Indistintamente de lo mal que le pueda a uno caer, pocos ponen en duda que Elon Musk, uno de los personajes más controvertidos de nuestros tiempos, es un visionario. Pero además de visionario, es un emprendedor que ha logrado armar desde cero un buen número de empresas, siendo la principal Tesla.

Hoy, la empresa más exitosa de este imperio, y en el filo de la vanguardia tecnológica, no es Tesla, sino SpaceX, firma que adelantó el pasado domingo el vuelo de su cohete Starship, rescatando, siete minutos después de haber despegado, el propulsor de regreso a la plataforma de lanzamiento por medio de gigantescos brazos mecánicos apodados Gozilla.

No solo el haber logrado algo que jamás se había intentado en ninguna parte, esta hazaña pone a SpaceX en un estadio superior frente a la competencia por colocar en el espacio satélites, estaciones o personas. Starship, que según los entendidos se puede reutilizar hasta diez veces, le ha ahorrado a SpaceX más de 35 millones de dólares cada lanzamiento por no hablar del tiempo y las horas necesarias en fabricar para cada vez un nuevo cohete.

Unido a SpaceX, está la empresa de comunicación satelital Starlink, que acaba de sobrepasar los cuatro millones de clientes a nivel global. Según informes de prensa, “la constelación de satélites que faculta a Starlink comprende casi 6.000 satélites actualmente, proporcionando servicio en casi 100 países. Los usuarios incluyen tanto clientes individuales como grandes empresas, tales como aerolíneas y líneas de cruceros. Este crecimiento no solo permite que Starlink se consolide en el mercado, sino que también es crucial para el plan general de SpaceX”.

Para tener una idea de la importancia de esta empresa, sin ella es casi seguro que el gobierno criminal de Putin en Rusia ya hubiera arrasado con Ucrania. Musk, según informes de prensa, “decidió enviar miles de antenas a los ciudadanos ucranianos, para que aquellos que hayan visto sus vidas perjudicadas por el conflicto bélico puedan comunicarse con el resto del mundo. Esto ha provocado que las antenas de Starlink sean actualmente una de las piezas más importantes para que Ucrania pueda seguir defendiéndose de Rusia”.

Por último está Tesla, empresa que en días pasados presentó su vehículo autónomo, el ‘RobotTaxi’. Se trata de un vehículo completamente autónomo, sin volante ni pedales, que utiliza inteligencia artificial avanzada para desplazarse. De acuerdo con la información de la empresa, la inteligencia artificial incorporada hace posible que el ‘Robot Taxi’ se adapte a diversas situaciones, desde el tráfico denso hasta las condiciones meteorológicas adversas. Lo que Musk presentó es un prototipo, ya que la versión comercial solo va a estar disponible en el 2027.

Para el autor de esta nota, esa fecha es altamente optimista. Las autoridades regulatorias, tanto en Estados Unidos como en Europa, han sido muy reacias a dar autorización al uso masivo de vehículos autónomos, y ‘Robot Taxi’ no va a ser la excepción. Indistintamente de la suerte del ‘Robot Taxi’, Tesla ha dejado de estar en la vanguardia de los vehículos eléctricos. El diseño, al igual que la calidad de sus carros, deja mucho que desear. La prueba más evidente de la relativa mala calidad de los Teslas es que en el mercado de segunda en Estados Unidos, el precio de estos usados está por los suelos.

Pero lo más grave para Tesla y Musk es que otras empresas como la china BYD (financiada en parte por Warren Buffett), en materia de diseño, costo, calidad, autonomía y precio, le han tomado una enorme (y muy posiblemente inalcanzable) ventaja a Tesla. En opinión de este columnista, una de las razones por las cuales Musk se la ha jugado a fondo con Trump es que espera que este último, de ser elegido, le ponga barreras y aranceles confiscatorios a los autos eléctricos provenientes de la China. De no hacerlo, el futuro de Tesla está seriamente comprometido.