"La dinámica es que nos levantamos como si fuéramos al trabajo, pero evidentemente nos quedamos aquí y cada cual empieza a hacer sus actividades. Ha sido complicado por dos razones: los niños ven la casa como el espacio para descansar y jugar. Federico al principio no sabía por qué tenía que hacer tantas tareas, entonces para él entrar en la dinámica fue difícil. 

Eso, sumado a que mi esposa y yo trabajamos en la casa y ahora es el doble porque ambos estamos en los comités de gerencia de donde trabajamos. Nosotros antes salíamos a las seis de la tarde y volvíamos a pensar en trabajo al otro día. Pero esta coyuntura ha hecho que haya más qué hacer. Ahora, con los niños nuestro trabajo aumentó también. Por fortuna al niño le mandan talleres en un pdf que montan a la plataforma del colegio y el debe conectarse con el colegio solo dos veces al día, son clases de 15 minutos donde muestran las actividades propuestas en diferentes temas: sociales, matemáticas, ingles, etc. Eso nos ha parecido que funciona bien y no nos parecería chévere que estuvieran de 8 a 3 de la tarde clase tras clase pues seria muy complicado. 

El otro tema es que no estábamos preparados para trabajar en la casa. A mi el internet no me entraba bien sino solo en el cuarto, entonces tuve que instalar un repetidor en la sala. Eso funciona bien cuando uno trabaja un rato, pero cuando uno debe sentar la rutina de trabajo permanente y mas formal, el internet se cuelga mucho entonces ahí encontramos primera barrera.  

Debido al apoyo que deben dar en las tareas de sus hijos, las jornadas laborales de Alejandro y su esposa se extienden hasta la noche. Foto: Karen Salamanca - SemanaLo segundo es que no tenemos mobiliario adecuado para trabajar. Empecé en la cama luego en silla reclinomática o con una tabla, pero ahora organizamos algo mas estructurado para estar más cómodos, pero no es lo óptimo. Yo en mi cuarto y Silvia en uno de los cuartos de los niños. El manejo de los niños es difícil y lo más complicado es que la relación interna en la casa termina siendo muy frágil. Los chinos en plena reunión empiezan a pelear y a chillar ‘que me quitó el muñeco’. Yo pongo el celular en mute y sale lo peor de mi. Es terrible porque son niños de cinco y dos años y no tienen la capacidad de entender que estoy con el jefe.  Entonces las dinámicas son complejas.

Tenemos empleada interna, pero ella no puede hacer las tareas con ellos. El alivio que nos da es en la limpieza y el almuerzo de la casa. Pero la responsabilidad de los niños las tenemos nosotros. Yo en los huecos del trabajo me dedico a ellos. El grande se debe conectar por computador para que reciba la charla del profesor. Él pregunta como está todo y mi hijo contesta que todo bien, que hizo tal cosa y la otra y yo pienso ‘si supiera todo lo que tuvimos que hacer para que todo estuviera listo en su momento’. Si fuera sencillo hacer la tarea pues listo, la sacábamos en 30 minutos, por que no son cosas terribles, no es algebra. Es colorear. Pero lo complicado es dedicarles el tiempo necesario para acomodarse en la silla, conectarse, bajarse. Las tardes son el peor momento porque hay más cansancio, tensión y ellos tienen mucha menos atención que en la mañana. Eso hace que estén mas irritables.  Llevamos 45 días así. Nosotros salíamos a parques, a clases de tenis y ahora para ellos es difícil el encierro. Lo difícil para nosotros es cambiar de rol en segundos, pues además de las preocupaciones de si se quedará uno sin trabajo ahora tenemos que hacer un cambio de chip rápido para ser buenos profesores, con paciencia y con habilidades blandas en temas educativos que no tenemos. 

Los últimos 45 días han sido muy duros, nos acostamos rematados. Bueno, rescato que estamos con ellos, pero los niños ya quieren ir al colegio y ver a sus amigos”.