La Corte Constitucional esta semana anunció su decisión de “tumbar” el piso de protección social por vicios de forma, aún cuando reconoce que el “mecanismo obedece a la necesidad de incluir a población vulnerable de forma progresiva, a un sistema que permita un sustento mínimo de cobertura en salud, pensiones y riesgos que ameritan la protección social del Estado”. Es decir, acepta sus bondades, extiende sus efectos, pero finalmente acaba con uno de los mayores avances sociales del presente siglo en Colombia.
Alega la Corte, que ese tipo de medidas debía tramitarse a través de una ley ordinaria con el fin concreto de definir aspectos de la seguridad social, por cuanto considera que el Plan Nacional de Desarrollo no es el escenario para implementar estos cambios. En consecuencia, la Corte a pesar de que acepta en varios acápites del comunicado de prensa, que se trata de una norma importante para los colombianos, prefiere darle más relevancia a la forma que a la sustancia. Mi abuelita diría… ¡el diablo está en los detalles! En este caso, la Corte buscó ahí y lo encontró.
La decisión es muy polémica, a tal punto que dos magistrados salvaron su voto y dos más anunciaron su decisión de “aclarar” su “posición”; algunos porque creen que los argumentos de la mayoría no son suficientes para sacar el piso de protección social del camino y otros porque consideran que la razones para hacerlo pudieren ser distintas. En otras palabras, casi la mitad de la Corte no está de acuerdo con lo que anunciaron esta semana, sin embargo, esta es una democracia, ellos son los jueces y tenemos que acatar sus determinaciones.
Para entender un poco lo que pasó, debemos indicar que el piso mínimo es un sistema de protección social de subsistencia para poblaciones altamente vulnerables por cuanto está diseñado para garantizar prestaciones en salud, pensiones y riesgos laborales para personas que devengan menos de un salario mínimo mensual. Hasta cierto punto es una “puerta” de entrada a la formalización gradual y tenía la vocación de iniciar la regularización de cuando menos el 20 % de la población que hoy en día no accede a nada.
Según la norma que hundió la Corte, la idea es integrar lo que actualmente tenemos en régimen subsidiado de salud con los Beneficios Económicos Periódicos – BEP en pensiones, además, complementarlo con un sistema básico de protección en riesgos laborales.
De otra parte, incentivaba la generación formal de empleo porque, al utilizar eficientemente los recursos de los actuales subsidios estatales, lograba que el empleador, respecto de sus trabajadores con jornadas parciales, cotizara sobre lo que realmente devengaban a tasas muy favorables, acabando con las excusas para la consolidación de relaciones laborales realmente estables.
La Corte es consciente de las bondades de esta nueva estructura de protección y de los buenos resultados que empezaba a mostrar, a tal punto, que determinó que los efectos de la sentencia se diferirán hasta finales de 2023, alegando defender los derechos y expectativas legítimas de aquellas personas que ya estaban disfrutando de sus beneficios y a la espera de que Congreso vuelva a crear la figura, esta vez a través de una modesta ley ordinaria.
Por su parte los “progresistas” han salido a celebrar que la norma se caiga, tratando de hacer ver que le “faltó concertación”, cuando la realidad es que la norma se debatió como pocas y fue aprobada por muchos de los que hoy celebran su caída. Lo mezquino del asunto es que no les gusta simplemente porque ellos no fueron sus autores y esta vez estábamos en frente de una norma realmente social y con efectos muy positivos para el mercado de trabajo. En este país la envidia sigue siendo un mal endémico.
Si hay un momento menos propicio para volver a presentar la iniciativa es el presente, sin embargo, esperemos que la sensatez y la prudencia guíen a los honorables congresistas para que accedan a aprobar nuevamente el piso de protección social sin micos y sin pedir prebendas. Esta norma, a diferencia de las que se dedicaron a expedir recientemente en asuntos laborales y de la seguridad social, sí la necesitamos. Amanecerá y veremos.