En los años ochenta, un importante líder gremial tenía una frase célebre en la cual resaltaba que, aunque el país iba mal, la economía iba bien. Hoy en día es prácticamente imposible mirar por separado estos conceptos y debemos más bien decir que la economía es el reflejo del país.
Los resultados del crecimiento económico del segundo trimestre fue la corroboración de una economía en cuidados intensivos, donde la mayoría de los sectores muestra decrecimiento en sus ventas, con un agravante adicional, nada tiene pinta de reaccionar en el segundo semestre.
La revaluación del peso estaba dándole a los colombianos la sensación de que las cosas no venían tan mal. Desafortunadamente era una falacia. No entró inversión extranjera, diferente a la ya planeada en hidrocarburos y pagos adicionales de impuestos, y la falta de demanda de dólares era un reclamo más del deterioro económico, menos importaciones. Esta revaluación tenía veneno, dependía mucho más de factores externos que de confianza en el país, de hecho, salió inversión de portafolio. Los recursos de especuladores de tasa de cambio que pensábamos estaban llegando a rodos, se quedaron especulando en derivados, hicieron su agosto con NDFs.
El dato de desempleo, que ha mostrado signos de disminución, deja una gran duda, si verdaderamente está midiendo una mayor creación de empleo, o una pereza y desazón de la gente en buscarlo. La tasa de desempleo lo que mide es a las personas que están buscando empleo, no las desempleadas.
Desde el año pasado habíamos advertido la inconveniencia de la reforma tributaria, ya que atacaba fuertemente algunos sectores que terminarían sacando la lengua o parando en seco su desarrollo, lo anterior aunado a la falta de confianza en las políticas del gobierno, crearon la tormenta perfecta.
Al final, todas las economías tienen sus ciclos. Unos buenos y otros malos. Lo importante es poder tomar medidas para lograr salir de los baches y coger otra vez el ritmo. Ahí es donde creo que tenemos el problema. Ni el gobierno, ni su timonel se han percatado de lo mal que lo han hecho. Esto nos deja en una situación mucho más difícil.
Hay sectores que son fundamentales para reactivar la economía y generar empleo, como la construcción de vivienda. Esta quedó en parte parada en seco por temas impositivos dentro de la reforma tributaría y por la falta de demanda, cuando no existe confianza en el futuro no se invierte. El mayor reflejo de esto es el mayor aumento de los arriendos, frente al aumento del metro cuadrado de vivienda para venta.
Pero adicionalmente a todo lo que hemos comentado anteriormente, el gobierno y su timonel no han parado de atacar virulentamente al sector productivo, como si quisieran que estos no existieran. Tienen un concepto de economía de la Edad Media y han querido intervenir dentro de los gremios que deben ser autónomos. Por este camino no van a ningún Pereira.
Por último, vale la pena resaltar la incompetencia del equipo de gobierno para el manejo y uso del gasto público. Quiere aumentarlo. Quiere que el Estado sea cada vez más protagonista, pero no sabe cómo hacerlo. No solo no hay timonel, tampoco hay marineros ni segundones con capacidad de gestión. Llevamos un año. Faltan tres de esta pesadilla.