Tras haber superado el segundo pico de la pandemia de la Covid-19 a comienzos de 2021, Colombia volvió a retomar el llamado modelo educativo de alternancia (intercalar clases presenciales con virtuales). De esta manera, las instituciones educativas del país pueden abrir sus instalaciones, siempre y cuando cumplan con los estrictos protocolos de bioseguridad que exigen las autoridades.
Este modelo de alternancia ha sido la solución temporal para que los niños y jóvenes sigan estudiando y mantengan una buena salud tanto física como mental. Los efectos de un aislamiento prolongado en ellos han sido reseñados por la comunidad médica y podrían generar consecuencias negativas en el largo plazo. Según la Asociación Colombiana de Neurología Infantil, por ejemplo, el confinamiento largo y sostenido ha generado en la población “la aparición o aumento de problemas de salud como trastornos del sueño, de la alimentación y del movimiento (tics), y ansiedad y obesidad”.
Volver a las aulas de manera presencial se convirtió en un tema urgente de la agenda nacional, incluso actores del sector le han solicitado a las autoridades que los estudiantes puedan regresar a sus clases físicamente. La exviceministra de Educación, Isabel Segovia, ha sido una de las personas más activas en el asunto y ha liderado la campaña que promueve el regreso a los planteles. “Ir al colegio, aunque sea en alternancia, es preferible que solo la virtualidad, en el mejor de los casos, o que unas guías que hacen solos los estudiantes y que les envían a sus profesores, o ni lo uno, ni lo otro, en el peor de los casos”, manifiesta Segovia, y recalca: “yo pienso que tenemos que llegar a una presencialidad del ciento por ciento con entornos de aprendizaje y de socialización seguros para los niños”.
La virtualidad ha resultado especialmente compleja en el caso de los niños y niñas más pequeños, por su etapa de desarrollo, debido a que enfrentan dificultades para conectarse con los profesores y mantener la atención enfrente de una pantalla. Por eso, destaca Juan Sebastián Hoyos, vicerrector del Gimnasio Moderno, “la presencialidad es muy importante por la interacción, el contacto con los maestros y con los otros niños. Poder salir de sus casas y estar al aire libre”, y agrega que bajo el modelo de alternancia es posible aprovechar, al mismo tiempo, “los beneficios que tiene la virtualidad como respuesta frente a la imposibilidad de estar todo el tiempo en el colegio”.
Por su parte, Angélica García, psicóloga y consultora educativa, gerente y socia fundadora de A-prender, expone que el modelo de alternancia se hace viable cuando se planea teniendo en cuenta al niño como la variable más importante en un proceso académico. “Es necesario entender lo que demanda el neurodesarrollo en una etapa preescolar, a diferencia de una primaria o bachillerato (...) darle prioridad a los niños de los 2 a los 7 años que necesitan de la emoción, el contacto, el movimiento y materiales concretos para generar aprendizaje, mientras que algunos adolescentes ya demandan otro tipo de interacciones”, anota.
En cuanto a la alta calidad de la educación, los expertos coinciden en que aspectos como el bienestar socioemocional son tan importantes como las competencias básicas académicas y que no se pueden descuidar.