Es muy probable que en breve el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dé instrucciones de invadir a Ucrania. La Organización del Atlántico del Norte, Otan, liderada por Estados Unidos, obviamente se encuentra muy preocupada ante la inminente agresión rusa a un país soberano e independiente. Sin embargo, ni Estados Unidos ni la Otan van a entraren conflicto bélico con Rusia, pero sí van a tratar de imponer la mayor cantidad de medidas y sanciones puedan impactar la economía rusa. Según informes de prensa, “EEUU planea usar un novedoso control de exportaciones para dañar las industrias estratégicas de Rusia si Putin invade Ucrania. Los intentos de estrangulamiento afectarían desde la inteligencia artificial y la computación cuántica, hasta el sector aeroespacial civil.” Para una publicación, las mediadas a tomar incluso podrían privar a los ciudadanos rusos de teléfonos inteligentes, tabletas y consolas de videojuegos. “El atractivo de utilizar la regla del producto extranjero directo deriva del hecho de que prácticamente cualquier cosa electrónica hoy en día incluye semiconductores, los diminutos componentes de los que depende toda la tecnología moderna, desde los teléfonos inteligentes hasta los aviones y los ordenadores cuánticos, y que apenas hay un semiconductor en el planeta que no esté fabricado con herramientas estadounidenses o diseñado con software estadounidense…Se trata de un lento estrangulamiento por parte del gobierno de Estados Unidos”, dijo el analista tecnológico Dan Wang.
Al autor de esta nota no le cabe la menor duda que las sanciones antes descritas van a tener resultados, posiblemente a corto plazo. Sin embargo, cree que pude haber otras dos otras medidas adicionales que puedan disuadir a Putin de seguir invadiendo a sus vecinos: la primera es perseguir hasta la saciedad a todos los rusos, tanto a las personas como a sus patrimonios, incluyendo el retirarles las visas a ellos y a todos sus familiares. No hay que olvidar que el régimen ruso es un entramado de oligarcas que se nutre, pero a sus vez, alimenta el entramado del poder en el Kremlin.
La segunda medida, cuyos efectos serían más a mediano y largo plazo, es acelerar la transición energética y abandonar lo antes posible los combustibles fósiles, especialmente el gas natural, forzando de esta manera una caída dramática en los precios de dicho combustibles. La Agencia Internacional de la Energía acusa a Rusia de «estrangular» el suministro de gas a Europa. El director ejecutivo de la AIE asegura que Rusia mantiene artificialmente reducido el suministro de gas por las tensiones geopolíticas sobre Ucrania. Europa, de una forma torpe, se dejó atrapar en una incomprensible adicción al gas ruso, sin entender que estaba convirtiéndose en rehén de Putin. Los europeos siguen actuando con sinigual torpeza e hipocresía. La Comunidad Europea, al declarar “verde” hasta el 2030 el gas natural, busca incentivar las inversiones en este combustible fósil, sucio y no renovable. En vez de acelerar las otras formas de energía, los europeos insisten en mantener su dependencia del gas natural. Y como son casi inexistentes las otras fuentes de suministro que tienen, van a seguir siendo prisioneros del imperio ruso.
Estados Unidos y Europa, si realmente pretenden socavar el poder económico de Rusia, deberían ponerle el acelerador es a reemplazar los combustibles fósiles, inclusive utilizando energía nuclear. Rusia, en el fondo, es un Irak con armas nucleares. Con un precio de los combustibles fósiles en el suelo, la economía rusa se desmorona. ¡Desgraciadamente para EE.UU, las políticas torpes y cortoplacistas de Trump en relación a los combustibles fósiles, iban exactamente en dirección contraria: es decir mantener los precios de estos combustibles fósiles por el cielo para favorecer los productores domésticos!