Los expertos coinciden en que es urgente tomar medidas para rentabilizar la agroindustria colombiana. Todos hablan sobre la baja competitividad del campo, las alarmantes cifras de desempleo e informalidad, la falta de acceso a servicios públicos, salud y educación y, sobre todo, la falta de infraestructura. Solo para hablar de esto último: Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC, asegura que tan solo el 10% de las vías terciarias están en buen estado. Para él, esa es una situación precaria. El campo colombiano lucha por mantenerse con una frontera agrícola de 40 millones de hectáreas, de las cuales hoy solo se utilizan 7 millones. Por ello, desde su llegada a la cartera de agricultura, el ministro Andrés Valencia Pinzón ha mantenido como gran objetivo del gobierno Duque la rentabilización. Sobre todo, teniendo en cuenta los enormes compromisos para cerrar la brecha entre la ciudad y el campo previstos en los Acuerdos de Paz. De esta manera, las tecnologías para el agro, también llamadas Agrotech o Artech, serían la solución innegable que tanto el sector privado como el público deben apoyar. Diego Molano, consultor internacional en tecnología y ex ministro, destaca las enormes ventajas digitales que hoy revolucionan el campo mundial y la necesidad de que el sector privado se involucre, generando un clima de emprendimiento adecuado para potencializar la industria. “Creo que el sector público tiene muy poco que hacer aquí. El sector privado tiene que lanzarse al agua e innovar, de manera que se consoliden ecosistemas de emprendimiento de Artech”, explicó.

Algunas de estas oportunidades para el agro son la eliminación de intermediarios en la cadena de valor, con la que la mayoría de veces se ve perjudicado el productor. ComproAgro surgió como respuesta a esta problemática, como una plataforma a través de la cual se pone en contacto directo a productores y consumidores, indicando ubicación y características de la cosecha. La agroindustria también puede encontrar un lugar importante con el uso de big data y herramientas de tecnología de precisión, como imágenes satelitales, drones y sensores, que permitan la predicción de condiciones meteorológicas, mitigación de riesgos fitosanitarios y análisis general del cultivo o ganado. Precisamente, Sioma es un emprendimiento, creado por jóvenes paisas preocupados por las continuas dificultades por el clima que enfrentaban las bananeras en Urabá. El cambio climático ha afectado el cultivo de manera contundente, y por ello diseñaron sensores para medir de manera oportuna los niveles de agua, el estado de los drenajes y conocer en tiempo real el estado de la cosecha. Hoy participan en cerca de 9.800 hectáreas en más de 40 fincas. A pesar del éxito alcanzado, que pronto los llevará a Costa Rica, Ecuador y Guatemala, sus creadores manifiestan preocupación porque la falta de educación sobre temas de tecnología. A sus ojos, la tecnología no ha tomado un papel protagónico siempre que se prioriza la reducción de costos y no la productividad. Por su parte, otro de los grandes retos del campo es la financiación y el bajo acceso al sistema bancario y de seguros tradicional. Por esto, las fintech e insurtech representan una enorme oportunidad para el país. Darío Estrada, director de Finagro, destaca que el porcentaje de inclusión financiera en el campo es de 42%, y que la meta actual es llegar al 50%. La entidad atiende actualmente a 784.457 productores agropecuarios, con una cartera para el sector que asciende a los $25 billones. Aquí entra a jugar de nuevo la tecnología, “estoy convencido que tienen un potencial inmenso. Es mucho lo que el uso de las nuevas tecnologías puede aportarle a mejorar la información y a reducir los costos de producción de los agricultores de nuestro país”, agrega Estrada.

Un claro ejemplo es Agrapp, una plataforma digital de crowdfunding para la agroindustria que fue elegida por RockStart, una aceleradora de emprendimientos, como uno de los diez start-ups que apoyarán en Latinoamérica. Agrapp permite a personas conocer proyectos de cultivo e invertir en ellos, asegurando el retorno de la inversión con asesoría especializada a agricultores. La ventaja es que antes de impulsar los proyectos, se encargan de visitar los potenciales beneficiarios y medir la viabilidad del proyecto, para luego asegurar la comercialización de las cosechas. Su CEO, David Duarte, asegura que la brecha de financiación es enorme por lo que, en un año han canalizado cerca de $300 millones y apuntan a acoger cerca de 2.500 familias.  Sumado a lo anterior, Diego Molano destaca el potencial de los mecanismos de automatización de labores, herramientas de optimización de logística y distribución a lo largo de toda la cadena de valor, así como inversión en educación, ciencia e innovación. Afirma que Colombia ha quedado rezagada frente a la región, y debe haber un mayor apoyo a los nuevos emprendimientos, enfocado en los sorprendentes resultados de las Agrotech. Precisamente, la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) ha apostado por esta visión y anunció recientemente su programa para la conectividad de los caficultores. Se enfoca en rentabilizar los cultivos y permitir el acceso a educación y salud a través de la tecnología de la mano de Microsoft. La federación busca que el café obtenga mejores resultados con herramientas de predictibilidad, trazabilidad y análisis de datos.  Al respecto, desde Agrosavia reconocen la importancia de despertar el campo con la revolución tecnológica. Sin embargo, Rodrigo Martínez, investigador de la entidad, afirma que no se puede olvidar el desarrollo de la infraestructura necesaria para lograr mayor cobertura en el país e invertir en el desarrollo de la ciencia. El país invierte, según Martínez, menos del 0,4% del PIB en investigación y desarrollo de ciencia, que comparado con países pertenecientes a la Ocde, resulta precario. 

De esta manera, el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones afirma que ha asumido el reto de conectar a los colombianos desde el gobierno anterior, con el programa Vive Digital. A la fecha, han llegado a 519 municipios con 913 puntos de conexión y han ampliado la red de fibra óptica en 786 cabeceras municipales. Sin embargo, el reto continúa. El gobierno, de la mano del sector privado, deberá mantener la mirada en un sector que representa cerca del 20% de las exportaciones del país y cuya población ocupada, según el Dane, se mantiene en descenso constante.