Lo que comenzó como un alboroto en Facebook desembocó en un puñado de protestas. Nadie se imaginó que tal inconformidad provocaría que los líderes de Túnez, Egipto, Yemen y Libia fueran derrocados. A pesar de esto, en Siria Bashar Al Assad resiste como presidente: su país está dividido por la guerra entre su Ejército, los rebeldes y la ocupación de Estado Islámico. En Bahréin, la familia Al Jalifa sigue en el trono gracias al apoyo militar de Arabia Saudita. A este fenómeno de Oriente Medio, en el que el pueblo se rebeló contra sus dirigentes por querer instaurar una democracia, se le conoce como Primavera Árabe. El 17 de diciembre de 2010, un vendedor tunecino se suicidó para protestar por su situación. El acto constituyó el primer golpe contra el régimen del dictador Ben Ali, que huyó con su familia a Arabia Saudita. El siguiente en caer fue el egipcio Hosni Mubarak: se necesitaron 18 días de manifestaciones para derrocar sus 30 años de gobierno. La primavera siguió su paso por Libia, Yemen y Siria, los gritos del pueblo inconforme para que cayeran los regímenes retumbaron en las calles. Aunque los países occidentales vieron con buenos ojos las movilizaciones que quisieron acabar con las dictaduras del mundo árabe, no había un plan consistente para gobernar después. Este vacío de poder abrió las puertas para que grupos extremistas como el Estado Islámico aprovechara el caos y se apoderaran de ciertos territorios, sembrando el terror a su paso. Cinco años después de las revueltas, así se encuentran los seis países por los que pasó la Primavera Árabe: Yemen, en una encrucijada sectariaFue el primer país que tumbó a su dictador, el recordado Alí Abdulá Saleh. Por medio de un plebiscito, Mansour Hadi quedó presidente. Sin embargo, Saleh no aceptó el resultado y gracias al apoyo del Ejército y de milicianos hutíes dio un contragolpe militar que obligó a Hadi a buscar refugio en Arabia Saudita. Al momento, este último país bombardea constantemente a los hutíes en Yemen, a los que acusa de ser “agentes de Irán”. Bahréin, entre sunitas y chiíes en represión A pesar de la represión, la mayoría chií de la isla sigue pidiendo reformas por medio de desesperadas protestas. Por su parte, las fuerzas de seguridad de la dinastía suní Al Jalifa viven en estado de alerta. Los manifestantes están a la espera de que su petición por un primer ministro independiente de la familia real se cumpla, pero los líderes de la oposición han sido encarcelados y a muchos activistas se les ha retirado la ciudadanía. Lo más paradójico del asunto resulta ser que a esta isla se le consideraba uno de los lugares más abiertos de la región. Libia y su vorágine Libia vivió una guerra en la que intervino la OTAN y dejó como resultado el fin de cuatro décadas de la dictadura de Gadafi. Este fue capturado y linchado hasta la muerte por milicianos en Sirte, los cuales declararon la liberación del país. Al morir Gadafi, revivieron los fantasmas de las disputas tribales de un país que a día de hoy se encuentra entre la espada y la pared con dos gobiernos: uno en Trípoli y otro en Tobruk; además de milicias que imponen su ley sobre los territorios que ocupan. Por un lado, Turquía y Qatar apoyan al gobierno de Trípoli; y por el otro, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita apoyan a Tobruk. Naciones Unidas, por su parte, intenta conformar un gobierno de unidad. Mientras tanto, el Estado Islámico aprovecha la situación para tomar territorios libios en su afán por conformar un califato. Lo cierto es que el panorama es desolador, pues miles de inmigrantes han debido dejar sus hogares y buscar refugio en Europa. Egipto, bajo un régimen militar A la caída de Mubarak le siguió el mandato del presidente Mohamed Mursi: el primer presidente elegido de forma democrática que apenas duró un año. Un golpe militar del general Al Sisi acabó con su corto mandato. La represión del actual régimen es comparable a la de Mubarak. Además, el Ejército se enfrenta en el Sinaí a la amenaza extremista del Estado islámico que en noviembre mató 224 personas tras derribar un Airbus 321 ruso de la compañía Metrojet. Túnez y su amarga victoriaEl paso de la Primavera Árabe dejó una nueva constitución y hasta el momento van dos elecciones parlamentarias. Sin embargo, a pesar de la armonía entre gobierno y oposición, la transición política está amenazada por problemas económicos y por el surgimiento de sucursales del Estado Islámico, que el año pasado realizó dos atentados contra turistas: uno fue en el Museo Nacional del Bardo, en la capital, que dejó 22 muertos, entre ellos dos colombianos, y el otro fue en una playa de un hotel de Susa. Este país se ha convertido en el principal proveedor de yihadistas extranjeros para la guerra en Siria. Siria, eternamente fisuradaHan pasado cinco años en los que la guerra ha dejado más de 200.000 víctimas fatales. Como si no fuera poco, el país cuenta con casi ocho millones de desplazados internos y 4 millones y medio de personas han salido de Siria hacia Europa buscando asilo, tras la imposición del terror del Estado Islámico en la frontera con Irak. El régimen de Al Assad jamás escuchó las peticiones de reformas y acusó al pueblo de ser “terrorista”. Estas manifestaciones provocaron la fractura del país en tres. Por un lado, Damasco, ocupado por el gobierno; por otro el norte sirio, bajo el brazo armado de los kurdos, y el resto del país, invadido por grupos armados de la oposición, entre ellos el Frente Al Nusra, una sucursal de Al Qaeda en Siria, y el Estado Islámico, cuya capital es Raqqa. Para el debate¿Por qué cree que ha sido tan difícil instaurar la democracia en Oriente Medio? Deje sus comentarios en nuestro twitter @SemanaEd y @apalpati.