Mariana no entiende por qué tiene que quedarse callada cuando hay algo que no le gusta. Desde niña le han dicho que es muy lanzada cuando habla, pero ella está convencida de que es su forma de ser y que es justo que la escuchen cuando tiene un punto.

Estaba un poco abrumada cuando empecé a hablar con ella. Su empresa está teniendo cambios increíbles y hace poco le pusieron a un nuevo jefe. Este nuevo personaje se preocupa más por su imagen que por solucionar de raíz los temas técnicos que le impactan. Su jefe le está costando mucho por que evidentemente no la escucha.

Mariana quiso hablar conmigo por que hace unos años fui su jefe en otra vida donde creo era más feliz. “me siento en una calle sin salida”, me dijo con la voz quebrada; “hay problemas grandes que me sobrepasan, pero a mi nueva jefe le da igual, solo me dice que solucione todo yo y le cuente”.

Le pregunté en que andaba su jefe y si realmente entendía lo que estaba pasando. Me dijo que no sabía y que al final todos la respaldaban por que era muy buena navegando las altas esferas. Es decir, sentí a Mariana en una ola que la estaba revolcando sin salvavidas y lo peor sin fe de que iba a salir sin ahogarse.

Después de estar pegada a su vapeador con humo de colores (al menos me pareció de colores porque odio todo lo que se parezca al acto de fumar) un poco temblorosa me dijo que estaba asustada. En ese momento noté que Mariana tenía ojeras y había perdido peso. Me dijo que estaba agotada. Le pregunté si le había contado como se sentía a alguien en la empresa y me contestó un poco triste que nadie la iba a entender así que ni perdía el tiempo en eso.

“No quiero seguir tragándome este sapo” me dijo. “Realmente ya no me da más, pero necesito pagar mi apartamento así que no veo muchas opciones”.

Saber si has cumplido un ciclo laboral puede ser un proceso de reflexión personal y profesional. Quise indagar con Mariana si tenía falta de motivación y comprobé que le costaba mucho levantarse en la mañana, su falta de entusiasmo era evidente. También se veía estancada y en varias ocasiones durante la conversación no veía oportunidades de desarrollo y su autoestima se veía mermada.

Adicionalmente Mariana tenía un gran desequilibrio entre su vida personal y su trabajo y no sabía como solucionarlo. A pesar de que cada vez trabajaba más su jefe le decía solo lo malo que veía, nunca era suficiente y lo peor de todo es que Mari no se sentía escuchada ni valorada.

Es normal que en estas épocas de cambios y tanto enredo en el contexto todos podamos cansarnos un poco más. Es entendible sentirse abrumado, pero no podemos normalizar el stress o tener un jefe que no te valore ni entienda.

“No tragarse el sapo” quiere decir que al final ni siquiera estás de acuerdo con los valores de tu líder o de la Organización así que quizás sea un momento para un cambio. Mariana lo está pensando, pero el sueldo se lo impide y yo solo espero que no se enferme mientras espera a que algo pase y solo se quede con un apartamento que no puede disfrutar por su mala salud.

Aprender a reconocer que el trabajo te está afectando es muy importante. Mariana estaba cerca de la depresión y afortunadamente me escuchó y empezó de nuevo su terapia, decidió cuidar su seguridad sicológica y espero que en poco tiempo ya no tenga que aguantar algo que no quiere.

Si te identificas con varias de las señales de este caso, es importante buscar apoyo. Hablar con un profesional de la salud mental puede ser un buen primer paso. En el mundo no estamos solos y vale la pena alzar la mano si se requiere ayuda. No hay que llegar al punto de no retorno. Ya no te tragues más sapos, no es una obligación, el único que puede decidir que hacer eres tú.