Pasó un año, festividades, mucha comida, fiesta, algunos excesos, melancolía, propósitos incumplidos y uvas con deseos que al final en febrero ya no recordamos. El comienzo de año es una buena época para empezar nuevos ciclos y dejar en el olvido las cosas que ya no hicimos, porque las que verdaderamente importan son las que vienen y los aprendizajes que quedaron.
Hace un par de años, después de una pandemia que nos revolcó como humanidad, una de las palabras que más se usó era la “reinvención”. Debo confesar que a mí me desesperó un poco ver que se manoseaba y maltrataba el concepto de re-crear algo que si ya venía en deterioro puede evolucionar y ser mejor.
Observando y escuchando, quiero hacer una lista de algunas de las cosas que eran mejor cuando andábamos con miedo y restricciones y que al final por momentos me hizo sentir que como sociedad íbamos para algún lado juntos.
Empecemos por las filas, los turnos, el respeto del espacio ajeno. Eso sí que debimos reinventarlo y dejarlo permanecer en nuestros hábitos, pero ya lo olvidamos. Los que se han montado en un avión en los últimos meses y lo hicieron durante la pandemia en su momento seguro lo habrán notado. Cuánta felicidad colectiva ver que el avión paraba y todos permanecían sentados esperando su turno para salir de manera organizada, por filas, sin empujar, sin esperar el más vivo que se paraba aun antes de que el avión se detuviera. Pues no. Ahí no nos reinventamos y volvimos a ser los cavernícolas que creen que la puerta del avión se agranda si empujamos más.
Sigamos por el respeto al espacio en una fila cualquiera. No entiendo por qué no tratamos de estar con un respetuoso diámetro que permita al de adelante sentirse cómodo. Las filas volvieron a ser, en muchos casos, estripadas, donde el que está atrás no tiene lío alguno en mirar lo que el de adelante hace, incluso en un ofensivo roce cuando no es necesario. La empujadora persiste y la reinvención duro poco.
El trabajo virtual. Si bien es cierto que muchas empresas están logrando una buena mezcla, muchos están exigiendo la presencia en la oficina toda la semana de sus empleados. Algunas veces con la única intención de controlar lo que los demás están haciendo. El trabajo por resultados, que es lo que pide el liderazgo, hoy se puede ver algo gris con un trabajo vigilado de nuevo.
El control ambiental en muchos casos se reinventó solo para algunos. ¿Recuerdan que el cielo era más azul en aquel mes donde asustados estábamos encerrados? Muchos menos carros en las calles hacen que ciudades, como Bogotá, se vieran más verdes, menos mole de concreto y con un cielo más brillante. Hoy no cabemos de la cantidad de autos, muchos de ellos con un solo conductor, el humo de vehículos sin mantenimiento nos devolvió a esos aires grises un tanto tristones. Tampoco logramos una reinvención colectiva.
Pero no quiero sonar negativa, porque esa actitud es de las que menos me empatan con mi forma de ver el mundo. Por eso, mas bien quiero sonar reflexiva para que con estos buenos propósitos de arranque de año cada uno busque su propia re-creada en las cosas que no ayudan a generar una sociedad bastante desordenada.
¿Qué tal recuperar la capacidad de sorprendernos? Que las malas noticias no se normalicen.
¿Qué tal respetar la fila?
¿Qué tal usar carro solo cuando sea necesario?
¿Qué tal mezclar bien las reuniones presenciales y virtuales?
¿Qué tal quejarse menos y hacer más?
¿Qué tal reciclar y no botar basura en las calles?
¿Qué tal leer más e invitar a tu equipo a que compartan sobre esas lecturas?
¿Qué tal no hablar mal de tu empresa, de tu país del vecino?
Empecemos año recuperando el camino evolucionado que nos estaba dejando el encierro obligado. Miremos más hacia adentro y pensemos que nunca se sabe cuál es el último año, así que mejor vivir este día como si fuera el último. ¡Feliz Año!