Mientras que en el Reino Unido el ministro de justicia ha prohibido enviar libros a los presos en ese país, en Estados Unidos avanzan en demostrar que la clave para reducir los índices de criminalidad es la educación. Así lo ha demostrado la organización de investigación y análisis RAND en un estudio publicado a finales de 2013. Según este trabajo, los presos que reciben educación tras las rejas son mucho menos propensos a reincidir y regresar a la cárcel. Además, sus posibilidades de encontrar empleo una vez ha terminado su condena se aumentan significativamente. El estudio conducido por RAND es el más grande jamás hecho sobre educación en las prisiones de Estados Unidos. Los investigadores descubrieron que los prisioneros que participan de programas educativos o de capacitación tienen un 43 por ciento menos de posibilidades de regresar a la prisión que aquellos que no reciben educación alguna. Por otro lado, sus posibilidades de conseguir trabajo aumentan en un 13 por ciento, frente al grupo que no tomó clases. Los resultados de la investigación van más allá y sugieren que, además de reducir el crimen, la educación tras las rejas es muy efectiva en cuanto a costo-beneficio. Según RAND, educar a un preso en Estados Unidos puede costar desde 1.400 a 1.744 dólares, lo que es una cantidad ínfima frente a lo que cuesta volver a encarcelar a una persona: de 8.000 a 9.700 dólares. Según Lois Davis, el principal investigador del proyecto, ya no es necesario preguntarse si sí funciona la educación en las cárceles. “Ahora debemos investigar más para saber qué parte de los programas educativos funciona mejor”, afirma. Vea el estudio completo aquí