Vicisitudes como las guerras civiles, la configuración de los poderes regionales, los múltiples proyectos construidos de políticas e instituciones económicas, hicieron que el espacio para consolidar un moderno proyecto de sistema financiero llegara solo hasta 1865; casi medio siglo después de la independencia.La fragmentación del poder hacía difícil negociar una solución del orden nacional (un banco nacional) y la creación de instituciones financieras requería mayor confianza de los ricos, para convertirse en capitalistas financieros, situación agravada por la incertidumbre política.Hasta mediados del siglo XIX el sistema de moneda metálica era caótico, con quejas permanentes sobre la “escasez crónica de numerario”. Se mezclaban monedas coloniales degradadas y piezas extranjeras. Existían formas incipientes de crédito comercial y, sobre todo, sistemas informales de agio y “montes de piedad”.Con el triunfo del liberalismo radical y la constitución de Rionegro de 1863, se pone en marcha, en 1865, el periodo de Banca Libre (BL en adelante). Este operó como un sistema de emisión libre de billetes de bancos privados o mixtos. Según el ideal, el sistema debía permitir la disciplina en la emisión de billetes convertibles en moneda metálica de curso legal, de manera que los bancos que ganaran la credibilidad del público terminarían ocupando el principal lugar en la creación de medios de pago.La BL fue una estrategia de solución al problema de la circulación monetaria y el primer intento de creación de bancos privados nacionales. Permitió liberar la necesidad de moneda metálica para circulación interna, independizando parcialmente el sistema de pagos basado en billetes de banco, de los pagos externos en metales.Entre 1871 y 1885, las élites regionales crearon bancos en Bogotá, el Cauca, Cali y Antioquia. Estos dinamizaron el sistema de pagos y pusieron en circulación un monto de medios de pago más de tres veces superior a lo que circulaba antes de 1865. Sin embargo, su función como intermediarios de crédito fue menos apreciada. Las tasas de interés nominales llegaban a valores de 12% anuales en 1885. Los créditos a artesanos y agricultores eran escasos y las operaciones de transformación de liquidez se concentraban principalmente en la emisión de billetes respaldados en una captación de máximo 90 días y poco descuento de títulos de deuda privada y pública.Este experimento llegó a su fin cuando el proyecto centralizador de la Regeneración, de Rafael Núñez, de 1885, acabó de jure con el sistema al imponer el curso forzoso del billete del Banco Nacional (BN en adelante). Aunque la circulación de billetes privados o de bancos mixtos duraría hasta, al menos, 1898.El argumento de Núñez encontró apoyo entre los sectores agrícolas, artesanos y pequeños comerciantes; quienes no percibían los beneficios de la modernización del sistema monetario.Pero el BN no logró credibilidad entre las élites económicas del país. Su intento de sustituir billetes privados por sus emisiones fue difícil y en algunos lugares, como en Antioquia y Cauca, solo se logró en alianza con los antiguos bancos de emisión de la BL. Aunque hasta antes de la Guerra de los Mil Días el monto emitido por el BN no era realmente exagerado con respecto a los medios de pago en circulación de la BL, su falta de credibilidad llevó a la depreciación de sus billetes. La depreciación externa de la moneda colombiana fue aún más grave y el final del siglo XIX encontró al país con un sistema sin credibilidad y altas tasas de inflación.El fracaso del BN promovió la creatividad empresarial de los banqueros privados, quienes tuvieron que transformarse en verdaderos intermediarios financieros, dejando de soportar su negocio en la función de emisión. Esto permitió a las élites negociantes y cafeteras convertirse en incipientes industriales.Los bancos de Bogotá, Colombia y el Comercial de Antioquia se destacan entre las pocas instituciones que lograron mantenerse más de un siglo. Para ello, debieron, como las demás, evadir la restricción del curso forzoso del BN y ofrecer certificados de depósito en oro o cuentas bancarias, que garantizaban pagos a través de sus corresponsales en el exterior.Esta experiencia permitió a los empresarios liberarse de las limitaciones de la moneda metálica y aprender el negocio de la intermediación financiera y la toma de riesgos. Aunque las bondades de la BL aún están en debate, se puede afirmar que en medio del caos político y económico del primer siglo de vida republicana, los experimentos de organización de las instituciones económicas dejaron una huella profunda.