"La educación es todo”. Escuché esa frase en un evento. Me pareció en su momento un poco pretenciosa, pero al final terminé usándola casi todo el tiempo. No soy experto en educación, y lo que he vivido como empresario quizás no me alcance para desentrañar las claves de un tema tan vital, tan fascinante y tan amplio. A propósito de la Cumbre Líderes por la Educación, tengo algunas reflexiones sobre el tema: 1. Estamos mucho mejor, pero… Colombia, pese a las insoportables y feroces peleas políticas y las malas noticias, es mucho mejor país que hace 10, 20 y 30 años. El avance ha sido notable, pero podemos y debemos mejorar más y más rápido. Gran parte de nuestros problemas tiene que ver con un Estado poco efectivo; disfuncional. Hay zonas del territorio que no controlamos; no tenemos plena capacidad de cobrar tributos en la nación ni proveemos bienes públicos con eficacia y solvencia. No es suficiente tener una buena política pública; hay que cumplirla. Mejorar la capacidad del Estado tiene que ser un imperativo, sin embargo, no parece haber un plan serio para lograrlo. Atacamos los síntomas pero no las causas de nuestros problemas. 2. Nuestras brechas son muy altas  En educación también hemos mejorado, no obstante falta mucho, y las capacidades de los gobiernos locales determinan, en gran medida, quién mejora más. Según las pruebas Saber 11 de 2018, la diferencia que hay entre la educación privada y la pública, y entre la urbana y la rural, es grande: en promedio, la urbana y la privada superan por un rango de 12 a 18 por ciento a la rural y a la pública. Por ejemplo, según el Observatorio de la Universidad del Norte, en los últimos 15 años los colegios de mejor categoría (A) pasaron de ser el 7 por ciento al 29 por ciento, y los peores (D) del 56 por ciento al 24 por ciento. Pero en las pruebas Pisa de 2015 realizadas a estudiantes de 15 años, 66 por ciento de los alumnos en Matemáticas y 43 por ciento en Lenguaje no superaron el nivel básico. 3. La plata. Siempre la plata. La plata para la educación de buena calidad no alcanza. Lo que asigna el Sistema General de Participaciones (SGP) no es suficiente. Además de exigir eficiencia, hay que aumentar la asignación de recursos. Una opción es ampliar las bases de los tributos locales o revisar el sistema de reparto del SGP. Esta es una discusión necesaria que no se está dando. Creo que más temprano que tarde necesitaremos una reforma fiscal progresiva y perdurable para cumplir a cabalidad nuestra función como Estado social de derecho. 4. Desde el principio. La primera infancia y la nutrición son temas de dicha o condena, y deben tener fuentes de financiación amplias y recurrentes. Es necesaria la cobertura universal. Según el Departamento Nacional de Planeación, hoy se estima que está en el 55 por ciento.

5. ¡Los maestros! La importancia de los profesores es cada vez más evidente y reconocida. Ellos son el núcleo del sistema; hay que trabajar con todos. Necesitamos docentes más capacitados, bien remunerados, comprometidos y motivados. Con ellos se deben hacer planes de mejora ambiciosos, medibles y audaces. Un diálogo sincero y crítico con los maestros es fundamental.  6. Leer, leer y leer Nada más poderoso que el lenguaje que se enriquece en el círculo virtuoso de leer, hablar, preguntar, escuchar, volver a leer y entender. Así hasta el cansancio. La lectura crítica tiene que ser una consigna nacional. Hay buenos planes en ejecución; lo que está probado debe tener continuidad. Estos son procesos de largo aliento. Lo que sí hace falta es un sermón permanente: todos a leer y a entender. Así como unas metas ambiciosas, medibles, que todos conozcamos. Planes audaces con plazos concretos (mejor con libros que con tablets). 7. Voluntad política ¡Querer es poder! La voluntad política es determinante. Si su alcalde no le da prioridad a la educación, la comunidad debe empoderarse y reclamar con firmeza y respeto. Son indispensables la veeduría y los debates informados con amplia difusión en los medios. Los Cómo Vamos son un buen ejemplo de los acicates y las presiones que algunos alcaldes necesitan. 8. Observatorio serio y crítico Empresarios por la Educación tiene planes de volverse un observatorio imparcial y calificado para hacerle seguimiento crítico pero amable a la educación en las regiones. Se trata de observar, medir, proponer y divulgar. Ese es el camino para mejorar.

9. Predestinados El equipaje con el que vienen los niños al mundo es un gran predictor de su futuro. Aunque hay que prevenir al máximo que este equipaje no pese tanto por la pobreza y la violencia, la única manera de mejorar sus destinos es mediante la buena educación pública y gratuita, que les permita tener una vida digna y feliz. 10. Medios más vigilantes Llama la atención el escaso o nulo seguimiento que los medios le han hecho al buen propósito del Gobierno Santos de ser el país mejor educado en 2025. ¿Por qué tan poco interés? 11. Capacidades locales  No todo es plata. Construir capacidades locales para ejecutar adecuadamente la política pública sigue siendo un gran desafío. ¿Qué haremos con casos como el Chocó o La Guajira, que se han quedado tirados en el zaguán de la pobreza y la ignominia? 12. Se sabe lo que funciona Colombia ya tiene suficientes modelos probados. Además, las fundaciones que ponen plata en educación están siempre experimentando nuevos modelos con generosidad y paciencia. Hace años se sabe qué hay que hacer, pero no todos lo hacen. Conviene aprender de los mejores departamentos, como Boyacá y Santander, así como de los mejores colegios del país. No hay recetas únicas, sin embargo, se debe replicar lo que puede funcionar.  13. Toca medir Para mejorar hay que medir, no hay duda. Lo ideal sería tener buenos resultados en las pruebas sin atiborrarse de tantos preicfes, ni torturarse. ¿Cómo hacemos para que lo que se enseña se refleje mejor en las pruebas nacionales sin terminar exangües por tantos simulacros? 14. Acción, por favor Hace rato que es tiempo de pasar de la retórica a la acción. Algunos pocos lo han hecho. Todos los políticos dicen y juran darle importancia a la educación. “No se dejen confundir, busca el fondo y su razón”, diría Rubén Blades. Hay que creerles solo a los que dicen algo parecido a lo siguiente: “Hoy, el 20 por ciento de los colegios de esta ciudad está en la categoría alta. Al terminar mi mandato, será el 50 por ciento.” Que firme y lo publique. Si lo cumple, se le premia; si no, se repudia. Metas, planes, resultados demostrables como las mediciones del Icfes. ¡Así de simple! 15. Seguir conversando Creo que en gran medida se conocen las recetas para mejorar nuestra educación. Concentrarse con constancia y paciencia en los factores más decisivos, con el poder de lo simple y la voluntad política, dará los resultados buscados. Necesitamos gobernantes audaces que los apliquen y una sociedad empoderada que exija planes concretos y resultados; ese es el futuro de las niñas y los niños. Un país más educado será más próspero, más equitativo, más seguro y más feliz.