Que el dinero crezca en los árboles, por supuesto, es una hipótesis absurda, pero no necesariamente alejada del todo de la realidad. No es tan alejada de la realidad ya que los billetes son hechos de papel que viene de la madera de los árboles. Es decir, que sí se podría argumentar que el dinero, de alguna forma, crece en los árboles.
Los regímenes populistas, indistintamente sean de derecha o de izquierda, suelen tener una idea equivocada del papel del dinero en la economía y creen sinceramente que la emisión de billetes —por supuesto sin ningún respaldo— puede conducir a la riqueza y prosperidad de una nación. Su profunda ignorancia en los temas económicos no les permite entender que una emisión de billetes, sin un respaldo equivalente en reservas o crecimiento económico, no solo envilece la moneda ya existente, sino que conlleva en parte a un encarecimiento del crédito tanto público como privado, pero principalmente a una inflación muy compleja de administrar y mucho menos controlar. Nada más grave para una nación que se pierda la confianza en su moneda. Como bien los señalaba el historiador Niall Ferguson: “La moneda no es metal…es confianza inscrita”.
La inflación causada por el envilecimiento de la moneda, por supuesto, constituye un impuesto que recae sobre los más pobres, ya que a quienes más afecta son a aquellas personas que viven en condición de vulnerabilidad. Se estima que por cada punto de crecimiento de inflación de alimentos, por encima de la inflación total, la pobreza extrema incrementaría 0,25 puntos. Para entender este fenómeno, un analista español hace la siguiente alegoría: “Hay que pensar en la cesta de la compra que tendríamos cada uno de nosotros si tuviésemos un salario ajustado u otro mucho más alto. Con una renta pequeña, la mayor parte de nuestro consumo se destinaría a los bienes y servicios básicos (imprescindibles para alcanzar un estándar de vida digno) como los alimentos, la electricidad o la calefacción. Sin embargo, a medida que la renta se incrementa, el peso relativo de esos componentes básicos cae en favor de los servicios (restaurantes, viajes, ocio...) y de otros bienes (tecnología, cuidado personal...). Las subidas de precios apenas han alcanzado, por ahora, a estos últimos bienes y servicios que tienen más peso en la cesta de los hogares de mayor renta”.
Y si bien, las malas noticias son que el gobierno está pensando en emitir moneda, la buena noticia es que no le dará la tarea de imprimir los billetes al Banco de la República —entidad con que el gobierno tiene algunas diferencias—, sino se la va a dar a la Imprenta Nacional, posiblemente la institución más inepta del Estado colombiano. Un ejemplo concreto de dicha incompetencia se puede observar en la demanda del contrato suscrito entre Migración Colombia y la Imprenta Nacional para la producción de cédulas de extranjería. Según argumenta la demanda, la Imprenta Nacional carece de la organización, tecnología, recursos, personal e infraestructura necesarios para asumir esta tarea. Osea, que si es la Imprenta Nacional la que va a emitir los billetes, posiblemente no estarán listos sino en la próxima década.
Nota del autor: El buscar imprimir billetes es una aseveración del primer mandatario. El que esa impresión se la den a la Imprenta Nacional es una especulación —sin fundamento alguno— del autor. La producción, emisión, provisión, cambio y destrucción de billetes, monedas y monedas conmemorativas que se usan a diario es y debe ser una tarea exclusiva del Banco de la República.