Vivimos en un tiempo marcado por un pesimismo económico severo. La reciente quiebra del Silicon Valley Bank y de varios bancos regionales, una recesión que parece inminente pero que nunca llega, y la amenaza latente de un incumplimiento de la deuda estadounidense, han creado un clima de incertidumbre en los mercados financieros globales. Los traders de todo el mundo están haciendo apuestas en corto, es decir, se están beneficiando de las caídas del índice S&P 500.

En el corto plazo, el mercado puede parecer una máquina de votación, con los precios subiendo y bajando al capricho de la mayoría. Sin embargo, a largo plazo, es el juego final el que define los precios. En este momento, el juego final está dominado por la competencia tecnológica entre Estados Unidos y China.

Consideremos cualquier tecnología emergente de nuestro tiempo: inteligencia artificial, 5G, tobótica, ciudades iInteligentes, vehículos eléctricos... Todas ellas dependen en gran medida de los semiconductores.

En el campo de los semiconductores, NVIDIA se destaca como una estrella. Con sus resultados récord, es el caballo que lidera la carrera en el Nasdaq. Si la crisis de deuda rusa de 1998 marcó el inicio de la burbuja de internet, podríamos argumentar que la reciente crisis de los bancos regionales en Estados Unidos puede ser el preludio de una burbuja potencial en el ámbito de la inteligencia artificial.

En este clima de pesimismo, es fácil perder de vista las oportunidades de inversión. Pero es precisamente en estos momentos cuando pueden surgir las mejores oportunidades. En lugar de enfocarnos en el pesimismo y las caídas, es momento de mirar hacia el futuro y apostar por aquellas tecnologías y empresas que están liderando la carrera hacia un mundo cada vez más digital y automatizado.