Tras el más reciente congreso del Partido Comunista Chino, Xi Jinping se proclamó como el líder más poderoso de China. Su visión del mundo nos muestra un país que busca recuperarse de un siglo XIX en el cual fue desmembrado, pero también de una estrategia para enfrentar a Estados Unidos, el rival en su ascenso como potencia mundial.

Un breve resumen de la vida del líder chino dice lo siguiente: es hijo de Xi Zhongxun, exjefe de propaganda chino, quien luchó con Mao Zedong y triunfó en la revolución de 1959. Alfred Chang, profesor del Huron University College y autor del primer estudio detallado de la vida y carrera de XI Jiping, explica que desde la infancia el futuro líder de China estuvo expuesto a la política, ya que la posición de sus padres dentro de la élite del momento le permitió codearse con altos miembros del partido.

El Xi Jinping de hoy “es muy consciente del hecho de que China sigue siendo un país en desarrollo. Esto le confiere a China un ‘estatus de ingresos altos’, pero todavía existe una gran brecha con el Occidente desarrollado”, explicó Chang en una entrevista. Justamente, la desigualdad en China es uno de los temas que desde joven conoció Xi. Durante la Revolución Cultural China (1966-1976), sus padres fueron perseguidos y tildados de anticomunistas, lo cual lo obligó a vivir en el campo. Era tal la presión, que como lo cuenta Evan Osnos en un perfil publicado para la revista The New Yorker, una de sus hermanas se suicidó. Es en este periodo que Xi Jinping, entonces adolescente, abraza los valores del partido y convertirse en un defensor acérrimo del comunismo chino. Su decisión lo llevaría a ocupar cargos en la administración de varias provincias, en las cuales construyó una relación muy fuerte con los miembros retirados del ejército chino, a quienes mejoró su estatus.

Un artículo publicado por la revista Foreign Affairs, en el cual analiza textos y discursos publicados por Xi, devela a un heredero de los pensamientos de Marx, Stalin y Mao. Xi Jinping “no representa una desviación radical de predecesores como muchos analistas creen. Sus ambiciones están sincronizadas con las de su partido”, sintetiza el texto.

La cuestión de Taiwán

¿China invadirá Taiwán? ¿Cuándo y cómo decidirá hacerlo? Las dos preguntas pasan por una estrategia que aún no es clara para Occidente. Primero, porque todavía existe una opción de integración que depende de Taiwán. Las elecciones de 2024 serán claves y si el resultado es parecido a las de la semana pasada, veríamos al partido opositor Kuomintang como líder.

La llegada de un partido como el Kuomintang, el cual aboga por establecer relaciones cercanas con China, podría darse este escenario. Segundo, una invasión militar resulta complicada para China, dado que esta será naval. ¿Sus fuerzas armadas están listas para este escenario? Las acciones de Rusia en Ucrania son un ejemplo y advertencia de lo difícil que es una guerra, aun para un ejército como el chino.

El estado actual de la economía, los cierres bajo el argumento de una crisis desatada por el contagio del covid-19, nos muestran que Xi Jinping tiene desafíos importantes en casa. El analista geopolítico George Friedman explica que no solo los líderes comunistas tienen problemas, sino que se trata de una crisis que abarca a toda Eurasia.

“Es importante tener en cuenta que si Rusia no estabiliza su posición en Ucrania, si la Unión Europea no logra la cohesión que necesita y si las manifestaciones chinas se mantienen, entonces un nuevo mundo podría surgir”.