Desde que era candidato, el ahora presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, planteó una radical reforma al Ministerio de Educación. Una campaña con más tintes ideológicos que principios pedagógicos, la cual incluye iniciativas como eliminar las discusiones de género, excluir el pensamiento crítico, implementar un gran número de escuelas militares y borrar el legado del pedagogo pernambucano Paulo Freire. Figura respetada y estudiada en los círculos académicos internacionales, Freire fue uno de los intelectuales brasileños más reconocidos en el mundo. Su visión no solo conserva vigencia en las aulas, sino que tuvo un impacto significativo en otras esferas sociales. Autor de más de 27 obras, su libro Pedagogía del oprimido aparece entre los cien más citados en lengua inglesa y ocupa el segundo lugar en el área de educación, según Google Scholar. Lea: Profesores serían despedidos por hacer proselitismo con sus estudiantes La relación de Bolsonaro con la educación, en cambio, ha alternado durante décadas entre la indiferencia y contados episodios de tensión. De las 150 propuestas que presentó en 27 años como diputado, solo dos fueron aprobadas y solo una trata sobre educación. Su proyecto de 1991 para reducir impuestos y tasas a las familias con más de un hijo aún se encuentra archivado. En 2006, mientras se discutían las cuotas para estudiantes negros en las universidades, planteó irónicamente que el 50 por ciento de las curules del Congreso deberían ser para población afro y anunció que él mismo votaría en contra de su propuesta; una jugada mal recibida entre sus colegas y en el medio educativo por la falta de seriedad y el trasfondo discriminatorio. Recientemente, durante su campaña presidencial, insistió en su intención de reducir las cuotas tanto en las universidades como en todos los concursos públicos. Las arremetidas de Bolsonaro contra Freire forman parte de las iniciativas con las cuales pretende eliminar las “ideologías nocivas” que, según él, los gobiernos de izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) impusieron durante 13 años en las escuelas estatales. Las alarmas de académicos se han disparado incluso por fuera del país. Tal es el caso de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de la Plata, en Argentina, que cita con preocupación en su portal el anuncio de Bolsonaro de “entrar con un lanzallamas al Ministerio de Educación”; una alusión directa a la intención del presidente de prohibir libros y temas como la orientación sexual y de género en las aulas de clase. En esa misma línea, el 22 de noviembre de 2018, Bolsonaro anunció por Twitter que su ministro de Educación sería el filósofo colombiano Ricardo Vélez Rodríguez. Graduado en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y radicado en Brasil desde 1979, es profesor emérito de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército y autor de más de 30 obras. Le puede interesar: Una ley para promover la formación política en los colegios Sus declaraciones están en sintonía con la línea dura del presidente, a quien tilda como “conservador, pero no ultraderechista”, y a quien ha respaldado, especialmente en cuanto al rechazo de los temas de género en el aula. No es gratuito que la pedagogía crítica de Paulo Freire ocupe la primera línea en esa lista de prohibiciones y sesgos con la que despega el nuevo plan educativo Escuela sin partido. El autor de ‘Pedagogía del oprimido‘ encarna aquella herencia de los gobiernos anteriores que Bolsonaro pretende eliminar. Freire fue un activo miembro del PT y como parte del mismo se convirtió en una figura visible de la educación popular desde principios de los años sesenta. En ese momento empezó a trabajar en campañas de alfabetización para adultos a partir de los saberes y experiencias acumuladas, un sistema que pronto trascendió las fronteras del país para convertirse en modelo ejemplar en el mundo. Los principios han calado en toda una generación de educadores brasileños. “No existe un ‘método’ de Freire, su aporte son concepciones: promover el pensamiento independiente, y darle especial importancia a la relación entre profesor y estudiante. En el caso de los jóvenes y adultos, respetarlos por lo que ya saben. En este momento de capitalismo y de explotación laboral, los valores de Freire son cruciales para ayudar a los alumnos a leer la realidad; en sus palabras: ‘leer el mundo antes que leer la palabra’”, afirma una profesora de São Paulo que no quiso revelar su identidad, pues siente que los simpatizantes de Freire, como ella, están bajo la mirada del gobierno. Las iniciativas de educación popular del pernambucano no se limitan a la alfabetización (la experiencia maratónica de haber enseñado a leer y escribir a más de 300 jornaleros de las plantas azucareras de Rio Grande do Norte en solo 45 días es apenas anecdótica). También: Semana en vivo está en peligro la libertad de cátedra en Colombia A partir de principios como el diálogo entre profesores y estudiantes, su objetivo no solo era lograr un mayor alcance, sino principalmente promover el pensamiento crítico como herramienta para fortalecer las libertades individuales. El pedagogo pernambucano era enfático en una posición abiertamente ideológica de su trabajo, centrado en el debate y la crítica. Como afirmó en una entrevista con El País de España: “No hay una dimensión política de la educación, sino que esta es un acto político en sí misma”. Mientras tanto Bolsonaro pone el acento en su preocupación por los supuestos resultados negativos de las escuelas públicas en matemáticas y física, y se presenta como partidario de una educación “más objetiva”, alejada del enfoque crítico cultivado por los gobiernos anteriores: “Vayan a Japón para ver si ellos están preocupados por el pensamiento crítico”, afirmó. Una objetividad que suena bastante dudosa, desde el momento en que ciertas publicaciones son proscritas, ciertos temas excluidos y la teoría darwinista de la evolución es puesta en tela de juicio por Aléssio Ribeiro Souto, general designado por el gobierno para construir el plan de educación. Apenas en los primeros meses desde la posesión de Bolsonaro y Vélez, y sus declaraciones han sido resonantes y su efecto viral, pero la implementación del plan de gobierno aún deja un margen tan amplio de preocupación como de duda. Los próximos meses indicarán la nueva ruta de Brasil en educación y definirán el destino del legado de Freire para su país. Este artículo hace parte de la edición 41 de la revista Semana Educación. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 018000-911100.