La humanidad se enfrenta a una nueva guerra fría, en la que ambas potencias compiten por tecnología, recursos naturales y el control del mar del Sur de China.
China es el rival geopolítico de Estados Unidos (EE. UU.) En la década de 1970, cuando el entonces presidente de EE. UU., Richard Nixon, visitó China, la economía de este país era un quinto de la soviética. Hoy, es 5 veces el tamaño del producto interno de Rusia.
La estrategia de Beijing está en su Nueva Ruta de la Seda, un equivalente al Plan Marshall que EE. UU. implementó en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un proyecto de entre US$4 y US$8 trillones, en el estándar anglosajón, con el cual China pretende reconfigurar la estructura económica de Eurasia.
Ambos compiten también por el espacio. Esta arena de combate se extiende a los satélites, cables submarinos de fibra óptica, Internet y las redes sociales. Las armas a utilizar serán el espionaje industrial y los ataques informáticos, entre otras.
Mientras esto ocurre, las acciones de Vladímir Putin son la gran distracción. El verdadero hombre fuerte es Xi Jinping. El plan del este líder es convertir a China en un imperio.
La principal consecuencia de una guerra fría es que el activo libre de riesgo deja de existir. Los bonos del tesoro ahora tienen la misma volatilidad de una acción.