Mucho se ha hablado durante las últimas semanas sobre la posibilidad de que el dólar deje de ser la moneda de referencia y de intercambio comercial. Y aunque algunos analistas ven en esto alguna probabilidad de suceder, la verdad, es que es un cambio que tomaría años.
La reunión entre los presidentes de China y Rusia fue el detonante para que esta teoría tomara fuerza. La razón: es una manera como Putin se defiende de la injerencia de los Estados Unidos en su guerra con Ucrania, porque cada vez que EE. UU. mete la nariz en una guerra, el dólar pierde valor.
Pero no solo eso. En las últimas dos semanas ha habido bastantes ataques contra el dólar. Francia, por ejemplo, liquidó su primer comercio de GNL utilizando el yuan chino; Arabia Saudita, Rusia y Brasil están utilizando el yuan chino también en operaciones comerciales. Esto no es de poca monta, pero tampoco implica que sea ya un cambio total.
Otro de los factores que ha hecho que el tema sea más relevante y mediático ha sido la inflación mundial. De hecho, muchos países siguen luchando contra este flagelo que está lejos de terminar su ciclo. Las tasas de interés seguirán subiendo a nivel global. A la inflación no se le da tregua.
La supremacía del dólar lleva más de ochenta años. El sesenta por ciento de las reservas de los países están invertidas en dólar. Nada más el hecho de hacer ese cambio de moneda es complejo: no existen tantas deudas ni emisiones para comprar a cambio.
De todas maneras, el aviso de las principales economías contra el dólar es un hecho, y tanto el Gobierno como la Fed deben darse cuenta que tienen que actuar para que esto no suceda: deben moderar la deuda del país, para que la moneda deje de perder valor, y dejar de imprimir moneda.
A mi modo de ver, la principal salvaguarda para que esto en el corto plazo no suceda será la lucha de poder de China, queriendo que el yuan sea la moneda de referencia. Todos sabemos que en una moneda que no se transa libremente, que es manipulada por el Gobierno chino, esto hace que no tenga la confiabilidad necesaria. Sobre el euro, que ya tiene más recorrido, tampoco se ve esa claridad para tomar la iniciativa en el corto plazo.
El tema está tan caliente a nivel global y en Estados Unidos que será un tema relevante en la próxima contienda electoral donde los demócratas y republicanos mostrarán, aún más, sus grandes diferencias ideológicas. Ya Trump en su discurso, después de declararse inocente de los cargos que se le imputan, habló del tema y lo puso en el partidor.
Otro de los temas que poco se ha tratado acerca del fin del dólar como moneda de intercambio es el comercio ilegal de drogas y de armas, y –por supuesto– el blanqueo o lavado de dinero, que bien o mal Estados Unidos ha sido el policía del mundo en el tema. Ningún otro país está pensando en el lío que se viene y las implicaciones que tendría ser responsable del tema. Solamente lo que ya se ha detentado de comercio ilegal con las criptomonedas da mucho para pensar.
Para los países latinoamericanos este no es un tema de poca monta. Hemos convivido con el dólar por años. Es nuestra principal moneda de referencia y de reserva. Pero, además, Estados Unidos ha sido el mayor socio comercial por años. Cuánto llevamos pensando en tener una moneda única: muchos años. Desafortunadamente, esto cada día se ve más lejano. La llegada al poder a muchos países de la izquierda populista lo hace más y más lejano.