero no por ello eludibles para las empresas de TI, los gobiernos, las instituciones educativas y las familias. Se trata de las restricciones en los roles de género, los estereotipos y sesgos inconscientes, la inequidad en el reparto de tareas domésticas y la discriminación laboral.
En ese sentido, quiero proponer tres (3) medidas concretas que desde el sector privado podrían llevar a romper sesgos y a que la empleabilidad en el sector TI sea una solución, tanto para la crisis global del mercado laboral como para el cierre de brechas de género:
- Becas, becas y más becas. Los recursos del sector privado son claves para incentivar a las jóvenes (y a sus familias) para que accedan a programas TIC. En DevSavant, por ejemplo, se entregaron dos becas con enfoque de género para estudios en la Universidad del Rosario.
- Metas claras para el reclutamiento sin sesgos. En la formulación de sus objetivos estratégicos de contratación, las empresas de TI tienen la posibilidad de trazar sus propias brechas y trabajar para cerrarlas. En nuestro caso, establecimos que al finalizar este año, por lo menos 40 de las 70 plazas que sabemos que vamos a necesitar sean ocupadas por mujeres. Así lograríamos el balance 50 % - 50 %.
- Ambientes inclusivos. La industria TI debe seguir generando espacios no solo que sean libres de estereotipos, sino también, confiables ante las denuncias de discriminación y acoso. Los comités de equidad de género al interior de las compañías son un buen paso en esa dirección.
*Amalia Lopera, Chief Financial Officer DevSavant.