Cada día que pasa aparecen nuevas facetas de la personalidad de Petro. Empezó su gobierno buscando consensos y acuerdos con diferentes sectores hasta el de hoy en día, que amenaza y polariza, y que piensa que el consenso es estar de acuerdo con sus propuestas, desechando las de los demás.
Los colombianos tendemos a ser muy optimistas. Cuando el país votó por Petro, lo hizo con la ilusión de un cambio y de una lucha contra la corrupción. Muchos pensamos que, después de sufrir su alcaldía en Bogotá, era imposible que llegara a la Presidencia, pero lo logró y perdimos. Lo que está pasando es lo mismo que pasa en los matrimonios, en que muchas veces las personas se casan pensando que pueden cambiar a la pareja. Pero eso generalmente no se logra. El borracho sigue borracho y el infiel sigue siendo infiel.
Desafortunadamente, nada está funcionando como debería. A pesar de que el Congreso tumbó ese adefesio que era la reforma a la salud, terminó quebrando a las EPS. El martes pasado la más grande privada, Sura, decidió salirse del negocio. El futuro de la salud es sombrío.
La reforma pensional que yo pensaba no alcanzaba a pasar, desafortunadamente puede lograrlo. Esto sería catastrófico para el mercado de capitales y la deuda pública, pero, sobre todo, para los ahorradores que les van a robar una parte importante de su ahorro. Si fuéramos coherentes, se deberían parar todos los proyectos en el Congreso hasta que se sepan los nombres de los congresistas involucrados en la corrupción de la UNGRD: fueron 380.000 millones de pesos entregados.
Pero para no tranquilizarlos, lo que al parecer viene es peor. Los datos a abril de recaudo de impuestos va al 86 %. Eso implica alrededor de doce billones de pesos menos de recaudo, que si se suma al mayor gasto registrado es obvio que necesita que el Congreso le deje aumentar el endeudamiento. Ya advirtió Petro que si no se lo aprueban, llamará a una emergencia económica. Otra amenaza del gobierno del cambio.
Con todo lo anterior no se vislumbra un buen segundo semestre para el mercado de renta fija, independientemente de que la inflación siga cediendo. El solo hecho de pensar que habrá una mayor emisión de TES en el año puede generar una subida de tasas. Para el mercado accionario la situación es diferente. Las acciones siguen regaladas. Los precios son muy buenos. El problema es el riesgo político y la incertidumbre en la que estamos viviendo.
La baja en la calificación de riesgo de Ecopetrol es muy grave, puede además generar un efecto cascada sobre la calificación soberana de Colombia, ya que hoy en día los ingresos petroleros son muy importantes para el país. Cada aumento de tasas en la deuda del país aumenta el hueco fiscal. De hecho, ya los papeles colombianos en el exterior se tranzan a tasas muy por encima de la calificación de riesgo del país.
La probabilidad de que no haya elecciones en 2026 aumenta, como también lo hace la posibilidad de que se llame a una constituyente por la puerta de atrás. Esta claramente busca la posibilidad de reelección de Petro. Imagínense quién en su sano juicio hace inversiones de capital en Colombia con este panorama.
Lo más inquietante es que frente a este panorama tan complejo, ni Petro ni su gobierno piensan dar un giro y cambiar. Ellos cierran los ojos y piensan que están haciendo las cosas bien.