El 80 por ciento de la carrera de Isabella Cárdenas es práctica y el 20 por ciento restante, teórica. Estudia octavo semestre de Medicina Veterinaria y reconoce que por cuenta de la pandemia el aprendizaje ha sido complejo. “Desde mi casa estudio actualmente lo teórico y hago algunas prácticas virtuales, que no son lo mismo a estar presencialmente. Este proceso dificulta la adquisición de nuevos conocimientos”, cuenta.
Aunque a veces las clases le resultan algo monótonas, Juan David Niño, quien cursa quinto semestre de Economía, destaca de los profesores el haber mantenido la calidad. “Uno entiende que en carreras como Economía es más fácil recibir clases virtuales por el hecho de que no se necesitan laboratorios o prácticas presenciales. A pesar de que puede ser algo agotador estar cinco o seis horas seguidas frente a un computador, a los profesores se les abona su intento por hacer las clases más dinámicas y entretenidas sin descuidar la calidad”, relata.
Son reflexiones de dos jóvenes que, junto con los más de 2 millones de estudiantes universitarios del país, viven el fuerte cambio en el modelo educativo a causa de la emergencia sanitaria por la covid-19. Precisamente, universidades, facultades y profesores han apostado por mantener el interés de los estudiantes y no perder calidad en sus clases en medio del reto que ha significado dictarlas virtualmente.
“Las instituciones de educación superior adaptaron la infraestructura física y tecnológica para responder a los nuevos desafíos del proceso de aprendizaje. Aunque se ha presentado deserción por diferentes causas, originadas principalmente por la afectación económica de las familias, se evidencia un trabajo colaborativo de las instituciones y de los Gobiernos nacional y locales que está ayudando a mitigar parte de la crisis”, asegura el director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), Óscar Domínguez González.
Acuerdos sobre la presencialidad en el sector educativo
Adaptación, capacitación de los docentes para dictar sus clases de forma digital y aprovechamiento de los momentos en los que se puede recurrir a la presencialidad con alternancia son puntos que destacan algunas asociaciones de facultades del país.
En la Asociación Colombiana de Facultades de Ingeniería (Acofi), afirman que antes de la pandemia ya se realizaban actividades de los pénsums de manera remota, lo que ayudó, en parte, a mitigar los efectos de renunciar a la presencialidad de un momento a otro.
No obstante, desde Acofi resaltan casos en los que la presencialidad es innegociable. Si bien hay herramientas, como laboratorios remotos, para tratar de replicar la experiencia en las aulas, estos no son la solución debido, en muchos casos, a sus altos costos o a la necesidad de una buena calidad de conexión.
“Como respuesta a esta situación, los programas de ingeniería han llegado a acuerdos sobre lo que se considera fundamental para realizarse presencialmente, en especial los laboratorios y algunas prácticas, y programarlo para los momentos en que sí se puedan realizar”, enfatiza Luis Alberto González Araújo, director ejecutivo de Acofi.
Por su parte, para la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina Veterinaria y Zootecnia (Asfamevez), la apuesta en las facultades ha sido mediante el diseño y la implementación de protocolos de bioseguridad para los diferentes espacios de encuentros presenciales, el fortalecimiento de las TIC para la docencia y la capacitación a los profesores en el uso de herramientas tecnológicas, entre otras.
“Sumado a lo anterior, hemos promovido los encuentros con las diferentes facultades del país, como también con universidades y expertos en el ámbito internacional, para compartir experiencias, evaluar las nuevas dinámicas y la prospectiva de enseñanza a raíz de la pandemia; todo esto nos ha permitido encontrar nuevas formas de relaciones interinstitucionales”, dice la presidenta de Asfamevez, Julia Teresa Bedoya Mashuth.
Además, las facultades destacaron el esfuerzo financiero de las universidades, que en varios casos se tradujo en la disminución del valor de las matrículas, la implementación de programas de bienestar universitario, orientados al apoyo económico, tecnológico y a la salud mental, entre otros. Todo con miras a mantener la calidad de la educación, sin importar si es virtual o presencial.
Justamente, sobre este punto económico, Ascún destacó que, a través del Gobierno nacional, se han ofrecido alivios con créditos educativos para los estudiantes, y con líneas de financiamiento para que las universidades públicas y privadas continúen con su operación.
“La calidad debe mantenerse porque el diploma de los futuros ingenieros, por supuesto, no va a decir que se graduó en pandemia. Es claro que el proceso de adaptación no fue sencillo, pero se ha desarrollado bien. Hay aspectos, como la creatividad de los profesores y el aprendizaje autónomo por parte de los estudiantes, que han contribuido para mantener la calidad o incluso a mejorarla”, concluye González Araújo, de Acofi.
Superando las dificultades en pro de la educación
Todas las universidades, sin excepción, han tenido que enfrentar uno de los mayores retos en su camino de la formación: trasladar las aulas de clases a la virtualidad.
Con un enfoque hacia los estudiantes y otro hacia los profesores, la Universidad Sergio Arboleda diseñó una serie de estrategias y políticas para aplicarlas en sus programas académicos.
“Lo que hicimos con los estudiantes fue hacerles un seguimiento, que consistía en verificar si entraban a clases. Si no lo hacían, se les llamaba y preguntaba por qué no lo estaban haciendo; de ahí podían surgir dos situaciones: que no tuvieran computador o no tuvieran acceso a internet”, explica el vicerrector de Gestión Académica de la Universidad Sergio Arboleda, José María del Castillo Abella.
A los estudiantes que no tenían computador, la universidad los dotó con uno. En total, entregó 156 equipos. Y a los que contaban con acceso a internet se les suministró un plan de datos.
A comienzos de este año, en la Universidad del Rosario se habilitaron las carreras que requerían actividades presenciales. Después de un periodo de aprobación y cumplimiento de normas de bioseguridad y distanciamiento físico, tuvieron lugar actividades científicas y de investigación, uso de laboratorios y de espacios académicos de práctica.
La Universidad Santo Tomás logró, por su parte, que 17 estudiantes del programa de Sociología iniciaran sus prácticas en diversas entidades sociales, culturales, públicas y privadas del país; la mayoría las realizan de forma virtual, y otros con presencialidad en momentos puntuales.