En primer lugar, el MEN en su ronda de medios afirma que el 95 % (91 de 93 Secretarías de Educación) han iniciado clases en esquemas de alternancia, lo cual es cierto, pero no cuentan que el 92 % de los estudiantes oficiales, MÁS DE 7 MILLONES de niños, niñas y jóvenes del país, no han vuelto a ni un solo día al colegio y que solo el 21 % de los establecimientos oficiales de educación del país han abierto.
En segundo lugar, unen las cifras de educación privada y pública en materia del retorno presencial escolar, para camuflar los lentos resultados del sistema de educación pública en el que solo han vuelto el 8 % de los estudiantes, en comparación del 25 % de los privados, aumentando las brechas educativas ya existentes entre estos dos sectores de la educación.
En tercer lugar, inauguran nuevas instalaciones de colegios oficiales, pero que lastimosamente son bienes e infraestructura inutilizados a raíz del cierre prolongado y latente de los colegios, sin ninguna medida audaz del MEN para su pronta apertura.
Lastimosamente las Secretarías de Educación van por la misma lenta línea del ministerio, a excepción de unas cuantas como Medellín, Palmira, San Andrés, Antioquía y Caldas. El caso de Bogotá es desastroso y preocupante, debido a que las campañas publicitarias de la alcaldesa dicen #LaEducaciónEnPrimerLugar, pero solo el 2 % de los estudiantes oficiales han vuelto a clase, mostrando su poca o nula disposición por priorizar el aprendizaje de los estudiantes y fallándoles desde junio del año pasado, cuando se les prometió 100.000 tabletas e internet para su otra campaña #AprendeEnCasa, que empezaron a entregar hace unos días. UN AÑO después del cierre de colegios.
Por la misma línea tenemos a Fecode, que tiene arrodillado al Ministerio de Educación, presionando para descontinuar y, en los casos más tristes, ni empezar con las clases presenciales. Las pocas conferencias que han hecho los profesores con los padres de familia tienen el fin de inducirlos en el miedo del regreso a clase y sus posibles efectos adversos en materia de contagios, en contravía de toda la evidencia y las últimas noticias que muestran una tasa del 1 % en la positividad de los niños que han vuelto al colegio.
Mientras que hacen esto, vemos casos sin sustento alguno de profesores en zonas urbanas que dan la clase de manera virtual, aunque los estudiantes estén yendo presencialmente al colegio, y también vemos casos más desgarradores en zonas rurales donde los niños siguen estudiando mediante WhatsApp y guías físicas, sin acompañamiento de los profesores, imponiendo barreras en su aprendizaje y en la vida laboral de sus madres en las que ha recaído la responsabilidad (lastimosamente) de convertirse en docentes.
Mientras tanto, los niños y jóvenes siguen en sus casas, en su mayoría sin educación de calidad, con un aumento en los problemas relacionados a su salud mental, entre otros, que han llevado a estimar grandes tasas de deserción escolar en las zonas rurales. Esto sin dejar de lado el aprovechamiento que hacen los grupos guerrilleros de la situación educativa actual, para reclutar y secuestrar jóvenes para usarlos de carne de cañón contra el Estado colombiano, en un conflicto armado donde los menores siempre salen perdiendo.
Los invito a que sean la voz de más de 7 millones de niños y jóvenes que piden clases presenciales, con todos los protocolos de bioseguridad, y que nos acompañen apoyando la tutela de Red PaPaz y la campaña #LaEducaciónPresencialEsVital.
*En colaboración con mi hijo José Miguel Santamaría Barvo