Los colombianos vimos atónitos cómo llegaba el Gobierno Petro a destrozar el modelo de pasaportes que llevaba muchos años funcionando. No se entendían bien en ese momento las razones de quitarle el contrato a Thomas Greg and Sons, si lo hacían bien, eran eficientes y, sobre todo, se habían ganado la licitación limpiamente.
Después de dos años no han podido conseguir a alguien serio y que le interese ese negocio, ni quién tenga los pergaminos para hacerlo. De hecho, siguen renegociando tiempos cada rato. Lo último que han tratado de hacer es poner de fronting a la Imprenta Nacional y así hacer un convenio entre entidades del gobierno para que estos contraten a un tercero para hacer los pasaportes. Dentro de todo este entramado ha salido a relucir el hijo del excanciller Álvaro Leyva con unos contratistas europeos. Todo huele feo y seguro en el futuro olerá peor y, como siempre, los colombianos seremos los dolientes de una mala decisión.
Lo que en esa época no sabíamos era que el fin de quitarle el contrato de los pasaportes a Thomas Greg and Sons no era lo importante ni lo que verdaderamente querían Petro y el progresismo. Ellos van es por la Registraduría Nacional del Estado Civil, que también tiene una contrato con esta compañía para todo lo que tiene que ver con las elecciones: tarjetones, urnas y preconteo. Mejor dicho, toda la logística que hoy esa empresa maneja en el proceso de los pasaportes y en el electoral, lo que le da tranquilidad a los colombianos. Desacreditarla y poner en tela de juicio su nombre en el contrato de pasaportes les allanaría el camino para sacarlos del proceso electoral.
El progresismo, en cabeza de Petro —al parecer— quiere quedarse en el poder. Ya lo han hecho sus compadres en otros países: en Venezuela, en Nicaragua y en Cuba, pero para lograrlo necesitan manejar las elecciones. Como bien lo decía años atrás Nacho Vives, tal vez el más reconocido abogado electoral de todos los tiempos: “Para ganar las elecciones no se necesita tener más votos en las urnas, sino tener quien los cuenta”.
Ya el gobierno mostró los dientes en el último proyecto de presupuesto general de la nación, donde le trató de reducir el monto del presupuesto a la Registraduría en más del 70 %. Afortunadamente no lo lograron.
Vimos cómo en Venezuela a pesar del triunfo contundente de la oposición en cabeza de Edmundo González, con más de treinta puntos de diferencia, el Consejo Nacional Electoral de ese país dio como ganador a Maduro sin sonrojarse y sin mostrar las actas ni ninguna prueba hasta ahora, a pesar de que la comunidad internacional está atónita ante el robo descarado. Maduro sigue en el poder y, parece, no lo va a entregar.
Para las democracias es fundamental tener un sistema electoral independiente del gobierno de turno y con credibilidad, hasta ahora en Colombia creo esto ha pasado. Perder esto sería gravísimo. Esperemos que no lo logren y que las elecciones del 2026 se lleven a cabo dentro de la normalidad.
Le queda muy mal a Petro denigrar de nuestro sistema electoral cuando él ha sido elegido bajo este sistema como representante a la Cámara, senador de la República, alcalde de Bogotá y presidente de la República.