Director Ejecutivo de Great Place to Work ® Colombia La consigna del 8M se convirtió en la oportunidad para impulsar la lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Como sociedad, es evidente que hemos tenido avances importantes en la búsqueda de la equidad de género durante el último siglo. Sin embargo, aún queda un camino largo por recorrer ¿Quién hubiera pensado que este año, el Día Internacional de la Mujer se convertiría en un clamor multitudinario que resonaría en todo el planeta? En tiempos modernos, y gracias a la velocidad a la que viaja la información a través de la internet, dicha unión femenina ha permitido que se haga visible la respuesta frente a ciertas problemáticas que día a día viven algunas mujeres. En 2015, surgió el movimiento #NiUnaMenos en América Latina, en donde las mujeres comenzaron a exponer situaciones en donde ellas mismas u otras se han visto expuestas a violaciones o al feminicidio. Posteriormente, en 2017 la etiqueta #MeToo se viralizó al punto de convertirse en una bandera que permitiría advertir casos de acoso y violencia sexual de género en la industria del cine y la televisión. Estas iniciativas, motivadas por los nuevos medios y las nuevas generaciones, han dado paso al cambio de mentalidad, orientando a la sociedad, no solo hacia la búsqueda de equidad entre hombres y mujeres, sino, en general, invitando a que todos en comunidad estemos bajo la misma sombrilla sin proveer mejores condiciones para unos u otros. De esta forma, también se reciben las nuevas masculinidades, permitiendo al hombre ser más sensible frente a la desigualdad que existe respecto a las mujeres y así conducirlo a proponer, desde su individualidad, iniciativas que impulsen la equidad. Mientras tanto, también es importante tener una mirada panorámica de todas las etapas e instituciones que influyen para garantizar las condiciones adecuadas de la mujer. Se trata de la reivindicación histórica que tenemos con ellas al relegar su rol a labores de hogar o asignar funciones solo por ser el mal llamado “sexo débil”. El colegio, la universidad, el sistema de salud, la participación política, su familia, su organización, son solo algunas de las más representativas y que aparecen en alguna etapa para contribuir, o no, con el desarrollo y alcance de la equidad. En Colombia, hoy las mujeres representan 50% de la fuerza laboral y se convierte en una prioridad llevar a cabo prácticas que garanticen las condiciones adecuadas para que las mujeres desarrollen al máximo su potencial. Nuestros hallazgos han demostrado que, dentro de las compañías, cuando se resuelve el trato justo independiente del género y existen unas adecuadas dinámicas de apoyo del equipo, las percepciones de las mujeres en lo que al ambiente laboral se refiere, son superiores. Esto significa que no basta únicamente con cumplir una cuota, sino asegurar que las mujeres tengan una participación activa e influyente dentro de la organización. Evidentemente, las organizaciones se convierten en actores de dignificación social. Esto nos debe conducir a preguntarnos ¿Qué estamos dispuestos a hacer en nuestras organizaciones para que sean más equitativas y justas? Es importante desarrollar iniciativas que favorezcan la igualdad de género y de esta forma reivindicar la lucha de las mujeres a lo largo de estos años. Cargos de liderazgo, asignaciones salariales, nivel de influencia y toma de decisiones, tareas asignadas, estereotipos de empleo, son solo algunos puntos para impactar de forma positiva la experiencia de las mujeres, sus familias y la sociedad en general. A lo largo de la historia las mujeres han demostrado que es posible tener un mundo distinto y es de esta forma que los propósitos de ellas se conectan excepcionalmente con el de Great Place to Work®. Queremos que nuestra comunidad sea más grata, más amable y justa en donde haya bienestar para todos, sin prejuicio de condiciones particulares, como el género, la orientación sexual, la edad o la etnia, solo nombrar algunas. Para avanzar en este propósito necesitamos saber qué camino seguir. En este sentido, las mujeres han sido un gran ejemplo y la lucha por sus derechos, que han resultado en cambios sociales y culturales importantes, nos llevan a pensar que una transformación significativa es posible para contribuir a la construcción de una mejor sociedad para todos.