Las escuelas normales nacieron casi a la par con la República. Antonio Nariño propuso su creación días antes de la instauración del Congreso de Cúcuta en 1821 y Francisco de Paula Santander estipuló su fundación por decreto un año después. La inspiración venía de un pedagogo inglés, Joseph Lancaster, quién planteó una idea de enseñanza mutua. El modelo lancasteriano establecía que un colegio podía funcionar con un solo maestro: los mejores estudiantes eran capacitados por él para ser monitores y así nivelar a sus compañeros. Las primeras escuelas normales de Latinoamérica se fundaron en Caracas, Bogotá, Quito y Lima. El modelo tuvo tanta acogida que años después se estableció por ley que la capital de cada provincia debía tener una escuela normal. El mandato se hizo realidad en Antioquia el 1 de enero de 1851, cuando se fundó la Escuela Normal de Institutores en Medellín. Con el tiempo cambió no solo el nombre del plantel, ahora se llama Institución Educativa Escuela Normal Superior de Medellín, sino además los elementos necesarios para alcanzar la calidad educativa. Hoy, además de las visitas de los pares académicos, la Normal Superior debe pensar en renovar constantemente las prácticas educativas para obtener el Certificado de Acreditación de Calidad y Desarrollo. Antes de graduarse, los estudiantes de la institución deben presentar una investigación sobre la labor docente. Este trabajo debe incluir una propuesta pedagógica para solucionar el problema que ha planteado el estudiante. Por ejemplo, Mónica María Olarte y Carmenza Tobón Lopera plantearon un proyecto que pretende motivar la relación entre la docencia y la investigación. Con este trabajo, las pedagogas buscan un diálogo entre pares para indagar sobre los saberes pedagógicos y explorar nuevas estrategias. Recursos como este se pueden encontrar en el Archivo Pedagógico de la Escuela Normal Superior de Medellín, una herramienta que complementa el espíritu investigativo que promueve la institución. Toda esta lógica de formación está inscrita dentro de un ecosistema que les permite a los estudiantes reflexionar sobre el quehacer docente. Los profesores coordinan los procesos de investigación y orientan a los alumnos de acuerdo a sus intereses. La Escuela Normal Superior de Medellín busca realizar acciones innovadoras que la reconozcan como institución superior en la formación de maestros para preescolar y básica primaria. Para alcanzar ese objetivo cuenta con un equipo de 54 profesores que asesoran a los alumnos maestros para que estructuren propuestas pedagógicas alternativas a situaciones problemáticas. Las maestras Carmenza Tobón Lopera, Mónica María Olarte, Olga Sánchez y Marta Cecilia Gil son las encargadas de acompañar estos procesos. Además, la institución cuenta con un consultorio pedagógico, que con el apoyo del coordinador académico Edwin Montoya y la profesora Deisy Cárdenas, se encarga de identificar las dificultades de los alumnos. A partir de este análisis, los maestros generan pautas metodológicas y de comunicación para mejorar el proceso de aprendizaje de sus estudiantes. Juan Carlos Zapata Correa, rector de la Escuela Normal, se enfoca en la construcción de nuevos sueños para la institución y lidera los procesos de cambio que exige la labor educativa. Pero para hacer realidad esos objetivos, en la institución saben que son necesarias ciertas transformaciones a nivel estructural. Hace falta que se apruebe la ley de Educación Superior y que las escuelas normales tengan un apartado especial dentro de esta. Además, desde la dirección de la Escuela Normal Superior quieren seguir ajustándose a un modelo pedagógico pertinente y acorde con el desarrollo del país. Ya están trabajando de la mano con la Secretaría de Educación y la Embajada de Estados Unidos para proyectarse como la primera institución oficial bilingüe del Municipio de Medellín. Los procesos de acreditación no se quedan atrás: en la institución se esfuerzan continuamente por pasar del nivel superior al muy superior en las pruebas externas. Hace casi dos siglos, Simón Bolívar invitó a Joseph Lancaster para que estableciera su modelo educativo en Caracas. Lancaster vivió allí un par de años, hasta que las diferencias con el libertador lo obligaron a desplazarse a otro país. Con el tiempo, el educador británico perdió prestigio porque sus castigos eran cada vez más excesivos. Pero su modelo educativo se adaptó a múltiples contextos, y es precisamente la transformación constante la que ha permitido que una institución como la Escuela Normal Superior de Medellín siga vigente después de 163 años y continúe mejorando.