La posverdad no es otra cosa que una gran mentira disfrazada de verdad para justificar un accionar éticamente censurable. Pues bien, a eso nos está sometiendo el nuevo gobierno por medio de la ministra de Salud, Carolina Corcho. Ella, sus cifras mentirosas, sus acciones veladas y su sesgo político quieren llevar a los colombianos a creer que tenemos un sistema de salud desastroso.

Pues no. Nuestro sistema de salud es bueno, es más, ¡es muy bueno!, así a muchos les cueste reconocerlo, en especial al gobierno de Petro. Como todo en la vida tiene oportunidades de mejora, y la verdad es que ha mejorado sustancialmente durante los últimos ocho años, debido a los esfuerzos ingentes de los ministros de Salud de Santos y de Duque, que metieron en cintura a las EPS malas y fortalecieron las que prestan servicios correctamente.

A pesar de que nuestro sistema demostró su fortaleza al afrontar una pandemia sin precedentes, con cifras muy favorables y se reconoce como uno de los mejores del mundo, la ministra de forma mezquina pretende desfinanciarlo en medio de la peor crisis inflacionaria y de suministro de insumos médicos en todas las latitudes.

Lo preocupante es que esos mismos que salieron a votar, convencidos de los muchos embustes que les hicieron creer, en una estrategia fríamente calculada para llevarlos a elegir una “revolución necesaria”, empiezan a convencerse de que el sistema de salud que tienen es malo y requiere un “cambio”. La idea es sencilla: destruir todo para que cualquier cosa que propongan luzca mejor que la hecatombe que ellos mismos generaron.

Esas personas que prácticamente no gastan de su bolsillo en salud, que gozan de coberturas ilimitadas y que todos los días son testigos de las cosas buenas que reciben de su servicio médico, hoy comienzan a repetir mentiras para justificar un retroceso de décadas y pauperizar su aseguramiento en desmedro de sí mismos.

Esto empieza a lucir como una tragicomedia en la que una nación entera camina feliz e impávida hacia al abismo, pero además no repara en agradecer y endiosar a aquellos que los dirigen maquiavélicamente en ese camino. A veces quisiéramos que esto fuera una pesadilla y despertar para dejar de sufrir, pero no, lo que está pasando es real y no estamos haciendo nada para evitarlo.

Este gobierno se ha dedicado a anunciar medidas apocalípticas de todo tipo para que una tragedia tape la siguiente y no quede ni tiempo, ni oportunidad, para reaccionar. De un día para otro quieren refundarnos desde la miseria, la cual, además, simplemente no existe.

El representante a la Cámara del Centro Democrático, Andrés Forero, así como el periodista sénior de El Tiempo Ricardo Ávila y muchos exministros de salud han empezado a alzar su voz para denunciar lo que está pasando y evitar una tragedia, sin embargo, siguen siendo voces aisladas y que todavía no encuentran eco en la sociedad.

Es urgente despertar y defender con vehemencia el sistema de salud que tanto esfuerzo nos ha costado. No hacerlo, no reaccionar a tiempo, nos costará mucho dolor y pagaremos las consecuencias con la vida misma. Ojalá que esta nueva posverdad sobre el sistema de salud no toque la puerta de nuestras casas y no tengamos que arrepentirnos cuando sea tarde. El panorama es muy sombrío; llegó la hora de unir esfuerzos para proteger lo que tenemos. ¡Es ahora o nunca!