Los acercamientos que de forma permanente realiza el Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá para entender las inquietudes y necesidades jurídicas de los empresarios del país y la región nos han permitido conocer de primera mano las impresiones y expectativas que se tienen frente a los Mecanismos de Resolución de Conflictos (MRC) como el arbitraje, la mediación, la conciliación o la amigable composición. Una de las inquietudes más recurrentes de los empresarios apunta a que los conflictos del presente no se pueden abordar con soluciones del pasado.
Si bien la anterior inquietud se hace patente en todos los sectores empresariales, aparece de manera reiterada en los campos emergentes ligados a la tecnología, la innovación y la industria creativa. Estos son solo algunos de los ejemplos, quizás los más representativos, de los vertiginosos cambios que se están operando en estos nuevos segmentos de la industria. Se trata de un cambio total, un cambio de mentalidad, que incluye las expectativas de los usuarios de servicios jurídicos. El usuario de servicios jurídicos ha cambiado, en la actualidad son pocos los empresarios o emprendedores que están dispuestos a solucionar sus diferencias por medio de complejos procesos judiciales que se alargan en el tiempo de forma injustificada e indefinida, y que muchas veces no otorgan una solución de fondo a las controversias.
En este sentido, los MRC enfrentan el difícil reto de optimizar la experiencia de sus usuarios, que ahora exigen atención en tiempo real, soluciones de fondo a sus necesidades jurídicas y un alto grado de conocimiento y especialización de quienes dirimen sus controversias. Si algo caracteriza a los sectores emergentes de la industria es su alta competitividad e innovación, sectores con estas características exigen MRC igualmente competitivos e innovadores.
Es por lo anterior que los MRC no pueden cometer los mismos errores que por décadas ha cometido la justicia ordinaria. Son cinco los pecados que deben evitarse a toda costa. Primero, quien busca una solución para sus conflictos no desea tropezar con un enrevesado y siempre inestable sistema procesal que, lejos de aportar a la solución, termina por impedirla. En este sentido, los excesivos ritualismos deben pasar a un último plano para dar protagonismo a las soluciones efectivas.
Segundo, la correlación existente entre tiempo y competitividad debe ocupar un lugar central en los sistemas de administración de justicia; en consecuencia, los usuarios no están obligados a soportar largos tiempos de espera para obtener una respuesta a sus necesidades jurídicas. Aquí se debe considerar que resolver un conflicto a través de los MRC toma tan solo una tercera parte de lo que tardaría en resolverse el mismo conflicto en la justicia ordinaria.
Tercero, en un mundo hiperconectado, marcado por el influjo de la tecnología, resulta un verdadero contrasentido no hacer uso de todas las herramientas digitales existentes para garantizar la celeridad del trámite, la seguridad jurídica y el acceso de la información a todas las partes que intervienen en el proceso. Nuestro Centro es pionero en la aplicación de las nuevas tecnologías a la administración de justicia.
Cuarto, la alta complejidad técnica de los conflictos que surgen en los nuevos sectores de la industria hace que resulte necesario acudir a profesionales que no solo deben conocer la normatividad aplicable, sino que, además, deben contar con un alto grado de conocimiento en la temática que origina la controversia.
Quinto, en el sector industrial y comercial es siempre importante conservar los lazos de colaboración que se han generado entre los empresarios, comerciantes y emprendedores, los MRC hacen que esto sea posible.
En nuestro Centro hemos creado una justicia acorde con los nuevos tiempos, una justicia pensada para quienes construyen el futuro. ¡Porque otra forma de justicia es posible!