Es biólogo, pero nunca ha trabajado como investigador. Nació en el País Vasco, pero vive como expatriado. Podría ser un fotógrafo o un aventurero, pero es el presidente de Nestlé Colombia y llegó al país después de haber cumplido 28 años en esta empresa. Su vida profesional ha sido un vaivén encaminado. Y, a pesar de llevar tanto tiempo en un mismo lugar, siempre ha estado en movimiento. Dice que el número mágico es el tres. Y es que no es coincidencia que desde que inició su vida laboral haya cambiado de cargo -y de país- cada tres años. Todo empezó en 1991, en Asturias, norte de España. En su primer cargo fue jefe de aseguramiento de calidad. Después fue jefe de producción, subdirector de fábrica, director de fábrica y director de dirección técnica en Nestlé España. Diez años después, en 2001, dio el salto internacional y su vida se convirtió en un exilio sin retorno. A Colombia llegó a finales de 2018. Pero antes estuvo en Chile, México y Suiza ocupando cargos directivos con responsabilidad en varias de las zonas donde opera esta multinacional, que el único país en el que no está es en Corea del Norte. En Venezuela, con dificultades, mantiene su negocio. "Un pecado que siempre he cometido es decirles a mis jefes que estaba disfrutando de lo que hacía. Cada vez que se los dije, me acabaron trasladando al cabo de unos meses. Como aprendo de la experiencia, prometo no decir que estoy disfrutando de lo que hago en Colombia", comenta, mientras ríe. Le puede interesar: Conozca esta multilatina colombiana con ‘padres’ extranjeros Lleva una vida gitana. Se adapta al cambio con facilidad. “Para un extranjero todo es aprendizaje, por eso vivo la expatriación como una aventura fascinante. Cada nuevo país me enriquece personal y profesionalmente. Es mucho mejor que hacer turismo. Para mi esposa es más difícil, no se adapta tan fácil”. Su trayectoria representa a la organización donde trabaja: una empresa multinacional bastante descentralizada. Según Núñez, Nestlé es una compañía de personas que trabajan para personas. La movilidad constante de sus empleados se ha convertido en el pegamento de la empresa. “Cada expatriado se convierte en un vehículo para transmitir y compartir la cultura Nestlé”, explica. Núñez llegó para hacerse cargo de una firma con 3.500 empleados en el país y que aporta 2% de la facturación de Nestlé en la zona Américas, donde alcanza US$30.000 millones. Tras un año 2018 desafiante para Nestlé en el país por los efectos sobre el consumo de las elecciones y la discusión de la reforma tributaria, la prioridad de Núñez es volver a generar un crecimiento a doble dígito que sea sostenible y rentable a partir de principios de operación sólidos y de la mano de la gente. Además, trabaja en el proyecto “Unidos por los jóvenes”, una iniciativa de Nestlé que se ha aliado con otras empresas, universidades y Gobierno para orientar a los jóvenes durante su carrera profesional. El objetivo es reunir 40 actores asociados para llegar a ofrecer oportunidades de empleo a 20.000 jóvenes. “Si queremos transformar la sociedad, los jóvenes son el elemento al que debemos apuntar”. Por esto, su fuente de inspiración es el modelo de educación dual desarrollado en Suiza a través del cual los jóvenes compaginan sus estudios con actividades prácticas. Le sugerimos: Nestlé crea el Instituto de Ciencias del Empaque para tener un portafolio 100% reciclable Espera quedarse en el país más de tres años para aprovechar el hobby que más disfruta: fotografiar aves, mamíferos y paisajes. Su gran referente es el fotógrafo estadounidense Art Wolfe, autor de The vanishing act, un libro donde los animales no aparecen en las fotos, pero donde se notan las huellas que han dejado a su paso. Ese gusto por el movimiento tal vez esté en el ADN de Núñez, quien, como los protagonistas de las fotos de Wolfe, ha dejado huella por los lugares por los que ha pasado. Lea también: Los mejores CEO transformando empresas